La seriedad de la cara de mi mejor amiga me quita la sonrisa que surgió ante la actitud hostil que mantiene Dante y Luke Carrier con respecto a la presencia de Doop en el lugar. Mi mirada se posa en ella y está al parecer lo siente porque sus ojos dejan de ver el teléfono en sus manos, ese que hace segundos emitió un sonido fuerte que trajo la atención de todos en la sala de espera. Me acerco a ella tomando asiento en el espacio vacío que dejo su novio antes de irse por unos capuchinos.
—¿Qué te dijo Meghan? —pregunta en tono bajo.
Junto mis cejas, porque no creo que sea el sitio correcto ni el instante ideal para hablar de ello —ya que estamos rodeados de la familia—, pero tampoco me reservo la contestación:
—Dice que no sabe en cuanto tiempo o siquiera quienes son los que vienen, pero asegura que no son novatos...
—No confío en esa perra —murmulla, recorre el lugar con la vista—. ¿Le creíste?
Debo de morderme el labio inferior para no soltar la carcajada que desea salir de mí ante su tono, y porque sé que ella sabe la respuesta de eso, pero que aun así quiere que la pronuncie.
—Por supuesto que no, ¿qué te pasa? —me hago la ofendida.
¿Cómo voy a creer en Lerman con semejante historial entre nosotras? Ni que estuviera tan desesperada para aferrarme a las palabras de una estúpida con cara de pendeja que al final resulta ser que es más astuta que nosotras dos. Lo que aún no deja de hacerme eco es el hecho de que estuvo tanto tiempo en silencio para solamente decir eso, ¿por qué no se lo dijo a los demás? ¿Por qué espero hasta que yo llegará?
No le creí todo.
Pero si una parte y esa fue que quiénes nos buscarán no son ningunos tontos.
El suspiro fatigado que se le escapa, me obliga a prestar mayor importancia en su semblante.
—Alguien está intentando boicotear mi sistema, ¿andas tu celular? —dice, de inmediato niego. Ni siquiera tengo idea de donde está el aparato, pero apuesto a que está descargando—. No sé de donde viene la señal, pero logré mandar mi ubicación a otro lugar, también hice lo mismo con la de las As...
—¿Y la de los chicos? —la interrumpo, y el que su rostro pierda todo color me activa alarmas.
Oh, mierda.
—Joder... —musita, poniéndose rápidamente de pie y caminando hacia el ascensor.
—¿Julietta? ¿Qué carajos? —indaga Dante, y lo tomo del brazo para que no la siga.
—¿Dónde va? —escucho decir a su hermano, pero lo ignoro avanzado hacia nuestros padres.
Judy Mendoza es la primera en darse cuenta que su hija está alejándose, luego le sigue su padre y sus tíos —Valentina y Zack Carrier—, finalmente mamá y papá están observado con intriga hacia la rubia que presiona el botón del elevador de forma insistente. Mi cabeza piensa en cada posibilidad que nos permita estar a tiempo para modificar la ubicación, pero el resultado es desalentador.
Debemos salir de aquí.
—Le llegó la menstruación —hablo, atrayendo la atención de los adultos—. ¿Podemos irnos?
La mirada azul analítica de mis progenitores me incomoda, y no es solamente la de ellos esta vez, sino la de todo. Los varones se remueven incómodos, porque al parecer no es muy de su agrado saber ese detalle y las mujeres me reparan de arriba abajo como: "¿Ah?".
Clavo las uñas en mis palmas para no moverme de un lado a otro, porque de repente me siento muy nerviosa.
—¿No quieren una toallita? —la voz de la tía Valentina es precavida, y lamento que la mentira que solté sea tan básica, pero no encontré otra para decir y es que, ¿qué diablos podría pronunciar delante de nuestros padres?
—Es que se manchó el pantalón... —continúe.
—¿Le prestó mi suéter? —insistió la mujer.
