Capítulo 13

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Lucas limpió mis lágrimas y se mantuvo en silencio por unos largos minutos que parecieron horas. La impotencia que había sentido repentinamente había desaparecido después de llorar.

En el fondo le agradecía a Lucas por no abrir su bocota para preguntar por qué había terminado llorando.

Él estaba sentado junto a mi sobre el césped, me miraba con intensidad y yo solo podía mantener la vista en su camiseta blanca mientras temblaba ligeramente por el frío.

Lo miré cuando acarició mi mejilla. Esta vez no bajé la mirada.

En realidad, Lucas es guapo. Para que negarlo. Es guapísimo.

Bueno, guapo le queda corto para alguien como él.

Cuando lo vi por primera vez fue un completo desastre. Me parecía arrogante y él pensaba lo mismo de mí. Poco a poco nos fuimos conociendo hasta que comenzamos a salir por un buen tiempo. Después terminó todo.

En estos días me di cuenta de que tal vez lo miraba más como amigo que como novio, no me afectó mucho el que me haya terminado. Me dolió un poco, pero no al punto de hundirme en la depresión y comer helado.

Aunque bueno, nadie hunde a Kim Doyoung. Él los hunde a ellos.

No le pregunté por qué razón apuntaba a mi casa con un martillo. Lo único que hice fue apartar repentinamente su mano de mi mejilla y levantarme.

—¿Qué haces vestido como Dojung y por qué estás mojado? –preguntó lentamente, como si temiera mi respuesta.

—No es tu problema.

Sacudí la falda húmeda y después me giré para mirarlo. Sequía sentada en el césped con una expresión seria, bueno, la misma expresión que tenía desde que nació.

Estaba a punto de decir algo cuando el grito de Ten me hizo voltear.

—¡DOYOUNG, VEN ACÁ!

—¡Voy! –respondí solo para escaparme de Lucas, porque si fuera por mí no le haría caso-. Y tú, fuera de mi casa.

—¿Por qué llorabas, Dodo?

Fruncí el ceño y pateé su entrepierna causando que gimiera de dolor.

—Te dije que no es tu problema, no eres nada mío. Así que vete de mi casa o diré que te saquen a patadas.

Me giré y caminé hasta donde estaba Ten de brazos cruzados con una toalla. Limpié los pocos rastros de lágrimas que habían quedado, me abracé a mí mismo.

Y esperaba con todo mi corazón que no me diera un resfriado porque soy de esos que de la nada caen enfermos, y con ese balde de agua fría probablemente agarre el peor de mi vida.

Llegué junto a Ten, me dio la toalla sin preguntar nada y una vez cubierto con ella lo miré a los ojos.

—¿Qué? No creo que solo por eso me hayas llamado.

—Tu madre –mostró el teléfono y sin pensarlo dos veces se lo quité. Ignoré su mirada de reproche y entré.

—Mamá.

—Hola mi querido bebé. ¿Cómo estás? –dijo y rodé los ojos.

—¡No creas que no me enteré de lo que hiciste!

Bueno, bueno, fue un método que usé ya que no querías ceder, cariño.

—Claro, si papá hubiese sabido no estaría de acuerdo. ¡Agh, como odio esto!

◤𝐌𝐄𝐋𝐋𝐈𝐙𝐎 𝐄𝐍 𝐏𝐑𝐎𝐁𝐋𝐄𝐌𝐀𝐒◥ ❝𝐉𝐚𝐞𝐝𝐨❞ (en arreglos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora