Sus manos temblaron, al igual que sus párpados mojados. El cuerpo entumecido y sus pies casi sin tacto debido a la mezcla entre el dolor y el frío, él solo quería verlos, ver cómo estaban y si realmente estaban felices como quería que estuvieran.
Solo faltaba un año, solo uno.
365 días de los que sacaría unos cuantos desviando su camino y yendo por fuera de ese mismo edificio a preguntar al conserje si ellos seguían así de bien, aprovechando de dejar un detalle floral y un videojuego que había comprado con su propio dinero, suyo y solo suyo.
La incógnita yendo y viniendo a su mente.
"¿TaeHyung aún me ama?"
¿TaeHyung aún lo ama?
¿Si quiera aún lo recuerda?
Esa sencilla debilidad atacando en el instante que las prendas de seda rozaban su piel de porcela.
Justamente una noche en la que el silencio era asfixiante y su compañero de habitación se había quedado dormido en medio del llanto por problemas con amigos, Jeon Jungkook fue despertado.
"Toma.. acabé de investigar eso de tu incógnita" oyó que le hablaba una voz ronca y rasposa.
Juzgando por la oscuridad en la habitación supuso que era de madrugada.
Encendió la lámpara de mesa, la luz artificial pegándole directo en la mirada débil.
El sobre abierto y una carta sobresaliendo de el.
"Contacté a una tal Olivia, me ha dicho que todas las semanas visita a los chicos. Ese papel que viste y la razón por la que celebraban es porque lograron conseguir una copia de los documentos de tu ingreso a la universidad, eres tú la razón de esa celebración, Jungkook."
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