—No, se quiere ir —pronuncio y me entonación es casi suplicante. Se quedan en silencio por unos segundos, que para mí son como una eternidad.
De reojo observo a la rubia que se entrar en el elevador. No voltea a verme y no estoy lo suficientemente cerca para detallarla, pero aun así sé que su corazón palpita muy fuerte y que la ansiedad corroe por sus venas.
Por favor.
—Yo las llevó —enuncia mi padre, su mirada se mantiene sobre mis facciones y joder... Toma todo de mí no maldecir—. Si lo desean podemos pasar por la farmacia por alguna pastilla para el dolor.
—También las puedo llevar yo —habla Luke, y aunque no lo diga sé que es para evitar que Julietta pasa más tiempo con el mejor amigo de Harry.
¿Por qué no le agrada? Celos de hermano mayor, que bueno que no tengo. Aunque pensándolo bien, la expresión corporal de Lucas Helman al observarme llegar con la ropa de chico no fue muy bonita.
—Mejor yo, y si desean me quedo hasta que decidan volver... —se ofrece Dante.
Maldita sea.
—Gracias, pero ya pedimos un taxi —dejo caer, y los ojos de todos se encierran con suspicacia—. Le prestamos el dinero a Rean.
—Pues se lo reembolso y ya —dice, Luke.
—No —lo corta la tía Judy, lo que hace que su esposo hunde las cejas—. Que se vayan y que se devuelvan.
Le doy un asentimiento, ya que nadie replica mientras me acerco a mi madre para darle un beso, pero el que tome mi cara entre sus manos contemplándome, me acelera el pulso y la necesidad de poner distancia de todos incrementa.
—¿Estás bien, mi vida? —musita bajísimo.
No.
—Por supuesto que sí, mamá —mentí, permitiéndome abrazarla—. Te quiero mucho, no lo olvides... —agregue, separándome lo suficiente para besar su mejilla en gesto de despedida, hago lo mismo con mi padre y luego, elevo ambas manos para los demás antes de comenzar a caminar hacia el ascensor.
Avanzó a paso tranquilo como si en mi interior no existiera un jodido caos que me recuerda que estoy pisando una línea roja y que malditamente hay gran desventaja para nosotros... Porque aunque la Agencia no tenía o mostraba interés en la información personal de sus activos —ya que lo importante para está radica en las capacidades y destrezas de sus agentes—, en caso de ser un objetivo es todo lo contrario. Y nosotras no somos únicamente un objetivo, sino que también estamos marcadas como traidores.
Lo que es más complicado.
Más arriesgado.
Una parte de mí desea que Julietta logré cambiar la ubicación de los demás, pero otra me dice que si ella lo logra, solamente estaría ganado un poco de tiempo antes del impacto, ¿y hasta dónde lo podrá retrasar? Las puertas del elevador se cierran y un suspiro fatigado que no sabía que mantenía reprimido sale de mí, la idea de alejarnos de aquí no es sólo porque estamos vulnerables, sino porque también se encuentran nuestras mayores debilidades, y ponernos a jugar al sí puedo o no mantenerlas en control, es un error que no estoy dispuesta a permitir.
Ya tengo suficientes.
Mi cabeza alinea cada punto y por más que sume y reste, la balanza está en contra.
—¡Maldita mierda! —pronuncio, dando un puñetazo contra el metal frente a mí, experimentado de inmediato el dolor en mis nudillos, pero ni siquiera eso me hace desviar la atención de la idea que aunque es demasiado peligrosa, puede que sea la única forma de enfrentar lo que se viene.
• 3 •
JULIETTA:
Mis ojos recorren la cafetería y no es hasta el tercer intento que logro ubicar a mi novio. Cada paso que doy hacia él me hace consciente del gesto molesto en su cara y de la tensión en sus hombros ante lo que sea que observa en el teléfono. Tengo la intención de quitárselo y verificar si solamente estaban intentado hackear nuestro sistema, pero el que eleve la mirada oscura desplazándola con lentitud por el lugar me detiene, ¿qué le pasa? Cierro los metros que nos separan, atrayendo su atención, y estoy por abrir la boca cuando con mucha tranquilidad dice:
—Vete de aquí —me extiende los capuchinos y no me pasa desapercibido que aun lado de uno de los recipientes están las llaves de su moto—. Nos han ubicado y ya están dentro del hospital.
—¿Qué?
Aplana sus labios y luego, me da una sonrisa como si lo que estuviera pasando fuera divertido.
—Nos están cazando... —susurra, moviendo lo que sostiene en sus manos, animándome a que lo tome, pero no lo hago—. Actúa normal, Julietta —me pide y acepto los capuchinos, acercándome más a él—. No sé con exactitud cuántos son, pero definitivamente no vinieron a felicitar a Harry por convertirse en hermano mayor.
—¿Qué? ¿Cómo...? —trato de hacer una pregunta coherente, pero mi mente me traiciona recordándome que todo lo que quiero está en este lugar.
No, no, no.
Mi madre, mi padre, mi hermano, mis tíos, mi primo, mi mejor amiga... Jodidamente todos.
—Eso no importa ahora, Julietta —musita Rean y hundo mis cejas confundida—. Necesito que salgas de aquí, y vayas a un lugar seguro...
—¿Qué? —mi tono es irónico—. ¿Quién te crees? No puedes decirme que hacer, porque no estoy bajo tus órdenes y aun estándolo no las seguiría...
—No es un bueno momento para una discusión sobre el poder —me interrumpe serio—. Debes salir para que me haga cargo.
¿Qué le pasa?
—También me haré cargo —le anuncio, endureciendo su expresión, lo que evidencia su desagrado, pero me importa, ya que no soy una damisela en apuros y aunque lo fuera, no dejaré a mi familia detrás o en las manos de alguien más si puedo hacerme cargo.
Ante el silencio y la mirada irritada que me da, giro sobre mi eje detallando el sitio, está vez analizó cada cosa sospecha y tengo que admitir que si Rean Doop no me dice que están aquí, nunca me habría dado cuenta de ello.
¿Cómo fue que se enteró?
Mejor aún, ¿cómo carajo la Agencia logro burlarme? Y es con esa pregunta que las palabras que le dijo la hermana de Marcus Lerman a Aliss comienza a tener un poco más de sentido para mí.
Maldita perra.
Sí sabía cuándo vendrían por nosotras.
Pero no mintió con lo de "No son novatos".
¿Por qué? ¿Qué le habrá dicho Aliss para por lo menos decir una verdad? Sacudo mi cabeza apartando esos pensamientos ya sin relevancia, concentrándome en la chica que se levanta de una de las mesas fingiendo hablar por su celular, mientras rebusca en un bolso que cuelga de su hombro. No pierdo ninguno de sus movimientos, mientras toco con disimulo la daga que escondo en el lado izquierdo de mi cadera.
—¿Qué piensas hacer? —la voz masculina me recuerda que no estoy sola, de reojo le doy una mirada y casi sonrió cuando detallo que su mano es mantiene en su espada.
—¿Ustedes siempre usan el fuego? —indago, avanzado hasta llegar a la puerta de vidrio.
—Es más rápido —simplifica, mirando hacia el frente y sus ojos se encierran con suspicacia, lo que me hace observar en la misma dirección.
Joder.
Aliss está conversando con una chica vestida de médico unos cuantos centímetros más alta que ella, el hecho podría parecer normal, pero la frialdad en la expresión de la castaña me hace saber que no lo es.
Jodida madre.
Estoy segura de que Aliss no está dispuesta a comenzar una disputa en este lugar por dos razones:
1. Nuestra familia está aquí.
2. No es idóneo atraer la atención de los medios.
—Busca a Harry... —le ordenó al chico a mi lado—. Debemos salir de aquí.
—No voy a dejarte —replica.
—¿En qué momento te pregunte? —pronuncio con exasperación—. Ve; infórmale, salgan y nos vemos en la Sociedad.
—No soy tu subordinado, Julietta —dice y la molestia es palpable.
Mi mirada verde colisiona con la oscura suya y se mantiene en está por un par de segundos hasta que, finalmente desvía la de él mascullando una maldición.
—No se descuiden —me pide y de doy un asentimiento.
—Nadie debe de enterarse de que esto está pasando, se discreto —le recuerdo—. No sé qué les habrá dicho Aliss, pero tú síguele la corriente.
Ni siquiera tengo que mencionar nombres porque sabe de qué estoy hablando, por un minuto tengo ganas de apoyar mis labios sobre los suyos, pero al otro evaluó el área detallando a dos agentes más aparte de la chica en la cafetería y la que habla con mi mejor amiga, le doy una última mirada y sin decirle nada empiezo a alejarme de Rean para acercarme a la castaña con ropa de chico que mantienen la mirada azulada en la persona frente a ella.
Una vez que me encuentro lo sufrientemente cerca de está, alcanzo a escuchar lo que conversan.
—Si no vas a golpearme o siquiera intentar atraparme en este momento, ¿puedo retirarme? —dice Aliss y el tono divertido no pasa desapercibido—. ¿O vas a romper las reglas?
¿Reglas?
—No tienes derecho a mencionar las reglas —le responde en automático la agente. Detallo su aspecto físico: Cabello negro y ojos marrones—. No las cumples, no las sigues...
—¿Nunca escuchaste el dicho de: "Las reglas fueron hechas para romperse"? —la interrumpe habiéndose el cabello hacia atrás, y no debo analizar demasiado para descifrar la estrategia que usa: Fastidio—. Siendo sincera, me aburrí un poco de todo eso.
Mi cabeza repasa cada regla de la Agencia y entre tantas no tengo idea a cual está tratando de sacarle provecho la hija de los Helman, pero aun así me atrevo a cortar la distancia para hacerle saber que no está sola.
Nunca la dejaría.
—Todo en excesos causa hastío —musite, quedándome en medio de las dos, observo a Aliss y sin un propósito específico le extiendo los capuchinos agregando—. ¿Nos vamos?
—Vámonos —accede, tomándolos sus ojos azules adquieren un brillo intenso y sé que va a hacer algo que nos obligará a actuar rápido—. Desconozco tu nombre de agente, pero espero que le café sea de tu agrado.
Las cejas de la chica enfrente a ambas se juntan desconcertada y por segundo casi copio su gesto, sino es porque los dos recipientes que le entregue a la castaña son lanzados sobre su vestimenta. Parte de los agentes que merodean en el lugar se ponen de pie, pero solamente hacen eso, ya el personal de salud y los civiles que se encuentran en el área ponen su atención en nosotras.
Y es cuando lo entiendo.
Los agentes siempre deben de ser reservados. Esto que implica que dentro de una misión no deben de poseer lugar alguno en escándalos públicos.
—¡¿Estás loca?! —se queja la chica, y si no fuera porque los toque creería que su contenido estaba más que caliente, hirviendo.
Exagerada.
—Algo —le contesta Helman tomando mi mano, animándome a caminar y no lo dudo, ya que la distracción servirá únicamente por unos minutos y debemos aprovecharlos al máximo, puesto que aunque no lo hemos expresado estamos en el borde y no hay forma de que nos enfrentamos en este sitio sin que nuestros padres se den cuenta o peor aún, que tengamos éxito con todo en contra.
¿Cómo le irá a Rean?
Espero que logren salir.
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Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]
Teen Fiction«No siempre quiero mentir, pero es lo más fácil. Una alternativa mejor que la confrontación». H.C. *** Aliss tiene un secreto. Bueno, uno no, sino varios. Algunos se los busco y otros le llegaron sin aviso, pero a todos ella debe enfrentarlos, por l...