uno

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Sus ropas estaban húmedas, al igual que sus cabellos castaños.

Los bolsos de cuero gastado esperaban en la cinta del aeropuerto por ya más de media hora, pero aún no podían dar un paso fuera del avión.

Todos ahí dentro se encontraban bajando a lo largo de la manga, dirigiéndose al interior del aeropuerto pero ellos tres seguían detenidos.

"Cuando lleguemos al hotel estarás tranquilo, te lo prometo" habló Hoseok con la esperanza de que se pudiera al menos calmar la situación.

Y por suerte, el agarre tenso y apretado que sujetaba su mano se soltó.

"¿Lo prometes?" susurró el castaño mientras se aferraba poco más al torso del mayor.

"Nunca te he mentido, Jeonggukie" dijo últimamente, para acariciar el lacio pero algo húmedo cabello de su amigo y dejar un beso sobre este.

Las ligeras manos del chiquillo se soltaron del agarre que tenía y se levantó de su asiento con la cabeza agachada, sus dos acompañantes encargándose de llevar todas las cosas que traía junto a él y siguiéndole hasta llegar directo a la cinta.

"Necesito salir de aquí, hyung" repetía con la voz débil, intentando esconder su cabeza a un lado de el hoodie color crema que YoonGi traía puesto, inundándose en el aroma de la loción de bebé que se echaba todas las mañanas.

"No te preocupes, un auto nos espera" murmuró YoonGi con calma, dejando suaves caricias en su espalda.

Los tres caminaron rodeando al castaño, tratando de alejar a la gente que le rodeaba para llevarlo sano y salvo, sin complicaciones.

Veinte minutos después se encontraban bajando del automóvil, entrando al lugar en el que se hospedarían por las siguientes dos semanas y acomodando sus cosas en las habitaciones.

"Koo, tienes media hora para arreglarte" habló YoonGi por detrás de la puerta.

El chico asintiendo, aún sabiendo que nadie le veía.

Caminó hasta su cama con timidez y se recostó sobre ella, revolviendo sus cabellos contra las almohadas y hundiendo sus dedos entre el suave cobertor azúl marino que había bajo él, era satisfactorio ver todo ordenado a la perfección.

Si bien Jungkook a penas era un chico de 17 años, era muy perfeccionista, cada cosa debía estar perfectamente acomodada una junto a otra, sus calificaciones debían ser perfectas, y el orden de sus prendas de vestir era algo que realmente debía respetarse, fuera cual fuera el lugar.

Se levantó de ahí y sacudió sus manos, no sabiendo qué hacer, un bostezo se escapó de entre sus labios, pero su mano izquierda la cubrió.

Terminó caminando hasta su bolso, y sacando un nuevo conjunto de ahí dentro, se pondría algo casual, tampoco era como si algo muy importante fuera a suceder.

Entró a su baño y abrió la llave del agua para bañarse, había pasado dos horas y media en un avión, rodeado de gente, en un asiento usado por más gente, esa sensación de intranquilidad, de inconformidad era desesperante, llegando a un extremo que si quiera sus hyungs podían controlar.

El agua recorrió cada rincón de su cuerpo, acabando de mojar sus cabellos y regulando la temperatura de sus pies, cada gota cayendo a lo largo de sus hombros, y parte de su torso, salpicando hacia miles de lugares de la misma bañera, dejando diminutas gotas que se desintegraron o evaporaron en segundos.

Fueron diez minutos, minutos en los que se crearon, desvanecieron y destruyeron cantidades inmensas de ideas y recuerdos. Las cosas que podían suceder en las siguientes dos semanas quedaban en manos del inestable destino, cada segundo desperdiciado siendo una sonrisa menos en  esas únicas dos semanas en las que vería a sus personas favoritas.

La única manera de manipular el camino que llevaría su vida en esos catorce días siendo al decisiones, pero...

¿Hay fuerza para tomarlas?

¿Hay fuerza para tomarlas?

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ANXIETY ; KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora