C25 | Entre blasfemias y extrañezas

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Mamá no es muy buena con la cocina, pero cuando hace algo nunca queda realmente mal —y no es que quiera hacerme la ciega debido al amor que le tengo—, sino que ella si tiene ese don.

Uno que no logré heredar.

—Esto está horrible, ¿quién lo hizo? —el murmullo del primogénito Potter hacia su padre llega hasta mi oído, y me muerdo la lengua para no insultarlo.

El tío James se hace el desentendido, mientras que observa con atención como mi papá se come los huevos revueltos con tocino y pan tostado que realice.

Pobrecito mi papá.

Ni mamá ni la tía Martina se encuentran en casa. Ambas salieron muy temprano hacia el hospital y luego irían a otro sitio, sin embargo, antes de irse mi progenitora decidió que era buena oportunidad de pulir mis inexistentes habilidades culinarias.

—Da gracias que tienes que comer... —responde segundos después el arquitecto.

—Para algo así, mejor no como nada... —le sigue esté y siento que una vena resalta en mi frente del enojo que me llega ante sus palabras.

No soy buena cocinando y él lo sabría de no ser porque el día que dijo "Tengo hambre, ayúdame a cocinar" termino en un "Compremos pizza, es más rápido".

—Niña Helman, ¿me regalas un poco más  de café? —habla el esposo de Martina y papá alza su taza en señal de que también quiere, y no puedo evitar reír.

El café si me quedó bien.

Les relleno las tazas a ambos y tomo una nueva dejándola al lado de Harry, aprovechado el sonido de la china al contacto con la madera le dijo en tono bajo:

—Si no quieres, no te hartes.

Luego de eso, me siento al lado de papá para desayunar. Doy el primer bocado detallando que me pase de sal, pero que el tocino con pan y café aminoran lo salado. Para cuando el reloj marca las 6:30 am, los mayores se retiran de casa. Termino de lavar los platos sucios y subo las escaleras corriendo por mi mochila mentalizando que voy a llegar tarde al instituto y eso es algo que no me gusta. El idiota de Potter se fue hace unos minutos y ni siquiera me pregunto que si necesitaba ayuda.

¿Por qué siquiera espere que lo hiciera?

Al bajar sin preverlo choco con un mueble y el lugar que recibe todo el impacto es directamente la chimpinilla.

—¡Mierda! ¡Mierda!

Tomo asiento un momento y me masajeo la zona con lentitud, ¡¿por qué esto me pasa a mí?! ¡Maldita desgracia! Cuando creo que es suficiente, vuelvo a ponerme de pie lista para salir. Cierro con seguro la puerta de casa y me detengo al observar cómo se estaciona cierto lamborghini justamente en la entrada dando a entender que espera por mí.

Avanzo con pasos lentos y mi mirada recae al final de la calle, de la esquina surge un chico manejando una bicicleta.

—¿Issac?

—¡Aliss! —grita el rubio, confirmándome que es Saucedo—. ¡¿Te llevo?!

No he contestado cuando el vehículo a mi lado arranca con ímpetu, haciéndome juntar las cejas con desconcierto.

¿Y a esté?

—¿Era Harry? —interroga el hijo de Logan al llegar junto a mí—. ¿Por qué se fue?

—Si era él —le afirmo—, ¿por qué se fue? No sé, quizás se le paso la mano con su cereal de alacranes.

• 3 •

El timbre suena anunciando el fin de este día escolar y todos se levantan con rapidez. Carajo, en un abrir y cerrar de ojos pasaron las clases de hoy y a mi cerebro le cuesta procesar la información que acaba de recibir. Mientras camino por los pasillos las miradas curiosas que me dan los demás estudiantes recalcan que los rumores son ciertos. Esos que no había querido aceptar.

El dicho de "Crea fama y acuéstate a dormir" se transforma en: "Llega sola con alguien a la escuela y te consigues pareja en un 2 x 3".

Comprobado.

No me gusta ser tema de conversación en el instituto, porque en cada conversación puede salir resultar algo nuevo y no por ello es verdad. Exactamente como lo que están esparciendo ahora, un rumor donde me encuentro en una relación con Issac Saucedo. Joder, en vez de estudiantes parecen el tipo de vecinas chismosas que gracias al cielo no hay en mi zona.

—¿Entonces? —insiste Julietta cuando me la encuentro a la salida.

—Entonces, ¿qué?

—No te hagas la loca, que no te queda: ¿Harry o Issac?

Guardo silencio y su pupila se dilata ante ello. No me quita la mirada verdosa de encima y suprimo una carcajada por la expectación que profesa por un solo nombre.

—Dante —le respondo rápido para luego alejarme de ella.

La rubia no me sigue, por lo que volteo a verla sobre el hombro encontrándola con semblante molesto y los pies pegados al suelo.

Está chiflada.

—¡Apúrate que no tenemos tiempo que perder! —le digo, retomando mi caminata, la siento seguirme de inmediato—. No quiero escucharte de nuevo preguntando cosas que no tiene sentido y que son de irrelevancia.

No me responde nada y su silencio me sabe a qué le valen una mierda mis palabras y que seguirá con la jodedera sin importancia. Caminamos juntas hasta el estacionamiento sin volver a hablar. Se supone que debemos reunirnos acá pero el que no esté Harry ni Rean por el lugar me detiene en seco. Hace dos días nos informaron cuando iríamos a la casa abandonada que localizaron las gemelas Benedetto.

Y ese día es hoy.

Tanto Aria como su hermana están conscientes de que podemos encontrar lo que sea en ese lugar. Y por esa razón Juli y yo le hemos estado todos estos días un entrenamiento más allá del básico en los espacios destinados dentro de la Agencia. Entre tantas cosas que rondan en mi cabeza y la que más me jode es que: Si la organización no hace excepciones —y si las hace obtiene beneficios—, ¿qué gana poniéndonos a trabajar en equipos si las reglas son claras con el hecho de solamente se aceptan parejas?

Algo no me cuadra.

—Se deben a ver retrasado con algo, pero podemos irnos con Dante —dice mi mejor amiga señalando hacia el castaño que casualmente viene hacia nosotras—. Vamos.

No me deja opinar, únicamente me jala para llegar hasta él y frente de su primo habla:

—¿Nos llevas, primito?

—¿Tengo opción?

Ambos se quedan observado fijamente y aprovecho para reparar el lugar, ubicado una cabellera rubia dirigiéndose hacia el espacio para bicicletas.

Mierda.

—Por supuesto que no —le respondo, tomándolos de las manos y casi obligándoles a correr a su carro. El castaño oscuro bufa con frustración, pero lo desbloquea desde lejos, sacándome una sonrisa. Me subo en los asientos traseros y la rubia me copia mirándome con intensidad.

—Le huyes —señala.

Hago como que no escucho y Dante Carrier sube encendiendo el motor del vehículo. Sin dudarlo o sin pedírselo, pongo la radio.

—Le huyes —repite.

Vuelvo a fingir sordera, pero el chico que va con nosotras ha captado lo que dijo, ya que nos observa por el retrovisor y por más que le de miradas de: "Cállate, cállate, cállate".

Ella no lo hace.

—¿No quieres romper corazones, Aliss? ¿Por eso huyes?

—¿A quién le huye? —se interesa Dante.

—¿No te llegaron los cuchicheos de hoy? —digo, girando los ojos—. Y no huyó de nadie, simplemente quiero llegar a casa.

—Claro, claro —habla con sarcasmo, Juli—. Y a mí no me gusta Rean.

Tonta.

—¿Te refieres al de Issac saliendo contigo o al del mismo siendo golpeado sospechosamente por un balón que arrojó Harry? —habla Dante saliendo de la institución—. En lo personal, estuve ahí y Potter no fue muy discreto.

—¿Qué? —masculle, la carcajada de mi mejor amiga no se hace esperar.

El castaño de ojos oscuros no me da muchos detalles del acontecimiento y no sé ni porque mi mente se me vuelve un caos ante algo que no debe de importarme, pero que lo hace. 10 minutos después me despido de los dos y al pasar el umbral de la puerta principal encuentro la sorpresa de que mamá y la tía Martina están de regreso.

—Buenas tardes —saludo, acercándome para dejar un beso en sus mejillas—. ¿Dónde andaban?

—No seas cotilla —me regaña mamá, y el pulso se me dispara al recordar que la otra mujer presente se enteró de mi llegada nocturna. La madre de Harry ha mantenido su palabra, pero no puedo evitar ponerme nerviosa—. Mejor cuéntanos, ¿cómo te fue en la escuela?

