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La maldita sonrisa que adornaba sus labios le causa náuseas incluso a él. Rodó los ojos cuándo Caleb le guiño un ojo. Agradecía qué Liam aún era un torpe para mantenerse estable y poder presenciar las auras a todo momento. Nunca se había sentido de esta forma, le asustaba y a él muy pocas cosas le asustaban. Ahora se sentía como un niño pequeño con ganas de correr a los brazos de su madre para contarle algo nuevo.

¿Hace cuantos años no abraza a su madre? ¿A él se le permitía tener un sentimiento tan humano como aquél?

Soltó un pesado suspiró sentándose en el borde de la ventana del departamento de Liam escuchando como Caleb le explicaba con torpeza las diferentes habilidades que podía manifestar un demonio.

Cerró los ojos disfrutando de la brisa y pensando en la cantidad de cosas que ya habría hecho por Liam de no ser porque ellos no estaban destinados a estar juntos. Una risa abandono sus labios. ¿Cuándo empezó a odiar ser un dios? Claro, cuando se enamoró de un imperativo castaño con altos problemas de ira y tristeza. Si tan solo ambos fueran simples mortales.

Siempre odio a los mortales por considerarlos inferiores, tal vez simplemente les tenía envidia de que ellos podían llevar una vida sin intentar aer perfectos, sin un viejo de miles de años que ponía sobre ellos el peso de ser perfectos.

—¿Zayn?—Zayn no se molesto en abrir los ojos pero un sonido de garganta indicando que escuchaba al castaño que suponía tenía su cabeza fuera de la ventana para verlo.—Sentí tu aura. ¿Que haces ahí afuera?—El moreno se preparo mentalmente para poner su cara de poker.

—La gente te mirara raro si le hablas al aire.—Zayn podía apostar que Liam había puesto una cara de vergüenza antes de meterse al departamento.

Zayn entró a este mirando con falso aburrimiento a ambos chicos sentados en el sillón. Sacó el amuleto que le pertecia a uno de sus hermanos y lo aventó al regazo de Liam.

—Dime el tipo de demonio que es el dueño.—Liam lo miró confundido tomando el círculo que parecía de oro muy viejo.

—¿Eso es posible?—Preguntó aún sosteniendo el objeto que de cerca parecía tener un rostro tallado.

—Tienes que olerlo, centrar su olfato en que tan fuerte es su olor, depende de cómo lo persivas sabrás que tipo de demonio es.—Caleb se mantuvo en silencio jugando con el cojín del sofá de Liam.

El castaño llevó el objeto a su nariz olfateando este mirando confundido a Zayn al no sentir ningún olor.

—Esto no huele a nada.—Zayn alzó una ceja.

—Solo los dioses somos capaces de distinguir a los demonios, así que vuelve a intentarlo.—Liam de nuevo llevó el objeto cerrando los ojos oliendo.

[...]

Soltó un pequeño gruñido de frustración apretando el objeto entre sus dedos. Llevaban una hora ahí tratando de oler lo que sea que fuera eso, pero aún no percibía ningún maldito olor.

—Esto es imposible.—Miró a ambos hermanos con frustración. Zayn soltó un pesado suspiró y se levantó del sofá, se acercó tomando el objeto.

—Es todo por hoy, ve a dormir.—Liam miró sus dedos y luego a Caleb.

—¿Podemos hablar?—Zayn miró a Caleb y a Liam y asintió.

—Hablen lo que quieran.—Extendió sus alas pero el castaño tomó su brazo mirándolo enojado.

—Habló de tú y yo.—Zayn soltó un pesado suspiró bajando sus alas.

—Adiós.—Les sonrió antes de desplegar sus alas y salir por la ventana. Zayn frunció el ceño preguntándose si su torpe y hablador hermano había dicho algo más cuando el no estaba.

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