C31 | Definitivamente, no Harry Junior

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¿Aunque eso sea miedo?

Debí morderme la lengua para no preguntar y ahora en mi cabeza sus palabras. repiten como grabadora

¿Qué no me hago una idea? ¿Acaso él se la hace?

Mis ojos se posan en el hijo de los Potter, ese que ayer estaba abriendo tranquilamente su hamburguesa como si los que dijo fuese cualquier cosa. Ese mismo al que trate de imitarlo actuando como si todo estuviera bien, pero que termine derramando la gaseosa sin querer, lo que me obligo a ponerme de pie y maldecir. Harry también debió levantarse porque el líquido se desbordó hacia su asiento. Si, suerte de mierda. Yo tome unas servilletas tratando de limpiar, pero la carcajada del castaño me detuvo en seco y debí lidiar con las ganas que surgieron de golpearlo porque no era gracioso.

Ajustó las correas de mochila caminando hacia él, creyendo que aún la mirada de papá esta sobre mí y no puedo evitar avanzar con cierta tensión. Puesto que mientras desayunábamos, Harry se ofreció a darme un aventón hacia el instituto, le cabecee un "Si" y luego lo vi subir hasta su habitación, dejándome con los cuatro adultos en la mesa.

Lucas Helman ni siquiera se percató si ya había desaparecido cuando él también se ofreció a llevarme. Sus ojos azules más oscuros que los míos no se despegaron de mí, y por supuesto que su esposa no me dejó contestar porque sabía que jamás me atrevería a decirle un "No" a mi padre, así que debí apresurarme para salir cuanto antes de ahí.

Cuando finalmente estaba por pasar el umbral y librarme de ello, la madre de Potter dijo algo que no logré escuchar pero que a su esposo y a mi madre hace reír y a papá maldecir.

¿Qué podrá haber sido?

—¿Lista? —indaga el castaño claro, enderezándose ya que estaba recostado en el auto.

—Listísima.

Lo veo elevar el lado izquierdo de su boca en una sonrisa maliciosa, la cual me calienta las mejillas y se extiende ante ese resultado.

¿Y ahora qué mierda me pasa?

Volteo los ojos, metiéndome el auto y azotando la puerta con fuerza, únicamente para molestarlo. Sin embargo, no me dice nada ni cuando pongo la radio y empiezo a tararear una canción que obviamente jamás había escuchado. De reojo lo observo mirarme, una de sus manos está sobre el volante y la otra en el timón, no sé porque me quedo detallándolo como si fuera la primera vez que lo veo.

¿Qué cambio?

¿Siempre fue así de atractivo?

—Una foto dura más, ¿la quieres?

Se muerde el labio inferior tratando de esconder la sonrisa burlona, pero falla en el intento.

Estúpido.

Me remuevo incómoda haciendo mi cabello hacia atrás, mientras hago como si no lo escuché, debido que ni siquiera se han cumplido las 24 horas de que le pedí a mi manera disculpas y ya quiero mandarlo a la mierda.

Pero no lo hago porque en la mierda no puede hablar conmigo.

—¿Estás segura de esto? —pregunta, parando en un semáforo en rojo.

—Sí.

—¿De verdad?

—Sí.

—Rodando aquí, yo no voy a regresarme —anuncia, mirándome fijamente esperando una negativa que no le doy—. ¿No te importa que llamen a tus padres?

—No —le contesto, hundiendo las cejas ante su insistencia—. ¿Te da miedo, Harry? ¿Temes lo qué papá te vaya a hacer si se entera que nos hemos saltado las clases juntos?

—No seas tonta... —siseo aburrido.

—Porque no lo soy digo justamente eso, hago la observación —lo interrumpo su habla—. El miedo es algo normal, así que si lo deseas podemos venir después de clases, ¿vale?

El primogénito Potter guarda silencio y el semáforo cambia a verde, lo que lo hace reanudar el andar de inmediato. El rumbo que toma me hace saber que vamos hacia donde sea que quede la Sociedad, y cuando pego la mirada a la ventana a mi lado, escucho el susurro bajísimo que sale de su boca.

—¿Miedo? De eso tú tienes por los dos... —dice y me quedo quieta procesando sus palabras, ¿qué quiere decir?

Por supuesto que no le pregunto a qué se refiere, y debido a ello tengo otra cosa más porque volverme loca.

Las instalaciones de la organización enemiga está bajo una tienda de artículos deportivos. De verdad que no comprendo el afán de ponerlo todo bajo tierra, no obstante me ahorro los comentarios sobre esto, pues me concentro en colocarme la ropa masculina que deberé usar para pasar desapercibida.

El buzo me queda nadando y eso que me lo coloque sobre una licra, la camiseta me llega hasta los muslos y debo de meterla por dentro para que disimularlo, el gorro que traje me cubre todo el cabello y la chaqueta pesada deja mi pecho plano como el de un chico. Abro a puerta con rabia, mientras mis ojos buscan al idiota que no encontró otra forma para que lograse entrar y partirle la cara la perra de Meghan.

—¿De quién es está ropa de Hulk?

Harry me repara de arriba abajo y sus ojos verdes con tonalidades marrones, brillan llenos de burla.

—Es mía, y te queda perfecta.

—Imbécil.

—Lo que digas, Helman —se mofa, acercándose a mí y elevando las manos para acomodarme el gorro.

Está cerca, demasiado cerca.

El olor masculino llega a mis orificios nasales y por su altura debo de subir el mentón para verlo a los ojos, esos que al parecer estaban esperando que hiciera lo que hice, ¿por qué tiene que tener una mirada tan espectacular? Mejor aún, ¿por qué estoy notando cada cosa interesante de él? De repente, la molesta sensación de algo en mi estómago, me hace querer dejar de sostenerle la mirada y eso es algo que no voy a hacer, pero que debí hacer cuando me da una sonrisa divertida que me sube los colores al rostro.

¿Qué mierda?

—Sonrojada te ves más hermosa —pronuncia lentamente y no sé lo que ha dicho es una realidad o una alucinación.

—¿Cómo?

—Es hora, debemos entrar —habla, quitando sus manos de mi cabeza y alejándose de mí.

¿Lo dijo o no lo dijo?

• 3 •

HARRY:

La castaña me sigue a paso rápido y en menos de 10 minutos estamos frente a la hermana de Marcus Lerman. Los ojos grises de la fémina quedan en mí llenos de aburrimiento, me aparto dejado que detalle la presencia de Helman y el gesto le cambia de forma radical.

—¿A qué se debe la vista de su alteza? —cuestiona en cada palabra remarca el sarcasmo.

Aliss no le contesta nada, solamente se pone a analizar la habitación con ojo analítico y sé exactamente qué es lo que está buscando. Cierro la puerta y me reclino en está.

Cámaras.

—No hay —le hago saber, ella me da un asentimiento veloz.

—¿Vas a quedarte o puedo estar a sola con ella? —inquiere, y estoy seguro que quiere un "Puedes", pero no puedo debido a que solo traerla aquí, ya es, hasta cierto punto, una osadía.

Ante mi silencio, vuelve a asentir y por primera vez le presta atención a la chica que la observa con soberbia. Camino hasta el vidrio polarizado que se mantiene detrás de ella y tomo asiento, prestando atención al intercambio.

—Te subestime, Lerman —le dice, mientras toma asiento en la silla frente a Meghan—. Me confíe y eso fue un grave error...

—¿Grave? —la interrump-—. Fatal, no vas a poder levantarte después de esto, ¿y sabes qué? ¡Lo voy a gozar!

—Que bien, ¿puedes quitarle las esposas, Harry? —pronuncia indiferente Aliss, hundiéndome las cejas.

Sabe que puedo hacer eso, pero que no debo hacerlo.

Contra todo, me levanto y me acerco a la otra castaña para soltarle las esposas. El aire acondicionado está al máximo y aun con el montón de ropa que Helman tiene sobre sí, la veo tiritar.

¿O es molesto?

—Gracias, gracias —musita con fingida dulzura Lerman, y se frota las muñecas ligeramente enrojecidas. No le respondo y regreso a donde estaba, escuchando lo que agrega—. Por eso me gustas más que Rean...

—Como sea, no estoy acá para oír quién te gusga y quién no —la corta Helman—. Tú sabes porque estoy aquí.

—¿Celosa, Li?

—¿De ti? Jamás —expresa, sacándose el gorro de la cabeza—. Dime, ¿con qué propósito nos enviaron a la casa abandonada?

—¿Enviaron? —se hace la desentendida, y es eso lo que nos ha dejado sin paciencia a mí y al equipo.

—Sí, no eres sorda y yo no soy lora para repetir, así que te escucho, ¿qué ganaron con ello?

—¿Ganaron?

—Sí, así como tu hermano se ganó una cita conmigo —enuncia y me mantengo en silencio como si estuviera entendiendo todo, pero la realidad es todo lo contrario—. ¿No sabías que me invitó a salir? Lo estuve considerado y he aceptado, ¿qué te parece? Si me gusta y lo hago mi novio, seríamos cuñadas, ¿eh?

La cara de Meghan Lerman se torna roja y pone las manos sobre la mesa, mientras dice:

—No lo metas en esto, Aliss.

—Tarde, muy tarde —le hace saber, subiendo los pies sobre la mesa—. O no tanto, tú tienes el poder de hacerme cambiar de opinión.

Se hace un silencio en el que ninguna de las dos deja de verse. Por segundo creo que Meghan dará su brazo a torcer, pero al otro lo descarto porque se pone de pie tan rápido que hace caer la silla de metal.

—No te conviene provocarme... —amenaza.

—¿Para qué voy a querer provocarte a ti si lo que necesito es a tu hermano?

—¡Maldita perra! —le grita con fuerza y da un golpe contra la mesa. El semblante indiferente de la chica de ojos azules se mantiene y ella también se pone de pie, pero con mucha lentitud.

—Sí, quizás estoy maldita… —habla con voz baja y fría—. Y puede que a veces sea un poco perra, pero nunca pondría en peligro la vida de los demás... Lo que me distingue de ti, que estás ardida y actuando por la quemazón que te da saber que jamás vas a lograr ser como Julietta o yo, ¿por eso tanto odio, Lerman? ¿Por qué quieres ser y no puedes?

—¡Claro que no! —alega, elevando su mano y volviendo a dejarlas caer sobre la mesa entre ambas—. Esto es porque se cree invencibles y no lo son, esto es porque se equivocan y no lo reconocen, esto es porque se han olvidado de las reglas y hecho lo que les da la gana, pero sobre todo porque tiene tan mala suerte de que les toco una familia con muchas amistades y que sean tan unidos como para volverse un problema para las organizaciones.

—¿Por qué será que no te creo una mierda? ¿Por qué? —la ironía sobresale en cada palabra—. ¡Ah, sí! Porque eres una desgraciada que todo lo quiere para sí, ¿se te olvida cómo nos conocimos? No vengas a darme clases sobre reglas si tú ni las aplicas, no seas hipócrita tratando de señalarnos si tienes una larga lista igual o peor que la de nosotras...

—¡Cállate! —vuele a interrumpirla Meghan y de repente me siento como en un partido de pin pon—. ¿Para qué voy a mentir yo? ¿Qué gano con engañarte si ya son objetivo? Se les vienen cosas inevitables, así que ahorrarte la saliva que lo hecho, hecho está... Tienes cosas más importantes, preocúpate por ellas.

—¿Quién viene por nosotros? —pregunta Helman—. Si esto está fuera de tu alcance, ¿por qué participaste?

Los ojos grises de la hermana de Marcus Lerman dudan, pero igualmente abre la boca.

—¿Se te olvida lo que pasa si rechazas una misión? —el lengua corporal de la hija del abogado cambia. Hay un quiebre y de verdad no estoy entendiendo nada de lo que pasa—. No puedo darme ese lujo, mis padres no están y solamente me queda mi hermano y por supuesto que no voy a perderlo...

—Y no vas hacerlo —le promete—. Pero… ¿De verdad no hay nada que puedas decirnos?

—La Agencia sabe que hay un topo, pero aún no saben que es X. Saben que estás viviendo bajo el mismo techo con el enemigo y que Carrier sale con el jefe del equipo —informa y el asombro llega a mí porque le está dando la información que tanto necesitábamos, que tanto habíamos trabajado para obtener y que se negó a dar—. No sé quiénes vienen por ustedes o en cuanto tiempo vienen, pero sí puedo decirte que no son novatos ni nadie que hayan visto en Queen.

» No confíes en nadie... Y ten muchísimo cuidado.

—Gracias, Meghan —el agradecimiento la toma por sorpresa, y debo de admitir que conseguir esto fue rápido.

Jodidamente rápido.

—De nada, Aliss —contesta.

Me levanto cuando ambas se extienden la mano para estrecharlas, mientras siguen mirándose con recelo. Sus personalidades son distintas y por ello nunca van a llevarse bien. Noto que todavía más cosas de las que desconozco por parte de la hija de los amigos de mis padres. Cosas que sin duda quiero descubrir.

Nuevamente le colocó las esposas a la chica de ojos grises y salimos de la habitación dejándola sola, Caminamos en silencio por el pasillo extenso, detallo que el gorro que le di para usar se quedó dentro del lugar, pero no me preocupo porque al igual que la ropa masculina no era necesario para entrar aquí.

Lo hice para fastidiarla.

—¡Harry! —la voz masculina nos detiene en seco. No necesito girar para ver de quien se trata—. ¡Li!

—¡Thomas! —lo saluda con entusiasmo Aliss y parte de su cabello se le mueve, por lo que se lo aparta de inmediato, pero se queda quieta como si acabara de recordar algo muy importante—. Harry, el gorro...

—¿Qué gorro? -cuestiona el pelinegro.

—El que me hace pasar desapercibida...

—¿Para qué o qué? —dice confuso y me lo como con los ojos para que se calle de una vez—. ¿Ahora que hice? ¡Como sea, que bueno que viniste, Li! ¡Los veo luego!

Maldito idiota.

Cuando la chica que me gusta vuelve a verme con gesto interrogante, el sonido de nuestros teléfonos interrumpe lo que sea que iba a pasar y de verdad lo agradezco, descuelgo al mismo tiempo que ella, sin mirar el remitente.

—¿Qué pasa?

—Los gemelos —pronuncia Rean a través de la línea.

—¿Qué gemelos?

—¡Pues tus hermanos, pendejo! —informa la voz de Julietta y sin dejar que diga nada más, finalizo la llamada tomando la mano de Aliss y obligándola a avanzar a mi paso.

Ella me iguala con rapidez y no se queja de mi agarre o hace amago de apartarlo. La suelto abriéndole la puerta del vehículo y pasando sobre el capo de este para subirme al piloto, una vez dentro me pongo el cinturón y manejo con velocidad odiando el kilómetro que hay para llegar a la ciudad de SC. Aventajó como nunca en mi vida y doy gracias por el que la chica a mi lado tenga puesto también el cinturón cuando freno para darles el paso a unos niños pequeños.

—¿Me quieres matar, imbécil? —se queja, mirándome con irritación.

—No, te quiero besar que es muy diferente —murmullo para mí, centrando mi vista en la carretera.

—¿Qué?

—Nada.

Media hora más tardes estamos en el hospital, mamá y papá en el área de "Labor y parto", en cuanto entramos los ojos de los adultos se posan en ambos y el ambiente se tensa cuando Lucas Helman pregunta por la ropa que trae su única hija, pero el que su mujer lo mande a callar disuelve el ambiente denso que empezaba a formarse.

—¿Sabes que nombre le va a poner Martina a sus hijos? —cuestiona la madre de Dante.

—No.

—Estoy seguro de que Harry no estará dentro de esa lista —dice su esposo—. ¿O James volvió a apostar contra ella?

—No, así que no habrá otro Harry —musito, erradicado su inquietud.

—¡Joder, qué bueno! —celebra Judy Carrier —. ¿Tú posees la misma habilidad que tu progenitora?

—¿De qué?

—Lo de ganar apuestas —pronuncia con obviedad.

Ante ello solo puedo asentirle ya que una enfermera llega diciendo mi nombre y que mi madre desea verme con urgencia. Sigo está hasta que se detienen frente a una habitación a la que entro encontrándome a mi padre cargado a los dos seres que ahora serán parte de mi vida.

A esos que sin importar que los voy a proteger.

—Hola, Harry —habla mi madre, simulando la voz de un bebé, su aspecto cansado, pero la gran sonrisa en su rostro me hace reír—. ¿Estás listo para conocernos?

—Desde que supe de su existencia... —respondo con la voz enronquecida avanzando hasta mi padre y permitiéndome detallar lo rosado y pequeños que son.

—El de la derecha es Tyler y el de la izquierda es Larry —me hace saber y siento como la mirada se me empaña al contemplarlos.

Mis hermanos.

De repente muchas voces se escuchan en el pasillo, lo que me parece extraño de una zona infantil. No obstante ya no lo es tanto cuando Rean Doop aparece de la nada, su respiración está agitada con una mano en su espalda y basta únicamente una mirada para comprender que es lo que pasa.

Puta mierda.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora