Capítulo 32.

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—¡Me hizo enojar en serio! —Le contaba a su madre mientras acomodaba los vegetales recién comprados en el interior de su nevera—. No entiendo a qué demonios iba con ese comentario tan estúpido e innecesario. ¡¿Puedes creerlo, mamá?!

Seung Min había llegado a su apartamento con el ceño fruncido y ganas de desahogarse. No podía negar que su novio lo había hecho sentir mal hasta cierto punto.

—Cariño, dudo que la intención de Hyun Jin haya sido ofenderte. Sabemos que la gente adinerada a veces está un tanto... desconectada de la realidad —explicó la señora Kim—. Han conseguido todo lo que quieren más fácilmente, por eso les extraña que no todas las familias sean como a las que ellos están acostumbrados. Es como si fuéramos un poquito como... extraterrestres ante sus ojos.

—Pues qué tontería.

—Lo sé, lo sé. No es agradable... —Soltó un suspiro—. Pero no creo que Hyun Jin haya querido molestarte, tesoro.

El pelinegro no había terminado de calmarse. El hecho de que su madre pareciera justificar el comportamiento de Hyun Jin en vez de ponerse de su lado no ayudaba en nada, sólo lo frustraba más. Si bien la señora Kim llevaba más tiempo en el mundo, soportando burlas y comentarios absurdos por parte de personas con más dinero, el menor había esperado un poco más de apoyo.

—Es un tonto, incluso tuve que pedirle que no me consiguiera un regalo demasiado costoso en Navidad —bufó—. Me contó que su plan era regalarme un teléfono celular nuevo y tuve que detenerlo.

—Bueno, es obvio que hay algunas cosas que Hyun Jin aún no puede entender, pero si él quiere hacerlo, no estaría nada mal que le explicaras —le sonrió—. Recuerda lo que tu papá solía decir sobre ayudar a los demás.

Esa misma noche, poco antes de dormir, Seung Min se sentó a leer una historia de ciencia ficción. Estaba concentrado hasta que una notificación de KakaoTalk lo hizo dejar el libro a un lado y revisar la aplicación.

Hyun Jin le había enviado una disculpa junto a una corta animación de un cachorrito con ojos tristes.

El pelinegro salió de su apartamento y bajó hasta la primera planta, entrando entonces a la recepción para pedir prestada la conexión a internet de ahí. No sabía qué tan larga iba a ser su conversación con Hyun Jin, después de todo, y las llamadas con KakaoTalk eran mejores si se tenía una conexión estable.

Tomó asiento en una esquina y llamó a su pareja.

—¿Seung Minnie?

—¡Oh, eso sí que fue rápido! No escuché el tono ni una sola vez —dijo Seung Min—. ¿Estabas pegado a tu teléfono o algo así?

—Con mi dedo listo para contestar, por si llamabas... —Bromeó—. Y bueno, lo hiciste, por suerte.

—Habla.

—Lamento mucho lo que dije hoy... Tu madre y tú son las personas más fantásticas que he conocido, se levantan por su cuenta si es que caen y enfrentan los momentos difíciles con una fortaleza que jamás he visto en otros —hizo una breve pausa—. Mi ayuda a veces está de más y tengo que comprender eso y prestar más atención y dejar de preocuparme cuando en realidad están bien y... —Se mordió el labio inferior unos momentos—. De acuerdo, Seung Minnie, ¿qué tan estúpido fue lo que dije mientras comprabas zanahorias?

—Muy, muy estúpido —aseguró—. Te escuchaste casi tan estúpido como cuando Felix dijo que no podía creer que existen personas que nunca en su vida han tenido un iPhone —rio bajito.

El castaño rio también y, de una manera u otra, eso logró reducir lo tenso del ambiente que se sentía incluso por llamada telefónica. Un silencio los invadió cuando sus risas se calmaron, pero no se sentían incómodos.

Lo suficientemente bueno [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora