Capítulo 2

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No sé cuánto bebí después de irme a casa, pero si lo suficiente como para ya poder aguantar mi propio peso. Cuando desperté me llevé la sorpresa de que estaba en mi habitación y que había dormido mucho.

De inmediato recordé la horrible propuesta, no, ni siquiera era una propuesta, me estaban obligando a fingir ser Dojung.

Por favor, es una locura. Jamás podría ser como Dojung, o sea, si somos parecidos pero su forma de vestir me hace querer tirarme de un puente. Usa unos anteojos horribles y lleva siempre ropa holgada y el uniforme ni hablar. No tiene estilo ni nada, no entiendo como puede ser mi hermana.

No le cuesta nada dejar que sus notas bajen cuando ella fácilmente puede regresar y volverlas a subir. En cambio, yo, yo tiraría sus notas al núcleo de la tierra.

En fin, es una mala idea.

—Auch, mi cabeza –me quejé.

Miré la hora y eran pasada las doce, me extrañaba que nadie haya venido a despertarme.

Cuando logré despegarme de la cama me di una ducha caliente y me puse una camisa blanca con unos pantalones rasgados. Una punzada en la cabeza me hizo hacer una mueca de dolor. Me detuve al ver una fotografía mía y de Dojung, fue en nuestro cumpleaños.

Si, nos parecíamos, muchísimo. Pero nunca me rebajaría a vestirme como una chica y mucho menos ir a ese asqueroso instituto con esa asquerosa gente. Osea, si me he vestido como una chica, pero solo una vez... O dos veces.

Ya ni lo recordaba.

Dejé la fotografía y salí de la habitación, bajé las escaleras, pero al estar abajo no vi a nadie, busqué una pastilla y no la conseguí. Abrí el refrigerador y estaba completamente vacío. Estos inútiles...

Respiré hondo para calmarme.

Supongo que debo salir.

Discutí con el chofer porque mi madre le dio la orden de que no me llevaran a ninguna parte. Así que hecho furia me fui caminando, agradecí mentalmente haber conseguido una farmacia cerca.

Eso era bueno porque si quedaba lejos iba a caminar más y sudar como puerco. Y eso no era muy bonito.

Rápidamente cogí las pastillas, me acerqué a pagar y entregué la tarjeta. Cuando la pasó de inmediato me miró.

—Fondo insuficiente.

—¿Qué?

«Todo a mí, ¿Es acaso mi día de mala suerte?»

—Fondo insuficiente, ¿Desea pasarla nuevamente?

—Sí, sí.

Estaba seguro haber gastado, pero no hasta el punto de dejarlo todo vacío.

Lo pasó y sucedió lo mismo. Me fui confundido y la con la cabeza a punto de explotar. Hasta que recordé que ella era capaz de hacerme esto. Regresé con las manos en puños y cuando entré mamá estaba tranquilamente sentada en el sofá.

—Fueron ustedes, ¿Verdad? Lo hicieron a propósito.

—No sé de qué hablas –se mostró indiferente.

—¡Si sabe! Escondieron las pastillas y la comida. Y para empeorar las cosas también me quitaron todo el dinero.

—Te dije que intentaría convencerte –me miró-. Si quieres tener de nuevo tu dinero y tus comodidades, acepta fingir ser tu hermana.

—¿En que lo gastaré todo si no podré usar nada hasta que lleguen?

—Ahorras.

—Sabes que lo mío no es ahorrar.

◤𝐌𝐄𝐋𝐋𝐈𝐙𝐎 𝐄𝐍 𝐏𝐑𝐎𝐁𝐋𝐄𝐌𝐀𝐒◥ ❝𝐉𝐚𝐞𝐝𝐨❞ (en arreglos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora