• Capítulo 35 •

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—¿No crees que debiste quedarte en casa?

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¿No crees que debiste quedarte en casa?... —cuestiona el bicolor caminando al lado del menor observándolo caminar con cierta dificultad.

No seas idiota ¿Qué se supone que pondría como excusa? —responde con el ceño fruncido y las manos en los bolsillos.

    Tener relaciones sexuales entre semana no era para nada una buena idea, ir a la academia con esos pequeños dolores en la cadera era incómodo, menos mal tomaron medidas para cuidarse mutuamente.

Oye, lo de ayer... —menciona bajando la mirada con un leve rubor en las mejillas.

¿Qué? ¿Tienes alguna queja?

No, para nada, solo me preguntaba... antes de que nosotros lo hiciéramos, tú... ¿Te estuviste preparando?

     Ante esa pregunta Katsuki se le queda observando unos segundos en silencio y luego voltea a ver el camino sin darle una respuesta.

¿Bakugō?

¿Por qué lo preguntas?

Ah, es que vi que el lubricante ya estaba algo usado, además, tu interior se aflojó bastante rápido, así que deduje que te habías to-

¡Está bien! ¡Está bien! No lo digas... —interrumpió cubriendo su boca, eran muchos detalles— Diablos, analizas demasiado algo insignificante.

Para mi es importante.

—Sí, lo que digas —diría mirando un poco el cielo.

     Ahora que lo pensaba era la primera vez que Todoroki se despertaba más temprano para ir a su casa y caminar juntos a la academia, pudo haber ido directo a esta última pero al parecer quiso hacerle compañía.

—¿Por qué viniste a recogerme?

—Bueno... como me dijiste por mensaje que si irías a clase, pensé qué tal vez sería bueno acompañarte.

—Sabías que iba a tener problemas para caminar ¿Verdad? —cuestionaría entrecerrando los ojos mientras que lo volteaba a ver con cierta desconfianza.

No estaba del todo seguro.

—Y viniste a comprobarlo...

—...No... —ese breve silencio le confirmó sus dudas.

Claro, hijo de tu-...

—¡Bakugō kun! —interrumpió una voz femenina, una que reconocía bastante bien.

     Era la castaña, al parecer había salido algo tarde de su casa y estaba apresurando un poco el paso hasta que se los encontró en medio del camino.

Buenos días —saludó cuando ya estaba al lado de ambos jóvenes.

Buenas —contestó el rubio ceniza sin prestarle mucha atención, pero tampoco siendo tan grosero.

Rozando el cielo © [Todobaku] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora