HARRY:
Un chip, y hago caer cada red de internet en SC y los proveedores más cercanos de la misma. Eso, me dejaría como el único con la capacidad para acceder al sistema por más de 8 horas, tiempo suficiente para desmantelar un sistema y robar la información que necesite. Miller ayudó a que el proceso se acelerará y ahora lo que era una idea es una realidad.
Se van a joder.
No obstante, aunque puedo dar inicio a ello en este preciso instante, algo que me detiene.
Mis ojos se posan en los negros de mi mejor amigo, ese que puede que no lo diga en voz alta, pero quiere más que dar una orden, ser el quien la ejecute. La indiferencia que muestra está rozando su final, y es que las chicas están juntas desde hace media hora, pero no se han movido hacia ningún lado.
¿Qué carajos esperan?
—¿Me muevo? —insiste nuevamente Rafael.
—No.
La contestación de Rean le descompone la cara a Thomas, porque él también está harto de esperar la llegada de las As y Li, pero no opina nada pues la palabra del jefe de grupo debe de ser ley. La chica castaña que se mantiene amarrada a una silla suelta a reír como desquiciada.
Me fastidia.
—Deben estar que se los lleva la mierda por no saber que pasa... —musita, pasando la mirada gris por cada uno de los presentes—. ¿Están bien? ¿Por qué no vienen? ¿Acaso las...?
Vuelve a reír dejando sus palabras a medias, pero el que Xavier se levante y se acerque velozmente a ella, corta su carcajada. La forma mortífera en que el pelinegro la contempla hace que tragué grueso.
—¡Cállate! —le grita—. Nos tienes aburridos con tus estupideces.
Meghan Lerman eleve el mentón y en sus labios se dibujan una sonrisa cínica al tiempo que dice:
—No te obedezco y mucho menos pedí tu opinión, X.
Ahora es el rostro de Miller el que se descompone reflejando absoluta estupefacción y aunque no debo, es inevitable no reírme de tal expresión. Lo que ocasionada que la mayoría deje salir risas bajas que cuando acaban nos envuelve en un denso silencio, sin decir nada me levanto saliendo de la sala, para entrar a otra en la que detallo los tres puntos rojos que siguen en el mismo lugar.
¿Qué tanto hacen?
—Julietta dejo de responderme —habla Doop.
Le doy un asentimiento para que sepa que lo escuche, aunque lo que dijo, esa algo que ya sabía. A la rubia le llegan los mensajes, pero no lee ni contesta nada. Lo mismo pasa con Thomas que le marca cada 5 minutos a las gemelas, y ninguna le descuelga.
Maldita sea.
Las palabras de la chica de ojos grises hacen hueco en mi cabeza, llenándome de negativismo, pero lo mando lejos debido a que ya es suficiente con la sensación hostigaste que me recuerda como volví a equivocarme al pasar por alto revisar el perímetro del hospital. Mi distracción pudo haber sido un acontecimiento catastrófico, y siento que nos salvamos de milagro.
Estaban todos los que me importan.
Muevo la cabeza, detallando los distintos puntos azules que están distribuidos de forma estratégica por la cuidad, son un total del 30, lo que me hace saber que la Agencia no se toma la captura de las Li y las As como un juego de niños, ¿por qué tantos agentes para cuatro chicas? Y todavía mejor: ¿Por qué no nos siguieron a nosotros sí saben de nuestra existencia? Dejó de lado esas preguntas, aferrándome la promesa que le hice a la hija de los amigas de mis padres y a la vez a la alianza que se cerró al empezar a trabajar juntos.
Somos un equipo.
Prometimos libertad sea como sea, y eso es lo que le vamos a dar, ¿por qué se retrasan tanto? ¿Qué les toma tanto tiempo?
—¿Por qué no vamos por ellas? —la voz de Larson, resuena por las paredes sacándome de mis cavilaciones, y le pasa lo mismo a Rean Doop.
—Porque no —le responde esté en tono impasible.
Finge.
Asiento a la pantalla frente a mí, mirando de reojo como Rafael se pierde en el pasillo. Cuando sé que estamos solos, me giro hacia mi amigo, quien observa el lugar por el que se perdió nuestro compañero de grupo.
—No soy de esto, pero... —comienzo sintiéndome incómodo—. ¿Estás bien?
Los ojos negro adquieren un brillo que no dudo sea de humor, el cual disminuye al tiempo que las palabras abandona su boca.
—Quiero ir por ella. No me siento bien sin tenerla cerca en estos momentos —aprieta los labios, como si necesitará fuerza para continuar—. Pero sé que si mando o voy yo mismo, Julietta no va a estar contenta, porque no le gusta que la menosprecie en cuanto a destrezas, y existe una parte de mí sabe que es muy capaz, pero otra desea cuidarla como si fuese de cristal.
Por unos segundos me encuentro pensando en su situación, puesto que no es fácil, y a los otros hago algo que muy pocas veces realizo por voluntad propia, le doy un abrazo que corresponde y en medio de éste le informó lo obvio:
—Estás jodido por la rubia.
—Mierda, lo sé.
Tomamos distancia con un poco de alivio, que para mal de ninguno dura menos de lo deseado, ya que los puntos rojos comienzan a moverse hacia el lado contrario de las instalaciones en las que nos encontramos, y sin dudarlo siquiera le aviso al pelinegro mis siguientes movimientos.
—Si tú no puedes, yo iré por ellas.
• 3 •
Xavier Miller mira sobre su hombro para darme con la mirada llena de confusión, y es que, jodidamente no es creíble lo que observamos, sin embargo, es la maldita realidad y nunca en la vida había experimentado tanta indignación como la que me posee en ese momento.
Me confíe
Creí en ella.
—¡Vaya, que rápidos! —masculla Aria, poniéndose de pie, en sus manos están los tres teléfonos que emiten la ubicación que hemos seguido desde que salimos de la Sociedad.
Mis ojos recorren la calle encontrándola totalmente vacía, en el sitio no hay otra chica más que la peliazul. No está su hermana. Ni rastro de las Li.
—Maldita sea —digo, dejando mis ojos en los marrones de ella—. ¡¿Qué demonios es esto?!
La chica se encoge ante el tono cabreado que utilizo y solo me da un silencio asfixiante que me obliga a acércame a ella, buscando intimidarla con mi altura. Sin embargo, X se interpone entre nosotros, deteniéndome en seco.
—Quítate.
—No.
—¿Cómo? —demando, elevando una de mis cejas con molestia.
—Ella va a hablar, pero no lo hará bajo presión —establece, haciendo que junte mis cejas con desconcierto ante la información—. Aria no sabe manejar los gritos, ni la intimidación, es algo que aprendí durante el escarmiento.
Sus palabras no relajan las ganas que surgen de golpear mi cabeza contra lo que sea por confiar en la palabra de Aliss Helman. No sé cómo creí en ella, si engañar siempre le parece más fácil que una confrontación.
Mentirosa.
Mientras en mi mente pasan los peores escenarios protagonizados por la castaña, ya que sus ideas suelen ser lo suficientemente radicales para temer, Miller habla con la peliazul, esa que cuando empieza a pronunciar el giro que dio la hija de los Helman con su método suicida, me deja parcialmente sin pensamientos positivos o siquiera aire libre para respirar.
Muy bueno y todo el cambio en el plan por parte de Aliss, porque de esa forma no hay carta libre para una disputa abierta entre las organizaciones, pero no se lo acepto, ni lo apoyo, puesto que su decisión me hace saber que desconoce las características de trabajar en equipo o de mantener el equilibrio de información entre unos y otros. En un grupo no puede hacer improvisaciones que pongan en riesgo a los integrantes, los sacrificios debe venir de los altos rangos, no de los subordinados.
—Ellas van a entrar en la Agencia, probablemente a estas alturas deben haber llegado y no dudo ni por un segundo que han comenzado a lidiar con los agentes que se encuentran dentro de la misma —dice, sus ojos marrones pasan de X a mí —, Aliss estableció media para que ustedes me alcanzaran cuándo comenzará a moverme para atraerlos, pero lo han logrado en 15 minutos, ¿qué procede ahora?
¿Qué procede ahora?
Repito con ironía, al tiempo que sacó mi teléfono y le envió un mensaje directo a Rean diciéndole que lo veo en la estúpida panadería que sirve de fallada para la organización enemiga. Justo en ese instante encuentro un enorme hueco en el plan de la chica que me gusta, y es que aunque no se refugiaron en la Sociedad, ellas siguen siendo un blanco sentenciado por traición.
Uno que sea como sea cuenta con respaldo.
—Xavier, pásame la laptop —ordeno y el pelinegro no duda comenzando a sacar el aparato de su mochila—. Vamos a dejar sin línea a todos estos hijos de puta.
• 3 •
ALISS:
No siempre quiero mentir, pero es la salida más fácil.
Una alternativa que evade situaciones no deseadas, pero utilizarla no siempre nos lleva hacia donde queremos, sino hace más grande el problema. La forma en la que Aida respira me hace saber que está al límite de su resistencia. El maratón que realizamos, la dejo muy cansada y es que el ritmo que marque junto a Julietta no era nada fácil para alguien que no está acostumbrado a mantener un ritmo acelerado. Mis manos hormiguean debido a la ansiedad que recorre mi sangre ante certeza de que en solo segundo vamos a estar bajo tierra rodeadas de agentes dispuestos a cumplir la misión de captura.
Tomo el mango de mi daga, mirando las puertas cerradas del ascensor, pero el jadeo de Julietta me hace enfocarla y repararla de arriba a abajo buscando alguna herida que no hay.
—¿Qué pasa?
—Le corte la garganta a la pareja de Meghan... —enuncia, dejándome helada.
—¡¿Qué?! —el chillido de la pelirroja, nos hace saltar—. ¡¿No qué sólo nos encontraríamos a agentes desconocidos?! ¡¿La mataste?!
Entra a Queen no fue difícil, lo complicado vino después de que pasamos las puertas, ya que 10 chicas centraron la mirada en nosotras, dos de ellas corrieron hacia a abajo y de las ocho que quedaron, 6 están amordazadas en el almacén de harina y hay dos cuerpos detrás de la barra de repostería.
La Agencia nos preparó para ser eficientes y eficaces en las misiones. El entrenamiento fue duro y aunque no se hablará abiertamente el que nos proporcionaran armas blancas para defendernos, venia de forman implícita el llegar a asesinar si nuestra vida o identidad estaba en riesgo.
Como ahora.
Sutil, pero sin dejar de ser brutal.
—No vi que era ella hasta que tenía su sangre en mis manos —murmullo la rubia, mostrándonos la daga y sus manos manchadas de rojo.
Mierda.
Detallo las mías y están igual de llenas del líquido carmesí, porque sin pensar en las consecuencias le encaje el arma en el pecho a una chica que iba a darle con la suya en la nuca a la hermana de Aria.
—Juli... —me acerco a la rubia—. Está bien, no querías... Las circunstancias te obligaron.
—¿Sí?
—Claro que sí —le contesta la pelirroja, tomándola entre sus brazos, importándole poco llenarse la ropa.
La imagen de ellas juntas tratando se transmitirse fuerza me nubla la vista, y no puedo con la presión que se aloja en el centro de mi pecho al pensar que todo esto se hubiera evitado si yo no hubiera sido tan tonta como para creer en un chico desconocido que lo único que trajo a mi vida fueron problemas tras problema. Esos que no me han dejado vivir como debería al contraponerme a ellos con engaños, secretos y mentiras.
¿Si hubiera hecho lo contrario todo sería diferente?
El corazón latee me tan fuerte que duele, por unos instantes mi mente se permite imaginar una realidad distinta donde no soy una mentirosa. Donde no tengo secretos y no cometo tantos errores o siquiera presento dificultades para confiar en los demás. Una en la que no me da miedo aceptar que me gusta alguien y que para mal de males más que gustarme, estoy enamorada.
¿Cómo sería eso?
Mi cabeza trae el recuerdo de cuando Potter se ofreció a sacarme de esto y acepté su ofrecimiento. La certeza de que no va a agradarle lo que he hecho me llega como un balde de agua fría.
Le mentí.
Pero también me mentí a mí misma al esperar que por una vez en la vida las cosas me salieran bien, ya que al en el segundo que decido acercarme para unirme al gesto de afecto. El sonido del elevador abrirse me detiene y me obliga a empuñar la daga hacia adelante al detallar la estancia que nos muestra al menos 20 chicas listas para irse sobre nosotras.
Para esta ocasión no puedo siquiera fingir que la diferencia es insignificante.
Porque no lo es.
—Yo de verdad… Lo siento —murmullo en tono bajo para que solo las dos chicas detrás de mí puedan escucharme—. Creo que volví a equivocarme.
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Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]
Teen Fiction«No siempre quiero mentir, pero es lo más fácil. Una alternativa mejor que la confrontación». H.C. *** Aliss tiene un secreto. Bueno, uno no, sino varios. Algunos se los busco y otros le llegaron sin aviso, pero a todos ella debe enfrentarlos, por l...