Ay, no.

Me inventaron una relación, me dejaron más tareas que ganas de vivir y el hijo de tu amiga está actuando tan rato que da miedo. Quise decirles, pero mejor lo reserve en mi cabeza.

—Bien, ma.

Los ojos azules de Alisson Franco se ponen un segundo en blanco, como siempre que no doy detalles sobre algo y la imito, porque sabe que me gusta hacerlo mismo cada que hace eso. Ante esto la rubia de ojos verdes suelta a reír.

—Ustedes parecen gotas de agua, pero son tan diferentes a la vez —puntualiza, su mirada posan en mi madre y luego en mí—. ¿Dónde has dejado a mi Harry, Mini-Alisson?

¿Por qué yo debería de saber eso?

—No compartí la últimas horas con él, pero seguro no tarda —le informo, aunque ni siquiera lo vi desde en la mañana.

• 3 •

Ajusto los cordones de mis botines negros y tomo una profunda respiración antes de bajar por las escaleras. Lucas Helman es el primero en verme y el gesto que hace con los labios me confirma lo que había imaginado.

No le gusta mi vestimenta.

Mi madre se acerca con rapidez y una sonrisa se apodera de su rostro, mientras que su amiga toma su teléfono con intenciones de hacer una foto del momento. El tío James le pone una mano en el hombro a papá como dándole apoyo y eso me hace reír.

—Estás completamente preciosa, mi amor —me halaga, mi progenitora—. ¿Miento, Luc?

Papá niega con seriedad.

—No me gusta, se ve fea, Alisson —le dice, y lo miro fingiendo ofensa.

—Vale, a ti puede que no, pero seguro a Harry sí —contesta, mamá—. ¿Dónde metiste a tu hijo, Mar?

—Creo que ya está afuera esperándola —anuncia y me ve tratando de confirmarlo, por lo que le asiento.

—Yo creo que va a tener que devolverse porque Aliss no va a ir a ningún lado —musita, mi padre—. O se cambia o no va, simple.

Su esposa se lo come con los ojos y el arquitecto susurra algo hacia la psicóloga que no logro captar. Pasa el peso de un pie a otro, recordándome que no tengo el tiempo para esto y que seguro el primogénito Potter debe de estar harto de esperarme. No obstante, debo de sostener la mentira de que vamos a una fiesta y no a un lugar abandonado lejos de aquí.

—Me voy a cambiar —expreso, girando sobre mi eje.

—Perfecto —concuerda mi padre.

—No, así te vas —se impone mamá.

Pero mis ojos no se posan en ella, sino en papá, quien para mi sorpresa no vuelve a decir nada y se aparta de la puerta dándome a entender que puedo irme.

¿Con que lo habrá sentenciado mamá?

Me despido de todos y salgo con mi progenitor detrás de mí, lo que me hace detenerme. De reojo veo la silueta de Potter acercándose a nosotros.

—Prometo no tardar mucho, pa —hablo, dándole un beso en la mejilla.

—Está bien, mi vida —me da un gran abrazo y me permito inhalar el olor de su perfume—. ¿Puedo hablar contigo?

—¿No estamos hablando ya? —mascullo con humor, separándome de su pecho.

—Le decía a Harry, cariño —besa mi coronilla, mirando sobre mí—. Sube al vehículo, será rápido.

Aunque no quiero moverme lo hago, subo al sitio del copiloto y mi mirada va hacia ellos. No tengo la habilidad de leer labios ni oído súper dotado, así que ni siquiera intento ver de qué hablan, pero no duran más de cinco minutos. El castaño con tonalidades rubias sube al vehículo en completo mutismo y tengo que morderme el labio inferior para no indagar sobre lo que sea que conversaron.

Maneja con velocidad entre las calles y cinco minutos después se estacionan enfrente de edificación que alquila departamentos. Bajamos y suelto un suspiro al observar las escaleras.

—¿Qué? —pregunta Harry, rompiendo el silencio.

—No me gusta subir escaleras cuando ando de falda —le respondo, y me repara de pies a cabeza como si no lo hubiera hecho hasta ahora.

—¿Quién dijo que vamos a subir? —habla y saca su teléfono, marcando un número para llevárselo a la oreja, y ordena—. Bajen, estamos aquí.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora