sesenta y tres

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"jaja, muy gracioso" alcanzó a escuchar a lo lejos, abriendo sus ojos con cuidado por la luz que entraba por el pequeño hueco abierto de la puerta.

El cierre reducido en sonido de esta misma acabó por hacerle entrar en conciencia, sentándose de golpe en la cama y dando un suspiro satisfecho luego de esa noche tan tranquila.

"Jeon Jungkook, despertaste" ese timbre de voz se coló rápidamente a sus oídos.

"Buenos días" pudo murmurar con la voz ronca raspando su garganta seca.

"Ya es hora de que te des un baño, papá está preparando las maletas" lo oyó decir a Beomgyu, quién jugaba con sus dedos en nerviosismo.

Su expresión contraída de un momento a otro, sus cejas expresando repentina confusión.

Con su brazo derecho tomando su teléfono, atrayéndolo a sí mismo y encendiéndolo con rapidez.

De pronto.

1 de septiembre.

¿Era el día?

"en dos años..."

El chico frente a él sonriendo juguetón, deslizándose por las sábanas y aferrándose a la cintura del mayor entre los dos.

"Oficialmente tienes 19 años, Jeon Jungkook" dijo.

El momento congelado, volteando el teléfono en sus manos y viendo aún tras la carcasa transparente una polaroid de él junto a quien aún era su amor.

"tú..." Tartamudeó.

"Iré a dejarte" ese nuevo susurro se había impregnado a sus oídos, sus ojos bajando hasta el chico delgado y bonito y pequeñito junto a él.

"Este no será un hasta nunca, lo prometo" habló, su mano derecha dirigiéndose a los cabellos suaves y ondulados del chico.

Justo ahí pensando en lo mucho que había cambiado después de todo..

Jeon Jungkook era un hombre, era el hombre que siempre quiso ser.

Cursando su segundo año de fotografía profesional en la mejor universidad de Busan.

Él era capaz, siempre lo fue, y ahora podía alegrarse de decirlo a todo pulmón, porque no solo sería exitoso en su vida laboral, sino también sabía que si Kim TaeHyung aún lo amaba tanto como Jungkook a él, podría crear la familia que había estado imaginado desde esa noche en la que se despidió en una habitación de hotel en Japón.

Sus párpados cansados pero extremadamente abiertos al verse al espejo mientras daba un suspiro pesado.

Una camiseta negra y ancha cubriendo lo que aún era su torso trabajado, tenía el cabello más largo de hecho.. el mullet siendo una pequeña sorpresa luego de dos años y la nueva costumbre por usar cadenas en sus aros.

Estaba mucho más que nervioso, o bueno.. cómo no estarlo en esa situación.

¿Y si simplemente lo habían olvidado?

Tal vez TaeHyung tenía otro novio, o los chicos lo habían dejado atrás.

No, no, no.

Se dijo intentando recordar la información actualizada de los informes del señor Choi.

Cerrando los ojos y acabando de orientase.

Acabó de arreglar sus prendas, las maletas hechas fuera del baño y Beomgyu también ordenándose para aquella despedida.

Su pequeñín, nunca creyó llegar a sentirse así con alguien.

Tan increíble cómo indescriptible, eran casi como hermanos y solo llevaban dos años de amistad..

Y claro, Beomgyu solo tenía diecisiete, era triste para él ese hecho de que deberían dejarlo ir, aún teniendo presente que vivían en la misma ciudad y solo tenía que caminar un poco si quería verle.

En fin, al acabar, todos fueron hasta el auto y dejaron ahí las maletas y bolsos, iniciando rumbo a su hogar.

Justo en épocas otoñales, la leve lluvia creando un manto de nubes en el cielo y transformándolo en gris.

Las calles comenzando a ser familiares a la vista, recordando esa vez en donde TaeHyung le llevaba abrazado por la espalda mientras le enseñaba detalles de la ciudad.

Lo extrañaba tanto...

"Jungkook, cabe recalcar que si llegas a necesitar algo o alguno de los chicos necesitan algo simplemente me lo puedes pedir a mi, no te hagas problemas" escuchó que decía Kihyun tras él.

Y solo pudo asentir, demasiado nervioso como para responder.

Lo suficientemente desorientado como para no notar que del otro lado de la calle estaba la recepción del edificio.

En cuanto sus zapatos tocaron el suelo y el ruido de las tres maletas arrastradas por el suelo comenzaba a ser molesto, volteó la mirada y vio en la parte trasera del auto a un Beomgyu con expresión seria y decaída.

Abrió la puerta y extendió su mano hasta él.

"pequeño" murmuró con la voz ligeramente quebrada.

Al instante recibiendo en su pecho el cuerpo contrario, su camiseta húmeda por las lágrimas al igual que sus mejillas.

"No es un adiós, esto no será una despedida definitiva, nos veremos cuando desees, te hablaré todos los días y te ayudaré en la escuela si así lo quieres" explicó, dándose cuenta de que Beomgyu ya no lloraba.

"Está bien" pudo escuchar.

"Te quiero mucho, pequeño" alcanzó a decir.

"Yo tambien, hyung" finalizó.

Un último abrazo antes de separarse y que así el castaño diera inicio algo que sin duda sería nuevo.

El recepcionista era el mismo señor de siempre pero ahora con notables cambios en el rostro debido a la edad.

Lo reconoció al instante, recibiéndolos con una sonrisa y dándoles paso al ascensor.

"1... 2... 3... 4..."

Seguían subiendo hasta llegar al nivel correcto, sus manos sudadas, la respiración irregular y de pronto frente a él la puerta de madera con un toque ligeramente moderno indicándoles su llegada.

Seguían subiendo hasta llegar al nivel correcto, sus manos sudadas, la respiración irregular y de pronto frente a él la puerta de madera con un toque ligeramente moderno indicándoles su llegada

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