C21 | Revelaciones

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—Genial, esto era lo que me faltaba...

Suelto una maldición que para mí desgracia el espécimen a unos metros logra escuchar.

—¿Te amargo la existencia, Li?

Ay, mierda.

—No lo decía por ti, estaba pensando en voz alta... —trato de remediarlo, pero su mirada avenilla transmite que no me cree nada—. Ya sabes, una conversación conmigo misma, ¿no lo haces?

—¿Pásate la evaluación psicológica, Li? —pregunta con notable sarcasmo.

—Por supuesto, X —digo, sintiéndome ofendida y guardando las ganas que tengo de reclamarle ello.

Únicamente mi padre debe de bromear sobre las habilidades que todos al hacer monólogos adquirimos. Lucas Helman estaría orgulloso de que no estoy discutiendo con X acerca de eso, porque se ha vuelto algo meramente familiar. Le doy una mirada de reojo al ver que no dice nada más y no desaprovecho la oportunidad de alejarme rápidamente de él.

No sé cómo Julietta lo encuentra caliente.

A mí me intimida.

Muevo la cabeza poniendo en orden mis pensamientos, por lo que aprieto las carpetas en mis manos, misma que contiene datos que serán de utilidad, y busco la salida del lugar.

Los documentos en mi poder son la investigación de As, se suponía que la rubia vendría por ellos, pero una hora antes me llamo confesando que había olvidado que tenía una cita con Rean y pidiéndome que fuera yo. Ni siquiera me moleste, porque joder, el brillo que se pondera de sus ojos al hablar de él dice mucho.

Le gusta más de lo que quiere admitir.

Por lo que hice el gran sacrificio de venir a la Agencia. Espero que esto valga la pena, porque de ser lo contrario todo va volverse un desastre.

Una vez afuera, agradezco al cielo no encontrarme con cierta persona que paso toda la semana exasperándome la vida y que al parecer está buscando que la deje sin cabellera como casi hago la otra vez. Deben imaginar a quien me refiero y sino, acá algunas pistas:

Castaña de ojos grises.

Melliza de un idiota.

Paso por un Walmart comprando una botella de agua y a mi mente llega el recuerdo de que hace un tiempo hice algo parecido y no puedo evitar sentir pánico al pensar que puedo encontrarme con West, avanzo hasta la caja y doy gracias nuevamente porque no está por ningún lado.

Salgo del establecimiento hasta la parada más cerca del transporte público, bien podría irme caminado, pero no quiero estropear las carpetas y tampoco quiero caminar de nueva cuenta hasta la casa. Por tercera vez en lo que va del día agradezco que esté no tarde demasiado y en menos de 15 minutos estoy bajando y adentrándome a mi hogar.

Ah, nada como estar en casa.

Pero al segundo recuerdo que mi mamá no está, tiene turno en el hospital, mi padre viajo hacia Helden para una reunión importante y regresa hasta mañana.

Ay, no.

Me he quedado con los Potter.

El Tío James está ocupado trabajando en un diseño y la Tía Martina se alista para salir junto con su primogénito a quién sabe dónde —claramente no voy a preguntar—, así que les saludo y subo a encerrarme a mi habitación, dispuesta a continuar concretar los datos sueltos de la misión antes de que sea la reunión con las As.

Enciendo mi computadora dando en el enlace que Aida envió en la mañana, donde no se entiende una mierda, pero que sabemos que es donde se encuentra lo que buscamos. El objetivo está en movimiento, uno muy constante que parece imposible de detectar, dificultado nuestro trabajo, pero para todo hay una excepción.

Y esto, es un ejemplo de ello.

Justo cuando la página carga, un punto rojo aparece resaltando sobre todos los azules que conforman a los agentes, pero no es eso lo que me inquieta, sino la ubicación. Está propiamente sobre el mío.

—¿Qué mierda? —musito acercándome a la pantalla para reafirmar que no estoy absolutamente loca, sin embargo, unos golpes y una voz afuera en mi puerta, me sacan de balance.

—Helman, te busca Saucedo —gruñe desde el otro lado, Potter.

• 3 •

Es él.

Asiento a la nada y no contengo la ansiedad que surge ante ese pensamiento.

Es Harry.

¿Qué carajos voy a hacer? ¡¿Qué vamos a hacer?!

Limpio mis manos sudadas en una servilleta y mi vista barre el local, buscando a las Benedetto y a Carrier, ¿qué tanto las retrasa? El reloj marca las seis y media, llevo media hora en la pizzería y ninguna de las tres aparece, poniéndome contra las cuerdas, porque me está costando mucho no salir corriendo y buscar a Potter sacándole la verdad del por qué, y así formular una solución que seguramente va a quemarme las neuronas.

¿Dónde mierda se meten?

Ni siquiera puedo soltar maldición, porque en ese instante, Julietta llega corriendo y su rostro de todo menos tranquilidad.

—¡Vámonos, joder! —dice exasperada, no dudo ni un segundo en acatar lo que me pide.

Los comensales del establecimiento nos miran como si fuéramos extraterrestre, cuando quiero salir por la puerta principal la rubia me jala hacia el lado contrario, ignorando  olímpicamente las protestas de los meseros y cocineros al adentrarse al área de solo personal autorizado.

—¡¿Y la maldita puerta de emergencia?! —le grita a un chico, éste señala hacia la derecha y sin soltarme me obliga avanzar hacia sí.

Ya en el callejo, me suelta pateando un contenedor de basura con enojo. Me muerdo la boca para no preguntar, porque es mejor que respire antes de que lo haga. Mientras tanto analizo el panorama, descartando que no nos estén siguiendo, espiando o lo que sea que puedan a ser de lo que Carrier huye.

—¿No leíste mi mensaje? —sus ojos verdes colisionan con los míos.

—¿Qué mensaje? —se da una palmada en la frente, que me hace sacar mi teléfono encontrando un sms de ella diciéndome que se cambió el punto de reunión—. Ah... Éste.

—Como sea, eso no importa, lo que sí importa es que tenemos poco tiempo el objetivo se está moviendo y sabe que lo están buscado —musita, sacando un par de audífonos inalámbricos, de esos que la Agencia nos proporcionó solamente una vez, ya que se usan para misiones de rango A—. Las As localizaron un patrón repetitivo en 5 de los fallos y eso nos manda...

—A mi casa —la interrumpo, poniéndome el aparato.

—¡No! A una casa abandonada medio kilómetro al sur —habla desconcertada, hace un ademán con su mano haciéndome comenzar a caminar—. ¿Por qué crees que diría tu casa?

—Porque nuestro objetivo es... —no puedo terminar, porque al final del callejón aparece un vehículo que conozco bien.

Bueno, ¿y qué es esto?

—¿Quién? —insiste ella, al tiempo que Harry Potter baja de su Lamborghini.

Él.

• 3 •

JULIETTA:

A mí nadie me va a ver la cara de pendeja.

Joder, no por nada soy hija de Judy.

Si digo que Rean Doop esconde algo, es porque realmente esconde algo y yo lo voy a averiguar.

Por eso, cuando el pelinegro se levanta para ir al sanitario, escaneo su código telefónico para luego en la comodidad de mi habitación hacer una revisión en su contenido.

La ironía de la vida es que no te guste alguna material, ser pésima en ella, pero saber utilizar muchos dígitos que te dan acceso a cosas interesantes. No soy una profesional en sistemas, pero sé lo básico y esto es uno de los secretos que nadie posee conocimiento. Bueno, nadie aparte de Aliss, pero ella lo obvia porque no le corresponde decirlo. Detalle por el cual ha dejado que las que las gemelas Benedetto se encargaren de investigar cuantos fallos existen a la fecha, porque sabía que yo iba a investigar también. Mi amiga quería saber hasta donde tenían esa habilidad y me satisface decir que estoy un escalón por arriba de ellas.

Y no, no es modestia.

Tal vez un poco.

—¿Nos vamos, Julietta? —inquiere al regresar, Rean.

Sus ojos negros se enfocan en los verdes míos oscureciéndose aún más si es posible y comprendo que el aura misteriosa que carga consigo no es de juego ni de adorno.

Él es... peligroso.

Y me gusta.

—Sipi —acepto, levantándome y estirando mi mano hasta que él la entrelaza con la mía.

Somos un teatro.

Mamá, papá, mi hermano y toda la familia —a excepción de Aliss y Harry— creen somos novios desde el suceso nocturno, pero obvio no lo somos.

No realmente.

Simplemente le pedí que actuara conmigo, ¿por qué? Porque me atrae, porque me carcome el hecho de que sea tan guapo y tan sexy, pero la incógnita acá es el por qué habrá aceptado él.

Le gusto.

Una parte de mí sabe que sí, es decir: ¿Cómo no voy a gustarle? Soy todo lo que un chico debe querer. Aunque otra parte, me dice que soy un tipo de limpia culpas, quizás Rean daño a alguien y ahora quiere recompensarlo conmigo.

Sea lo que sea, lo voy a descubrir.

En menos de 10 minutos, me deja fuera de casa y le doy un beso rápido en la mejilla, ya que Luke Carrier lo aniquila desde la puerta con la mirada.

—No me cae, rubia —me informa.

—Rubia, a la que le tiene que caer es a mí —le respondo y corro lejos de él, cuando lo veo tratar de agarrarme del cabello.

Desquiciado.

Ya en la comodidad de mi cuarto, paso el seguro y me adentro a las profundidades del anonimato y lo que encuentro me deja estupefacta, nerviosa y muy asombrada.

Gran sorpresa la que me lleve.

Y estoy segura que Aliss va a caer de culo cuando se enteré.

• 3 •

Atrapo mi labio inferior entre mis dientes ante la forma en que las dos personas frente a mí se observan.

Hay tanta química.

—¿Podemos irnos? —habla Harry rompiendo con su conexión visual.

Mi Aliss tiene cara de mala leche y no estoy entendiendo muy bien el motivo.

—¿Por qué deberíamos irnos contigo? —el tono a la defensiva, hace que le castaño junte sus cejas y me mire.

—¿No le lo has dicho? —recrimina para mí.

—¿Decirme, qué mierda? —se desespera ella volviendo a verme.

—Debo de... —no encuentro las palabras correctas y que el amigo de mi novio teatral este enfrente no me ayuda.

Y es que, ¿cómo voy a decirle que descubrí algo sobre ellos solo por qué quería sacarme de dudas? ¿Qué jodí su sistema por pura locura?

No, no puedo.

—¡¿Nos vamos a quedar aquí como blancos fáciles?! —la voz de Aria me salva de la atención de Harry, pero de Aliss no.

—Debemos que irnos... —digo y jalo a mí amiga, cuando el hijo de los Potter se mete a su carro.

Nadie habla en el transcurso y tampoco al llegar al previo baldío en donde se hará la casa de los Potter, ni siquiera cuando nos adentramos a una parte del bosque. En ese sitio es en el que están los demás integrantes de semejante demencia.

La cara de las gemelas Benedetto se descompone en un dos por tres al ver a la persona que está al lado de Rean.

La cara de Aliss es un claro ejemplo de cómo se tienen que esconder nuestras emociones aun cuando no se tiene ni idea de lo que está pasando. Entre abre sus labios y veo al primogénito Potter tratar de escuchar de lo que estos sale, no obstante, no lo logra porque de ellos no sale nada, ya que únicamente los mueve.

Y solo yo teniendo lo que dicen.

—Misión suicida, eso es está mierda.

Concuerdo con mi amiga.

Ya que la Agencia y la Sociedad son enemigas.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora