C18 | El encargo de las mamás

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Deje caer el último bote de pintura neón y con el dorso de mi mano seco el sudor de mi frente. Tengo hambre, sueño y ganas de recostarme en la cama por lo que resto de mi vida.

¿Exagerada?

Puede ser, pero cargue con 12 botes de diversos colores solo por el capricho de mi madre y la tía Martina para realizar esta actividad. Repaso el orden de cada cosa que hay en la casa y detengo la mirada en las personas que se supone que deben comenzar ayudarme con lo que es el arreglo del “Baby shower” de los futuros Potter.

Esto es parte de la petición.

Y mierda, habría dado lo que sea para que no fuera eso.

No me gusta hacerme cargo de arreglos, puedo brindar una mano, pero ser la responsable de un todo jamás y lo peor es que siempre termino siendo exactamente eso. Lo que provoca que sea muy consciente de cómo holgazanean y trabajan en demasía cada miembro de un grupo.

Como ahora.

Ryan y Joe han empezado con los globos.

Julietta, Rean e Issac están concentrados en centros que ayer les mostré como hacer.

Las gemelas Benedetto abren la caja de los bocadillos y los colocan con sumo cuidado en el recipiente con forma de pirámide. Mientras que Dante se encuentra con la mirada en el teléfono que seguramente va a encarnar en sus manos y luego, están Luke junto a Harry contemplado la existencia.

—Me estresan —susurro, caminado hacia el lado contrario.

No les voy a decir nada, me convenzo mentalmente. Ya después le diré a mamá y que ella le diga a sus respectivas progenitoras, no me importa quedar como una quejica. Detengo mi andar hasta el gran lienzo que descansa en el suelo de mi patio, se supone que en éste debe de dibujarse algo referente a la ocasión, pero no tengo idea alguna y tampoco el talento que conlleva realizarla.

Soy una mala dibujante. Desde muy pequeña lo he sido, cada que tocaba una tarea acerca de ello desperdiciaba un montón de hojas.

Me duelen los árboles.

Pero también me dolía una nota de 2 sobre 10, y eso que solamente me valían el esfuerzo.

Mi cabeza piensa a quién puedo llamar para que se encargue de esto, pero la silueta y voz de uno de los idiotas que forma parte de obligado grupo al que hemos tenido que acostumbrarnos, hace acto de presencia:

—Yo voy a dibujar.

—¿Puedes hacerlo?

Los ojos del primogénito Potter se estrechan con exasperación y me sorprende como es que el marrón y el verde que posee se complementan, imposibilitado decir que color predomina más que de otro.

—Voy a intentarlo —dice con dureza, como recalcando que peor es no hacer nada. Sin embargo, no podemos simplemente intentar, tiene que quedar bien, porque es un único lienzo y el presupuesto que nuestras progenitoras me dieron ya está en cero.

—Gracias, pero mejor no hay que arriesgarse. No hay dinero para otro lienzo —le informo.

Harry abre la boca para replicar, pero la vuelve a cerrar, seguramente entendiendo mi punto. Sin decirme nada, gira sobre sus talones y se pierde dentro de la casa.

Raro.

En cuanto pienso eso, lo descarto. Todos poseemos uno que otro rasgo extraño y eso no nos hace menos, nos hace distintos al resto, lo que es genial. Porque que aburrido sería el mundo si todos fuéramos simples copias sin propios matices.

El castaño claro vuelve a mí luego de un rato, pero no solo sino con Luke y Dante, uno de ellos traen en sus manos una libreta con dos pequeños pero bonitos prototipos para dibujar. Aceptó los dos y ellos se pone a trabajar destapando parte de las pinturas neón.

• 3 •

—¡Está todo muy bello, Aliss! —me felicita mi madre, asiento en concordancia si poder dejar de ver a las personas que se mueven de aquí para allá por la casa.

Hay como siempre más invitados de los que se previó, ya que el arquitecto trajo a uno que otro compañero, lo mismo lo hizo papá y los dos empresarios, pero todo está bien, porque el dinero de las mujeres me permitió cubrir esto. Ellas mencionaron que algo así podría pasar, y paso.

—¿Has hablado con tu padre?

—No, pero dentro de poco iré a buscarlo, mamá —le prometo.

No sé de donde salieron tantos regalos para los bebés, pero me siento bien por no haber creído en las palabras de Alisson Franco cuando dijo que solo sería un pequeño convivió. Por ello, los obsequios no reposan en el césped, sino en una cuna lo sufrientemente grande para unos 10 bebés.

Mamá me da un abrazo antes de irse a sentar con sus amigas. Busco a mi padre —quién desde que llegó no he tenido la oportunidad de saludar—, al no encontrarlo por ninguna lado, me dirijo a su despacho personal. Una habitación a la que de pequeña no tenía permitido el acceso porque todo lo volvía un desastre, en el hoy, puedo entrar, pero es algo que evito, ya que si lo hago las preguntas sobre mi interés a futuro profesional no tardan nada en hacer presencia.

Giro pómulo de la puerta, dándome cuenta de que está asegurada.

¿Qué carajos?

Papá nunca le volvió a poner seguro desde que cumplí los 10 años. Golpeó tres veces seguidas y la puerta se abre levemente, mostrándome solamente la mitad del rostro del primer hijo de los Potter.

—¿Qué mierda haces aquí? —indago, mirándolo mal.

—¿Aliss? ¿Qué es esa educación? —la voz de Lucas Helman hace presencia detrás del chico, por lo que esté abre totalmente, dejándome ver a mi progenitor.

Ay, no.

Le doy una sonrisa de inocencia, antes de musitar un "Lo lamento" hacía Potter, haciendo que el idiota voltee los ojos. Mientras que mi padre asiente satisfecho y con un ademán me invita a pasar.

—Estaba buscándote, papá... —digo, cuando estoy rodeando el escritorio, le doy un abrazo y beso una de sus mejilla—. ¿Cómo te fue hoy? ¿Qué le parece el arreglo?

—Me retiro, con permiso —escucho decir a Harry antes de que mi progenitor responda y al instante le sigue el sonido de la puerta al cerrarse.

Me parece sospechoso que se largue, pero no lo manifiesto. Tome asiento en uno de los cómodos sofás unipersonales en la estancia, bajo la atenta y analítica mirada azul oscura de papá. Cuando estoy lista, lo enfocó de la misma manera.

—¿Qué pasa, papá?

Por un momento el corazón me bombea a una velocidad alucinante, ya que mi cabeza no deja de pensar en muchas posibilidades sobre por qué mi padre está tan serio conmigo. No obstantes, todas se van lejos y no tienen importancia ante lo que sale de sus labios.

—Queremos a darte un hermano, Aliss —anuncia—. ¿Estás de acuerdo con ello?

Siento una emoción que nunca había experimentado, y aunque me parezca demasiado tonto que me lo pregunten —ya que ellos son los padres, pueden darme los hermanos que deseen—, no puedo negar el hecho de que agradezco que solicite mi opinión.

Y por supuesto que yo quiero un hermano o hermana.

—¡Oh, sí! —acepté. Él se acercó con rapidez para abrazarme.

—Vale, ¿niño o niña? —cuestiona besándome la frente, como si los hijos llegarán por encargo.

—¡Papá!

—¿Eso es un ambos? —se ríe.

Ahora soy yo quien lo hace, ya que a mi consciente llega la anécdota de cuando ellos estaban en último año de bachillerato le mintieron a una persona mayor diciendo que mamá estaba embarazada de gemelos.

—Papá, aún si no me estuvieras preguntando, de igual forma voy a quererlo —pronuncie, volviendo a abrazarlo—. No esperé que fueran a esperar tanto tiempo para darme a alguien a quien pueda amar de manera incondicional.

—Ni siquiera existe y ya estás haciendo uso de palabras de hermana mayor —puntualiza—. ¡Eres rara! ¿Por qué tengo que vivir con una esposa e hija tan extrañas?

—¡Papá, le voy a decir a mamá! —le advierto.

—No aguantas nada. Eres igual que ella.

Volví al patio y casi me voy de boca cuando mis ojos y oídos captaron el momento exacto en el que Julietta Carrier le presentaba a Rean Doop a sus padres como su novio.

¿De qué mierda me perdí?

—Pues de mucho, Aliss —la voz de Issac Saucedo, me hace saltar porque no la esperaba. En sus ojos negros veo el humor ante mi reacción—. ¿Te asuste, cariño?

El tono dulce me hace sonrojar, pero que se burle no me causa gracia.

—¿Tú qué crees?

—Ácida, completamente, ácida —dice Joe pasando por nuestro lado—. Si ella sigue así, va a morir sola.

—Piérdete, Cooper.

—Como usted diga, Helman —hace un saludo militar y se aleja hacia la mesa donde están los demás.

—Lamento si molesto que te... —lo corto. No es necesario una disculpa por algo que a cualquiera que provoca un susto mínimo le da gracia.

—No, está bien, ¿vamos allá?

El chico me da un asentimiento seguro y deja que avance primero, cuando llegamos a la mesa, los chicos empiezan una conversación sobre el cómo Juli consiguió un novio en mi ausencia. Dante no aporta nada a la plática y Luke se levanta molesto dándole a Joe una mala mirada.

Debo de hablar con la rubia.

• 3 •

La última cosa que me pidió mi mamá y la madre de Harry fue un poco más complicada de conseguir.

No creo que sea ilegal, pero por si las moscas saldré corriendo como si no hubiera mañana —cosa a la que estoy acostumbrada—, respiro profundo y ajusto la gorra en mi cabeza que esconde mi cabello para pasar desperdiciada.

—Vamos, Aliss —me anime, subiendo por el poste eléctrico de la cuadra y divisando la palanca que dejará a oscuras absolutamente todo.

Las correas que evitan que de lleno contra el suelo, están sujetas a mi cadera y al mismo poste, manteniéndome recta. Al estar lo suficientemente cerca de la palanca, no dudó en bajarla y esto, causa un bullicio inevitable.

Mucho más fácil de lo que imagine.

Observo desde la altura mi patio trasero y me siento orgullosa de cómo se ve todo lo que organice. Las luces neón resplandecen, brillan y se hacen notar ante la oscuridad. Satisfecha con ello, suelto una de las correas y comienzo a deslizarme hacia abajo con lentitud.

Al estar a poco de llegar hago un cálculo mal soltando la cuerda antes y colisionando mi trasero contra el pavimento.

—¡Mierda! —me quejo ante el dolor recorre mi espina dorsal, pero me levanto de un salto, porque no puedo darme el lujo de alguien me mire por acá.

Técnicamente no debí hacer lo que acabo de hacer, puesto que en ningún momento ellas me pidieron dejar sin electricidad el barrio, pero no tenía el tiempo para ir a convencer al servidor de dejarnos solamente a nuestra casa sin energía por al menos 5 horas y estoy completamente segura de que si hacia eso, la única respuesta que obtendría sería una negativa.

Por eso lo hice a mi modo.

Sí, ya sé que no estoy muy cuerda.

Camino hacia la celebración y experimento un escalofrío horrible —que me hace olvidar el dolor en mi trasero—, debido al susto de muerte que me envuelve al contemplar una silueta a unos cuantos metros de mí.

La lámpara en mis manos cae y me obligo a no dar ni un paso más.

Mierda, mierda y mierda.

Me aferro a las cuerdas que coloque en mi hombro al ponerme en pie y me maldigo por no trae conmigo mi teléfono. Sabía que me estaban siguiendo y ha quedado claro que confíe demasiado en mis habilidades.

Maldita sea.

—Ya decía que nuestras madres no podían pedirte algo tan inofensivo como una reunión normal... —habla la silueta y el alma que no sabía que había salido de mi cuerpo regresa y caigo de rodillas al suelo sin poder evitarlo—. ¿Qué demonios? ¿Estás bien?

Harry llega a mi lado en cuestión de dos pasos y no aparato sus manos cuando se pone a revisar mis signos vitales. Toma mi cara entre estás y percibo que su respiración se encuentra acelerada e identificó en su aliento  es un olor a menta y coca de fresa, justo de la que hay en el frigorífico.

¿Fresa, Harry? ¿En serio?

—¿Aliss, estás bien? —repite y capto desespero en su tono.

—Sí, bien... —murmullo, envuelta en algo que no puedo definir.

—Mierda, definitivamente estás loca.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora