C35 | Efervescencia

19 13 27
                                    


Nota de autora: El capítulo está narrado en tercera persona, es la segunda vez que subo un cap así, pero quería se notará cada detalle... Lamento mucho las faltas, 🖤.

• 3 •


—Iré con ustedes —la voz de Meghan Lerman rompe el silencio que se había formado en la habitación luego de las órdenes que el hermano de Valeri Doop dio hacia la parte de su equipo que se quedó en las instalaciones.

—No —le respondió el pelinegro, lanzando una mirada cargada de hostilidad hacia la chica.

La cabeza de Rean no tenía lugar más que para preocuparse por el estado de cierta rubia, misma que había vuelto a verle la cara de idiota. "Maldita sea" pensó, aseguro su arma y guardando el último cargador que podía alcanzarle en sus bolsillos, cerró la mochila que tenía con cosas que podrían utilizar como repuesto y la colgó de su hombro.

—No estoy preguntando, te aviso —musito ella poniéndose de pie.

Thomas que estaba terminando de colocarse el chaleco y Rafael que esperaba en el umbral totalmente preparado, observaron la pequeña osadía y se quedaron estáticos ante el tono firme que uso el Jefe de grupo con la castaña:

—No te necesitamos, serás un estorbo.

Las palabras fueron fuertes y muy contundentes, sin embargo, aunque le dolieron, Lerman escondió ese dolor bajo su actitud habitual. Una máscara de indiferencia ocupó lugar en su cara y sin emoción, le contesto:

—Tranquilízate que no voy por ti —se acercó a la mesa donde se mantenían algunas armas y entre estas, una daga, la cual tomo y elevo hacia una de las pantallas en el sitio—. Las Li no son mis personas favoritas y a las As ni las conozco, pero tan poco seré tan hija de perra para dejar que sean cazadas como ratón con queso —lanzó el arma y están perforó la pantalla en segundos—. Sé cuidarme y moverme mejor que cualquiera de ustedes en Queen, porque aunque X estuvo dentro y les detallara las instalaciones, conozco pasadizos que nadie más conoce... No eres nadie para detenerme si quiero ayudar.

"No tengo tiempo para está idiotez" se recordó Rean, y por ello simplemente se encogió de hombro y sin decir nada avanzo hasta la puerta abierta del lugar y salió, dejándola con los dos espectadores que mantenían la mirada fija en la daga que acabo en el centro de la pantalla, "Joder, está tía también es un peligro" puntualizaron ambos castaños.

—¿Nos vamos? —hablo ella, sacándolos del ensimismamiento.

• 3 •

Cuando las puertas del ascensor se abrieron mostrando a 10 parejas con señales de que estar listas para subir o preparadas para su llegada, el corazón de Julietta detuvo su ritmo y segundos más tarde volvió de forma acelerada. La gemela de Aria trago grueso y se aferró con todas sus fuerzas a la daga entre sus manos, y trabajo en su respiración. Mientras la rubia dejo que todas sus emociones se congelarán dando un paso y rozando intencionalmente su hombro con el de su mejor amiga, tratado de que le diera una mirada para indicarle su estado. No obstante, Aliss Helman ni siquiera registro el toque, ya que la castaña estaba buscando desesperadamente un escape de sus propios pensamientos, las cuales giraban entorno a: "Me equivoqué. Una vez más. Soy un fracaso. De nuevo, de nuevo".

—Tengo que admitir que esto es una sorpresa —hablo una pelinegra de ojos marrones desde el lado izquierdo, haciendo que Carrier y Benedetto voltearan la mirada hacia la misma—. Aunque no sé si son estúpidas o valientes.

"Desconocida" en la cabeza de ninguna había un recuerdo de la chica, justo como con las demás jamás en la vida las habían visto, detalle que volvía a resaltar la veracidad de las palabras de la hermana de Marcus Lerman.

—Bueno, al menos contamos en el factor sorpresa —el cinismo en el tono de la hija de Judy, junto las cejas de las agentes, en un gesto más allá de la irritación. La boca de Aida desplegó una sonrisa complaciente y se colocó al otro lado de Helman.

—Lo concedo, pero... ¿A qué costo? —hablo otra chica a unos escasos metros, el tono fue irónico y resonó por todo el sitio—. ¿Creen que van a ganar llegando aquí? ¿Qué saldrán ilesas? ¿No saben sumar? La balanza está en su contra, simplemente nos han ahorrado la molestia de cazarlas.

El asentimiento por parte de las demás le dan más peso a las palabras, porque le proporciona respaldo y pequeñas risas llenas de burla escapan de algunas haciendo que Julietta se muerda la lengua para no maldecir y en su lugar les sonríe ampliamente, tomado una mano de su mejor amiga y propinándole un sutil apretón para que reaccione. Porque no la quiere lamentándose ni reprochándose su elección, no la desea ahogándose en su mente o siquiera aceptando una derrota sin haberlo intentado.

"Vamos, Helman, sal de ahí" pide para sí, porque aunque pueda que una parte de la castaña tenga razón en sentirse culpable a la rubia no le interesa nada de eso, ya que sin importar las consecuencias ha decidido siempre permanecer a su lado. La chica de ojos azules sale de su trance al sentir la presión y mirando de reojo los ojos verdes de la rubia, su mente es un desastre, pero aun sabiendo que debe de idear un plan B para enfrentar lo que se viene, no puede dejar de saborear la sensación amarga que la invade el saber que ha vuelto a hacer las cosas mal.

—¿Dónde está la otra? —dijo la misma chica, acordaron los metros entre ellas. Poso la mirada en las tres féminas, y un brillo malicioso resaltó en su mirada—. ¿Alguien nos ahorró todavía más el trabajo?

Aida Benedetto le prometió a su gemela ser prudente, algo ilógico porque siempre ha sido una chica tranquila, pero por primera vez en la vida quiere hacer uso de las técnicas que aprendió a la fuerza por circunstancias de la vida, sin embargo, para sorpresa de sí misma lo reprime, y en su lugar sus labios se abre y lo que dice, provoca en sus compañeras una sensación parecida al orgullo.

—Despreocúpense, la dejamos en casa porque queríamos que el encuentro fuera justo.

El dicho de "Quien se junta con lobos, a aullar aprende" queda justo en el punto, el silencio que toma la habitación es denso y las miradas que recibe son de todo menos caritativas, y es eso lo que empuja por completo los pensamientos negativos de Helman, "Mierda, basta, no debo distraerme" se recuerda, devolviéndole el apretón a su amiga al tiempo que se mete su daga en la cadera para luego toma el brazo de la pelirroja y dar un paso hacia fuera del elevador, mostrándole indirectamente a las 10 parejas que tienen de todo menos miedo.

—Definitivamente están dementes... —murmullo alguien cuando las tres estuvieron dentro del lugar, ninguna logra identificar a la dueña, pero eso no detiene a la castaña de brindarles un asentamiento y una sonrisa llena de soberbia del tipo: Si lo estamos.

—Y son payasas... —agrega otra, lo suficientemente alto para determinar de quien se trata, la chica que hablo de primero, cabello negro y ojos marrones.

Nuevamente risas de burla se oyen, no obstante ni eso le borra la sonrisa a la hija de Alisson, ya que aunque no tiene una maldita idea sobre qué hacer, no va a permitir que la vea débil e insegura, puesto que los agentes consideran que es primordial desvalorizar al enemigo, humillarlo, hacerlo sentir nada.

—¿Payasas? —repite, Aliss—. ¿No encontraste algo más original? Confieso que es decepcionante, esperaba algo diferente... —el sarcasmo salió a flote en sus últimas líneas—. Después de todo son la élite.

Fue el turno de Julietta y Aida para reír.

A ninguna de las 20 chicas le agrado la situación, ninguna esperaban nada interesante de las agentes que según el archivo decidieron unirse a la Sociedad, esas que pasaron a ser objetivos primordiales y que antes de eliminar debían sacarles la mayor información posible sobre la competencia, pero nadie esperaba encontrar el escudo emocional tan alto, ni siquiera el atrevimiento que representa sus presencias en Queen a las pocas horas de iniciar la misión.

Las risas acaban al tiempo que la pelinegra del centro murmulla hacia su compañera algo que ninguna puede captar, pero que hace que la castaña decida colocarse en posición de defensa, al instante las dos chicas a su lado la imitan.

—¡Joder! —dice una chica de cabello corto y de estatura baja, los ojos de esta se posan por segundos en cada una de las chicas a su alrededor—. Destaco que su terquedad es buena, pero Li y lo queda de As, no va a funcionar, ¿verdad?

—Van a perder —pronuncia otra.

—Por supuesto, están marcadas —se le unen dos más, y al hablar al unísono se ríen.

—Su espectáculo fue bueno mientras duro, pero...

—Se acabó.

—La función llegó a su fin.

—¿Están listas? —pregunto con diversión la que inició las habladurías, y se contestó a si misma—. ¿Qué estoy diciendo? ¡Por supuesto que no lo están!

Mientras la algarabía se extiende buscando la forma de hacer flaquear verbalmente la indiferencia de las tres chicas, las cuales se mantiene con la misma postura; espalda recta, pies abiertos, ojos al frente, daga en mano y puño listo.

"No deberían subestimarnos" pensó Julietta y casi lo mismo pasaba por la mente de su mejor amiga y es que si algo han aprendido en este corto tiempo es evitar volver a caer en ello, porque puede desencadenar un completo caos.

Y eso sucede.

Los cometarios siguen y siguen, pero Aliss Helman solo se centra en una cosa.

La adrenalina que le recorre las venas y el latido acelerado de su corazón le recuerdan que a pesar de tantas equivocaciones aún sigue con vida y el deseo de seguir haciéndolo la incita a tomar su daga y lanzarla con seguridad y rapidez hacia el cuello de la chica de cabello negro y ojos marrones, esa que no sabía decidir si ellas eran estúpidas o valientes, aun cuando la respuesta es más clara que el agua. La daga no da en el centro, no por mal lanzamiento, sino porque la castaña apuntó directamente hacia la yugular. La sangre es inmediata y la muerte también.

Por segundos el silencio es solemne, las 19 agentes detallan la escena con estupefacción, otro movimiento que no esperaban, algunas se acercan tratando de parar el sangrado.

Aida observa como el rojo oscuro empapa la ropa y se escurre por el azulejo blanco, Julietta se ahorra el impulso de encogerse de hombros, y en su lugar centra la mirada en la castaña y en el hecho de que ahora se ha quedado sin arma.

—Quédate detrás de mí —le ordena, pero no recibe ningún asentimiento, lo que la hace gruñir—. No tienes daga, ellas tiene hasta dos en el puto cinturón.

—Toma la mía —masculla Aida, haciendo que las dos la observen—. A la que dejen fuera, le quitaré la daga.

A la pelirroja si le dan un asentamiento y antes de que diga algo más, Aliss la empuja hacia el ascensor, ese que se ha mantenido abierto y que para todos había pasado desapercibido, "¿Por qué no sé cerro?" se cuestionó la castaña, y en cuanto lo hizo, se reprochó, "No te distraigas, maldita sea".

Pero lo hizo.

Una de las agentes llegó lo suficientemente cerca como para enterarle la daga en el muslo derecho, haciendo jadear ante el dolor. La rubia no desaprovechó la oportunidad para desgárrale la garganta y robarle la otra daga y pasársela a Benedetto, la pelirroja tomo lo que le extendía con la cabeza repitiéndose que eso fue demasiado fácil para ser cierto.

—Perra... —pronuncio la castaña al sacarse la daga, el escozor el recorrido el cuerpo entero, pero no tuvo tiempo para verse la herida ya que, las 18 chicas que restaban se fueron sobre ellas.

En una organización que solamente se acopla a sus reglas y las órdenes que vienen de un solo superior, puede ser considerada ideal para el cumplimiento de misiones complicadas o no, y es que dentro de la Agencia no importa la misión es descabellada o radical, tampoco si el objetivo de esta es justo o no, ya de sin importar que debe cumplirse, porque no hay lugar para remordimiento ni sentimentalismo, al igual que no lo hay para cuestionamientos o retiros, por eso aunque le dupliquen el número no esperan a que sus contrincantes tenga compasión o qué esperen por turnos para enfrentarse a ellas.

No, por supuesto que no, una misión es una misión y si para tener éxito hay que recurrir a la crueldad nadie va a dudar en hacerlo.

Pero Aida, Julietta ni Aliss están dispuestas a perder, por lo que las dos últimas son las primeras en moverse. No demasiado, pero si lo suficiente para atraer la atención de algunas, una mirada entre ambas basto para decidir que la idea de dividirse es mejor que enfrentarse todas juntas.

El entrenamiento para ser un agente es riguroso y duro, y el hecho que de que sea empleado en turno nocturno, es lo que más pesa para los novatos, porque no están acostumbrados a perder horas de sueño ni a ejercitar el cuerpo bajo series que mantengan la masa muscular, que aumenten la resistencia y la fuerza del cuerpo, entre otras cosas que deben alcanzar para declararse finalmente agentes.

Y es en ese momento cuando pasan al otro tipo de entrenamiento, en el cual te dan la oportunidad de obtener una daga, esa que el portador decide el tamaño y el color, porque es el arma que estará a su lado en las misiones de rangos altos o es su defecto en le erradicación de un enemigo, puesto que para las traidores el trato sigue siendo el mismos, pero se le aplica una tortura sea para obtener información o para alcanzar otro tipo de sufrimiento.

Cuando un agente es marcado, no hay nada que pueda hacer para quitar esa marca.

En cuestión de minutos que se sienten eternos, queda claro que el tiempo que las Li pasaron en entrenamiento y los castigos que recibieron por haber hecho algo mal, sirvieron tanto como para disminuir el número. Sin embargo, eso no es suficiente.

Benedetto tiene cortes pequeños por los brazos que le arden y la obligan a morderse el labio inferior para no gemir ante la sensación. De reojo enfoca a sus compañeras esas que poseen más lecciones que ella y que en comparación con las suyas, son grandes, porque la mayoría de las agentes se fueron sobre ellas porque al parecer se ganaron su repudió.

"Joder, no las soporto" piensa la rubia, clavando la daga en el abdomen de una chica de ojos oscuros, esa que decidió que era divertido colocarle la suya en muslo, "¿Cómo Aliss se mueve como si nada?".

—Maldita loca... —susurro sorbiendo su nariz, y tomando una respiración profunda antes de apartarse del sitio en que se encuentra debido a que otra chica viene por ella—. ¡Joder, dame un respiro!

—Deja de moverte y te lo daré —le contesta está.

"Sí, claro" se mofa mentalmente, como si fuera a creer en su palabra. En la habitación todas la féminas saben que al objetivo marcado no sé le elimina hasta que se logra haberlo sometido, "Y no vine aquí para empezar a ser sumisa".

—¡Perra! —el grito irritado de una chica la anima a sus ojos verdes a que la busquen, encontrándola debajo de su mejor amiga, esa que se levanta antes de que otras dos féminas se le vayan sobre está.

Una sonrisa se dibuja en su boca debido a ello, pero es borrada de forma inmediata porque es tacleada por la espalda, el impacto contra el suelo la deja sin aire, se remueve enojada consigo misma por distraerse, pero la daga de la chica que se pone de rodillas sobre su espalda, queda lo suficientemente cerca de su garganta para dejarla quieta.

—¿Julietta? —murmulla Aida, quien ésta metros de ella, lo que la hace mirarla.

En los ojos marrones de la pelirroja destaca el miedo que la invade ante la idea de verla muerta, y es miedo no pasa desapercibido por la agente que deja de lado para empezar a correr hacia la rubia, esa que no le grita que se detenga porque sabe que ante el más mínimo movimiento puede ser letal.

"Joder, no" ruega, pero es tarde, al segundo siguiente la gemela de Aria está contra en el piso con las manos hacia atrás en un ángulo inhumano, pero que no la detiene de seguir moviéndose hacia la rubia, lo que obliga a la chica que la retiene a dejar caer su pie contra su espada, y es el grito impetuoso que escapa de sus labios lo que para todo, robándose la atención de la hija de los Helman, a la cual le toma un par de segundos darse cuenta de la situación.

En la habitación quedan 8 chicas, dos sostienen a sus compañeras y dos de estás están cerca y las restantes la rodean a ella, por lo que el impulso de ayudarlas la deja inmóvil, "Mierda, mierda, mierda".

La mirada se le empaña y ajusta la daga haciendo un corte rápido y preciso en su contrincante. "Quedan 7" se recuerda, escuchando la voz de la chica de estatura baja y cabello corto, esa que deja caer nuevamente su bota sobre la espalda de la pelirroja, sacándole un par de lágrimas.

—Son buenas, pero nosotras somos mejores.

Los ojos azules de Aliss no dejan de ver a la chica, se muere por observar a la rubia para evaluar su estado, también por contemplar los ojos marrones de Aida, pero no lo hace porque sabe que si muestra interés en ellas, se van aprovechar de eso.

—Tienen el ego demasiado grande, me asfixia —dice la castaña, caminado hacia el lado izquierdo, alejándose de las chicas que la rodean, esas que se recostaron contra la pared, como si la misión estuviera terminada.

—Hablo por los hechos, ¿eres ciega?

La expectación que le brindan le hace reír, mientras la observan se toma su tiempo para calcula la distancia y estatura entre ella y la chica. La primera es más larga y la segunda más baja, por lo que el ángulo de su lanzamiento no debe ser demasiado alto, ya que no dará con su objetivo.

—Nunca desee incomodarte con el tema de tu ex, pero... —habla Aliss, las cejas de las chicas se juntan con confusión, incluso una parte Carrier y Benedetto queda desconcertada—. Si lo quieres y él también, deberías intentarlo. Las oportunidades deben aprovecharse y algunas deben de tomarse con mucha rapidez.

—¿De qué carajos estás...? —la pregunta muere al tiempo que por segunda ocasión la puntería de Helman hace acto de presencia.

El movimiento de Aida para levantarse y tomar su daga es veloz, por lo que no está desprotegida cuando la más cerca de ella se le va encima, y Aliss se prepara para recibir a las dos que se habían recostado a la pared, al no tener su arma, sus ante brazos sufren las consecuencias y sus nudillos de por sí abiertos, sangran todavía más al impactar contra la cara de una de las dos.

La chica que retiene a la rubia, cansada de todo el desastre y fastidiada con la existencia de las causantes de este, se olvida del protocolo para los traidores lanzando lejos su daga y tomando el cabello rubio de Carrier, la cual lucha para bajarla de su espalda, pero que deja de hacerlo al ser estrellada con fuerza contra el suelo del sitio.

Una.

Dos.

Tres veces.

El sabor a hierro de su propia sangre le genera náuseas, pero todo en ella se desconecta y el grito desgarrador que sale de Aliss al pronunciar su nombre es lo último que escucha. Del cabello dorado sobre sale el líquido rojo que mancha las manos de chica sobre ella y el piso donde se encuentra, algo de Helman se quiebra dentro de sí al mirar a su mejor amiga.

—¡Julietta! —repite, empujando lejos a su contrincante—. ¡Julietta!

No da ni dos pasos cuando la toman del cabello y la obligan a impactar contra el suelo, pero Helman no siente dolor, sus ojos no se apartan del cuerpo de esa hermana con la que no comparte sangre y la palabra "Culpa" no deja de repetirse en su mente. La mirada azul no deja de ver la sangre que rodea la cabellera rubia, no deja de anhelar verla moverse y al estar suficientemente lejos no visualiza si la misma sigue respirando.

No tiene la certeza de que aún viva.

—¡Aliss! —oye que le dicen a lo lejos, pero no presta atención—. ¡Aliss! ¡Reacciona, maldita sea!

Aida Benedetto también le prometió a su gemela mantenerse y mantener con vida a sus compañeras hasta que ella llegará, y si algo aprendió del lazo que existe entre las Li es que no importa que tan oscuro parezca el camino, si ambas están juntas se puede encontrar una salida, es por eso, que al quedar libre, corre hasta las dos chicas que tienen a la castaña, esas que no se molestan en verla, porque están disfrutando de la inestabilidad que muestra y, una vez que está cerca le deja caer una cachetada que la saca de línea.

—¡Muévete, que sola no puedo!

La cara de las dos chicas se transforman de un estado de dicha a uno de irritación, y la pelirroja es quien se levanta antes de que una de ellas la tome, Aliss la imita aprovechando la distracción y le barre los pies, haciendo que impacten de forma dura contra el piso, no tarda nada en subirse sobre ambas y con sus propias dagas eliminarlas, Aida que se había alejado para hacer los mismo con la chica que se mantenía de pie a un lado de la rubia, en cuanto termina se acerca al cuerpo de está para tomarle el pulso.

Ninguna habla mientras la pelirroja se toma si tiempo. Helman cierra los ojos y le ruega al cielo que no se la lleve, que no se la quite, que la deje a su lado hasta que los años pasen, hasta que vivan realmente.

—Está inconsciente —el alivio las inunda, y la castaña se acerca para darle un abrazo, detalla a Julietta Carrier y las lágrimas que se habían manteniendo guardadas salen sin importar el lugar.

Pero no todo ha acabado y sus ojos azules tiene un confirmación en los marrones, el escozor en su piel y la falta de sangre la obligan a tomar distancia, le duele la cabeza y tomando la daga se hace un corte en la palma.

—¿Por qué...?

—Debo mantenerme despierta —le recuerda, "El dolor impide que se desmaye" entiende Aida, justo al tiempo que la puerta del pasillo se abre y por esta entra 5 personas, entre estás la Jefa.

Sin embargo, no sólo eso pasa.

Ya que electricidad se va, dejando todo completamente en oscuridad.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora