—Dejé que la relación se fuera por la ventana antes de que se cumplieran los tres años. Elegí quedarme sola en vez de enfrentarme a mis inseguridades, y convencí de que estaba haciendo lo correcto...
—¿Y aún lo quieres?
La pelirroja guardo silencio como si le hubiese tirado un balde de agua fría y sentí como la pena se apoderaba de toda mi cara. Busqué ayuda en la mirada de Julietta, pero ella se encontraba demasiado concertada tratando de leerle el rostro a la chica. Reparé en su gemela con gesto de disculpa, y ella me sonrió totalmente incomoda.
Mierda.
—Yo… —trague saliva nerviosa—. Yo l-lo siento, no quería preguntar eso...
—Está bien, Helman.
—No, de verdad —pronuncie y en este momento, me sentí muy tonta e indiscreta—. Discúlpame, no tengo porque estar cuestionando algo que no es de mi incumbencia...
—Déjalo ya, estoy bien —musito con fingida pasividad, en su cara se formó una sonrisa labia llena de tristeza.
No supe que más decirle, así que me quede callada. Después de eso nos envolvimos en y denso e incómodo silencio. Bueno, esto es un claro ejemplo de como Aliss Helman destruye momentos.
—¡Ya, ya! —exclamó de repente Julietta. Tratando de mandar lejos esa fea atmósfera, le agradecí con la mirada—. ¡Vamos por unas pizzas! ¿Qué les parece?
—Vamos —dijo entusiasmada Aria y en seguida se puso en pie para tomarnos de las manos.
Minutos luego emprendimos rumbo hacia la una de las mejores pizzerías que hay en todo SC. En el trascurso de este quedo olvidado por completo como jodí el momento con anterioridad. Y es que, aunque hablaba con tanta soltura sobre ello no debí profundizar, porque hay decisiones que aun estando en el pasado siguen teniendo peso en el presente.
—¿Crees que quiera volver a salir con nosotras? —cuestione, cuando finalmente estábamos caminando hacia la parada de transporte público luego de ver a las gemelas subir al vehículo de su madre.
—Creo que sí —respondió y se encogí de hombros. Junté mis cejas con extrañeza. No esa la contestación que mi yo indiscreta y avergonzada esperaba, y como si supiera de mi insatisfacción, agregó irónicamente:
» ¿Por qué no lo harían? Les caímos bien. Están en el mismo barco que nosotras. Tenemos la misma edad, casi los mismos problemas. Vivimos en la misma ciudad, son hermanas como tú y yo. Son bonitas y nos llevamos bien en las pocas horas que hemos estado juntas. Les gusta la pizza y a nosotras nos encanta...
—Sabes a que me refería… —le interrumpí, finalizando con su discurso—. Incomode a Aida con esa estúpida pregunta, ¿tienes idea de cómo me siento?
Carrier detuvo su paso en medio de la calle, miré a ambos lados con cuidado para corroborar que no venía ningún auto.
—¿Qué sí tengo una maldita idea de cómo te sientes?
—Sí, pero sin el maldita.
—Eres estúpida —me insultó y me preparé psicológicamente para lo que sea que le seguía—. Claro, que tengo idea de cómo te sientes. Ambas la hemos cagado un millón de veces, pero siempre tratamos de superarlo. Por lo que, supera la bestialidad que hiciste y busca otra cosa en que pensar, ¿vale?
—¿Crees que sea buena idea me disculpé? —curiosee con preocupación. Julietta me fulminó con la mirada y levanto su puño para darme en el brazo—. ¡Mierda! ¡Vale!
—Vale —asintió satisfecha—. Respecto a la primera pregunta. No lo sé, pero ojalá que sigamos en comunicación.
• 3 •
Agité mi cabello y traté de hacerme una cola con una sola mano y descubrí que me es imposible. Sentí como el sudor estaba apoderado de todo mi cuerpo, pero no sentí asco. Mis manos se deslizaron lentamente hacia sus hombros.
—Muévete de arriba hacia abajo, despacio —musito sobre el lóbulo de mi oído—. Mantén ese ritmo lento...
— ¿Así? —emití con la voz agitada.
—Eso, así —acordó en tono complacido y pego todavía más nuestros cuerpos—. Me encanta.
Sonreí satisfecha conmigo misma, porque de verdad me ha costado mucho trabajo complacer a esté hombre.
—Pero… ¡¿Qué mierda?!
En las cuatro paredes de uno de los salones en la Academia de Danza Ciara Russo (ADCR) hicieron eco esas palabras y las que le continuaron resonaron con mayor intensidad. A grandes pasos el intruso en la habitación avanzado hacia nosotros.
— ¡¿Se puede saber qué mierdas estás haciendo, Helman?! ¡¿Quién es esté imbécil?! ¡¿Estás loca?!
Frederick Moreno —el chico con el que bailo— es apartado de mí con brusquedad, segundos después lo vi estrellarse contra el suelo de azulejos blancos cortesía del único e inigualable Harry Potter.
—Pero, ¡¿qué...?!
—¡¿Pero qué mierdas me pasa, Aliss?! —mi interrumpió, su voz oscurecida con sarcasmo—. ¡Me pasa que nos vamos! ¡Toma tus mierdas ya! ¡No voy verte teniendo sexo con este...!
—¡Oye! ¡Oye! —se levantó Frederick del piso brillante, mientras que yo volteé a ver mi reflejo a través del gran espejo.
¿Sexo?
Tenía el pelo alborotando, el top y mis mallas mojados de agua salada. No me mirada como si estaba tenido sexo —y no es que supiera como me miraría—, pero definitivamente no sería así.
La danza es una de las cosas que más me gusta realizar y también una de las pocas elecciones que no acabo mal. No me importa el tipo, por lo que estoy dentro de un grupo que practica de todo. Y si, luego de un ensayo exhaustivo el cuerpo duele como la mierda, pero es un sufrimiento que para mí vale la pena.
Bailar es un arte.
Y me encanta ser una artista sobre el escenario.
Estaba por preguntarte porque carajos hacia esa comparación, pero lo dejé pasar, pues lo importante en este instante era saber: ¿Qué estaba haciendo aquí este estúpido? ¿Y por qué traía esa actitud de mierda?
Al estar de pie Moreno se puso enfrente del castaño, ese que lo acribillada con la mirada. Detalle las grandes diferencia entre ambos —y no me refiero solo de su inclinación sexual, pues que uno es homosexual y el otro heterosexual—, sino a la altura y masa muscular.
Harry dio un paso hacia delante, listo para iniciar un pelea a puños y pensé que hoy sería el funeral de Frederick sí yo no intervenía en esta locura.
—Tranquilízate, amigo —le sugirió mi compañero de baile.
—¿Cómo? —pronuncio con notable hostilidad, Potter—. ¿Amigo tuyo?
—¿Qué haces aquí? —indagué hacia él, metiendo mi cuerpo en medio de los dos.
Las cejas juntas del huésped más joven de mamá y papá, me dieron a entender que esa pregunta estaba fuera de lugar y cuando creí que no respondería, lo hizo.
—Vengo por ti.
¿Qué?
Una risilla burlesca se filtró en nuestra reciente conversación, los ojos entre verdes y marrones del primogénito viajaron hacia la persona detrás de mí.
—¿Por qué? —dije, tratando de volver a tener su atención.
—El señor Helman me envió —la indiferente en sus palabras, no aminoro la mirada intimidadora que le daba al pelinegro.
—¿Por qué? —insistí y solo así, sus oculares volvieron a mí. Un brillo malicioso reino en esos ojos verdes con tonalidad marrón.
—¿Importa? —su contestación fue fría y cínica—. De todo modos terminarás quieras o no en mi auto.
—Sí, importa —le di una sonrisa amable que hundió sus celas—. Porque hoy me iré con él.
—Ya escuchaste a la dama —dijo Fred con otra risilla cargada de burla y en cuestión de nanosegundos, el puño cerrado de Potter, voló sobre mi cabeza en cámara lenta hacia la nariz puntiaguda de él.
—¡Santa mierda! —balbucee y tomé en brazos al chico, pues con el impacto lo único que hizo fue desplomarse directamente al piso, inconsciente y con la nariz sangrado.
Volteé a ver a Harry, encontrándolo sonriendo.
—¡Eres un imbécil! ¿Acaso estás loco? ¿Qué te pasa? —indague hacia él, este se encogí de hombros dejando claro que le importaba una mierda. Regresé mis ojos al pelinegro y trate de reanimarlo—. ¡Fred! ¡Fred, despierta!
Mi intento fue en vano.
—Creo que al final tendrás que irte sola el día de hoy, Helman —hablo con mofa, Harry—. Lamento muchísimo lo de tú estúpido novio, te sugiero decirle que no sé meta donde no debe. Nos vemos en casa, Helman.
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Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]
Teen Fiction«No siempre quiero mentir, pero es lo más fácil. Una alternativa mejor que la confrontación». H.C. *** Aliss tiene un secreto. Bueno, uno no, sino varios. Algunos se los busco y otros le llegaron sin aviso, pero a todos ella debe enfrentarlos, por l...