Extra 3 | Secretos

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Nota de autora: Esto pasa mucho tiempo después del Epílogo, es algo largo y me di cuenta muy tarde, espero lo disfruten.



ALISS:

Siento la mirada de todos sobre mí y por un instante me congeló porque no sé qué debo decir, pero al otro, elevo el mentón y sonrió con suficiencia. Harry y yo aún no hablamos de que si estamos llevando o no en una relación, pero definitivamente no estamos separados y eso es algo que solamente nuestros mejores amigos saben, por tanto se ha vuelto habitual que la familia y amigos más allegados nos etiqueten como novios.

—Me gusta cómo se ven juntos —escucho decir a Aria—. Joder, es que... ¡Me encantan!

—Es la chica de Harry —la sonrisa de Rafael es tan grande que temo decirle que aún no es oficial y su alegría se fragmente.

—Si ella es de Harry, entonces él es de ella —habla Aida, moviendo su cabello hacia atrás—. Aquí todo tiene que ser igual, ¿vale?

—Jodidamente que sí —le apoya Joe Cooper—. ¿Verdad, Aliss?

Los cuatro esperan por una respuesta e Isaac aunque no me ve directamente se mantiene atento y por ello, me veo en la obligación de asentirles para evitar que extiendan todavía más los comentarios.

¿Dónde demonios está Harry?

Me muerdo el labio inferior para no maldecirlo, porque él debería de estar aquí desde hace un buen rato. De hecho, aún faltan varias personas que se comprometieron a ser puntales. Hemos quedado para ir a una cabaña que tiene Ryan Wells cerca de la laguna Amer, esa que está a veinte kilómetros de nuestra ciudad, pero que aun así pertenece a Helden.

—¡Buenas tardes! —saluda, Julietta.

Otra que se digna a aparecer.

Las gemelas le responden con sonrisas y al ver que yo no le contesto nada su mirada verdosa se pone en mí como diciendo: "¿Y a ti qué te pasa?".

—Todo bien.

—Sí claro, dímelo —insiste.

—¿Cuál es la explicación de tu retraso? —digo, sin poder quedarme callada.

Los labios de mi mejor amiga forman una línea recta, lo que hace que me tense de inmediato, porque la rubia no es de quedarse en silencio.

—Seguí a Luke hasta el centro comercial... —musita en voz baja, como si fuera a compartir un secreto—. Lo vi entrar a una tienda de armas, habló con el vendedor y luego salió sin nada.

—¿Estás segura?

Ella asiente rápidamente, y antes de que pueda agregar algo más sus ojos viajan con un brillo precavido hacia mi lado izquierdo, lo que hace que copie el gesto.

Una camioneta grande de color negro con las ventanas polarizadas cerradas se estacionan a nuestro lado y por una fracción de segundo detectó el pánico que se adueña de ella, pero no tengo tiempo de observar en dirección hacia las gemelas para ver su reacción y tampoco de procesar la incertidumbre que me recorre de pies a cabeza, puesto que las puertas se abren y del vehículo bajan las cinco personas que estábamos esperando.

Rean cierra la puerta del conductor al tiempo que nos regala un asentimiento a todos, da dos paso al frente cerrando y entrando en el espacio personal de la rubia a quien le besa la mejilla, Harry que venía en el asiento del copiloto debe de rodear el auto y no se detiene hasta que está a mi lado.

—Lamento llegar tarde —pronuncia, pero no da explicaciones del por qué.

Mi mirada regresa a hacia los demás, encontrando los exótico ojos de Miller al tiempo que este se recuesta a la camioneta, Thomas baja del lado contrario y mantiene la puerta abierta para cierta castaña.

—¿Únicamente nosotros hacíamos falta? —pregunta el chico.

—Sí —le contesta Rafael.

—Buenas tardes —la voz de Meghan Lerman hace que voltee los ojos—. Xavier no quería venir, pero logré convencerlo.

—Maravilloso privilegio… —el sarcasmo de Julietta casi me saca una carcajada pero la reprimo, sin embargo, no puedo decir los mismo de las gemelas, Saucedo y Joe y basta un solo vistazo malhumorado de parte de X hacia ellos para que queden en silencio.

Los tres chicos mantiene una batalla de miradas, y todos captamos la sonrisa labial que les regala el pelinegro, la cual está llena de soberbia y por primera vez siento que quizás este viaje es tan buena idea.

Demasiado recargado de personalidades opuestas.

—Bueno, ¿nos vamos? —dice Larson, rompiendo el silencio y bajando las gafas que lo protegen de un sol casi escondido.

• 3 •

El primero en estacionar es Thomas, en el interior de la camioneta iban Meghan, Rafael y Xavier. El segundo es el convertible de Joe, quien solamente llevaba a Isaac, el tercero en un BMW que era conducido por Rean y como acompañantes tiene a Julietta y las gemelas, y los últimos somos Harry y yo en el auto que anteriormente era suyo.

La presencia de la hermana de Marcus Lerman no me sorprende, porque se ha vuelto habitual, Aria y Aida saben comportarse y hasta tratan de incluirla en algunas actividades, lo que si me inquieta es que los chicos no se llevan muy bien y si en algún momento deciden darse cariño a golpes para limar asperezas, temo que destruyan algo dentro de la casa de los Wells.

—No creo que sea buena idea dejar que X comparta cuarto con Joe o Isaac —musito, dejando de lado la botella de agua que compramos hace unos minutos en un tienda.

X porque es más fácil que decirle Xavier.

—Tu vecino dijo que el sofá de la sala era cómodo —habla Harry apagando el motor—. Puedo hacer que él duerma ahí.

—¿Puedes? —mis cejas se junta con desconfianza y una risa baja sale del hijo de los Potter.

Ese jodido sonido.

Harry no es un chico al que se le escuche reír con frecuencia, pero cada que lo hace, algo dentro de mí se agita.

—Digamos que sé algunas cosas de él —confiesa—, no le conviene llevarme la contraria.

—¿Vas a decirme? —le pregunto, girando completamente en el asiento, mi acción hace que en su boca se dibuje esa mueca maliciosa, que últimamente tiene serias consecuencias en mí.

—¿Qué obtengo a cambio, Helman?

El rubor me cubre las mejillas porque sus palabras han sido pronunciadas en un tono suave, ronco y lento. La poca luz que hay dentro del auto es lo suficiente como para permitirme detallar el brillo en sus ojos, ese que hace que mi corazón lata de prisa.

—¿Qué quieres, Potter? —mascullo acercándome un poco y lo veo humedecerse los labios antes de contestarme.

—Quiero que dejes de sentirte insegura con respecto a lo nuestro... —dice, una de sus manos pasa por el contorno de mi cara—. Eres mi chica, y yo soy tuyo, ¿es difícil de procesar?

—No recuerdo haberte escuchado pedírmelo —enuncio, alejándome de su toque.

El castaño se queda estático y aunque su mirada no abandona la mía, estoy completamente segura de que se encuentra perdido en su mente, a los segundo suelta un suspiro cargado de aflicción.

—Lo siento, Aliss —habla con la voz ligeramente enriquecida—. Sé que a veces soy un imbécil y que estoy oxidado en esto de las relaciones, pero cuando te digo que estoy enamorado de ti no son sólo palabras, sino hechos; No quiero estar sin ti, y sin duda alguna, te quiero para mí... ¿Me dejas intentarlo?

—¿Qué cosa? —mis cejas se junta, porque de repente no estoy entendiendo hacia dónde quiere llegar con lo que dice y mi confusión, es lo que lo anima a continuar.

—Cuando te vi uno de mis primeros pensamiento hacia ti fue algo como: "Estaré de todo menos aburrido" —se acomoda el cabello hacia un lado y detallo el leve temblor en sus dedos, lo que hace evidente su nerviosismo—. Cuando sostuviste mi mirada sin desviar la tuya, definitivamente me di cuenta de que estabas escondiendo algo, pero jamás me imaginé que podría ser tan arriesgado. Cuando te escuche reírte de mí, decidí que haría tu vida un fastidio y eso me hizo darme cuenta de lo mucho que me gustaba verte enojada por un simple cometario.

Mientras habla mi cabeza evoca los recuerdos que menciona, y una sonrisa pequeña y divertida se adueña de mis labios.

» Cuando golpe a Fred no fue sólo porque estaba molesto por tu cinismo, sino también porque estaba celoso de él bailando contigo —me confiesa—. Cuando tome su lugar debido a su estado lo hice porque mis padres insistieron y por la mirada vacía que tenías al darte cuenta que no podrías competir sin una pareja. Cuando hicimos ese baile y ganamos la competencia... Me vi en la necesitada de huir antes ceder al impulso de besarte en la boca —dice y se inclina hacia mí dejando un casto beso en mis labios—. Cuando revelaste tu mayor secreto únicamente deseé haber estado ahí para ti desde un principio.

» Todo lo que causas en mí adquirió un nombre cuando me gritaste que me fuera delante de todos y se asentó todavía más, cuando te escuché llorar en los brazos de tu padre... —los dedos de su mano derecha limpian la solitaria lágrima que baja de uno de mis ojos—. Me di cuenta de que me gustabas siendo astuta e impredecible, de que me había enamorado de una chica rota y aun así, te quería a ti y a nadie más.

» Cuando te fuiste y el tiempo paso, mis sentimientos no cambiaron, sino que aumentaron... Quiero sepas que siguen estando aquí sin intenciones de irse —toca su pecho dejando su mano sobre lado izquierdo—. Creí que estaba bien dar nuestra relación por sentado, pero creo que tampoco está mal que quieras hacerlo verbal, entonces: ¿Aceptarías ser la novia de este chico con nula en experiencia en lo que es un noviazgo?

Sus ojos me ven con expectación y detectó la esperanza en ellos, pero me tomo mi tiempo progresando todo lo que acaba de decir.

Estuvo mucho mejor de lo que esperé.

—¿Aliss?

—Depende... —le respondo luego de otro par de minutos.

—¿De qué?

—De cuantos secretos puedes mantener —murmullo en tono bajo y dulce, acercándome de nuevo a él, nuestros labios están a milímetros y la forma en la que me observa me anima a agregar—. ¿Cuántos, Harry?

En su habla no hay duda, ni siquiera se toma un segundo para pensarlo.

—Todos los que quieres. Tú y tus secretos están a salvo conmigo. 

—Entonces, empieza a llamarme novia —digo y espero una contestación que no obtengo, porque sus labios están sobre los míos de inmediato y se mueven suavemente contra mi boca.

Con cierto nerviosismo le devuelvo el beso, pasando mis manos por su cabello castaño y siendo consciente de que sus manos me toman de la cintura y soy yo quien toma eso como una invitación a pasarme y colocarme en su regazo.

• 3 •

—¡Más lento!

—¿Así? —mascullo, disminuyendo la intensidad de mis movimientos.

Mi respiración es un desastre y debo destacar que me encuentro bañada en sudor porque no ha dado un descanso desde que pase el umbra.

—Un poco menos todavía... —pide, y me veo obligada a sacar fuerzas de donde no tengo para hacer los últimos tres giros con los que finaliza la coreografía—. ¡Prefecto, Aliss!

Suelto un suspiro y no doy ni dos pasos cuando el piso se me mueve, como si estuviera bajo los efectos del alcohol, y de repente lo percibo como si fuese lugar ideal para dormir.

—¡Oh, no! —escucho decir a Fred, mientras me inclino sobre la superficie dura y fría—. ¿Otro mareo?

—Sí... —le respondo, recostándome sobre mi espalda.

—¿Seguro de que no me la preñaste, bizcochito? —la pregunta me tensa y mis ojos viajan hacia la otra persona en la estancia, esa que se ha mantenido reclinado en la pared. Él junta levemente las cejas y pone su mirada en mí, como si estuviera esperando que yo regañe a mi compañero de baile—. ¡Es una broma, cariño! ¡Ríete!

La mueca maliciosa se dibuja en los labios del hijo mayor de los Potter hace que un jadeo escape de Fred, pero a mí me hace voltear la mirada fingiendo exasperación.

Mierda, es tan atractivo.

Muevo la cabeza alejando esos pensamientos, porque en este instante debo concentrarme en las tres coreografías con las que participaré en el próximo concurso, ese en el que si ganó podré abrir mi propia mini compañía, ya que eso es lo que quiero y es lo que voy a conseguir cueste lo que cueste, porque como siempre he sabido, lo mío no es la medicina o siquiera las leyes, a mí me gusta bailar.

Y mis padres me apoyan.

Todos me apoyan.

—¡Bueno, mucho descanso! —aplaude, Fred—. Vamos con la tercera, Aliss.

—¡Déjame respirar! —me quejo, sentándome y detallando la sonrisa burlona que se extiende en el rostro de mi novio—. ¡No es gracioso, Potter!

—¿Lo siento? —el cinismo está adueñado de su voz, y le doy una mala mirada que sólo hace que sus ojos verdes con tonalidades marrones brillen, llenos de diversión.

¡Lo odio!

—Eres un imbécil.

—Lo que tú digas, Helman.

—¡Ay, ustedes dos! Los amo, pero me estresan —exclama el chico al que hace tiempo le desviaron el tabique nasal—. Aliss, levanta ese trasero para que te pueda ir a donde sea que el bizcochito te va a llevar —dice y ni siquiera lo pienso dos veces para hacerle caso, su mirada va hacia el castaño al agregar—. Y tú, trae una silla y la colocas en medio de la sala.

De reojo, veo al castaño hacer lo que Fred le pide y me acerco a esté con desconcierto, porque mi última coreografía no necesita de una silla.

—Pues ahora sí... —musita, mis cejas se hunde porque al parecer aún estoy a años luz de dejar de pensar en voz alta—. A la mitad de la pieza, te sientas y haces los mismos giros que cuando te pones de rodillas.

—¿Vale? —la duda en mi tono, le saca una sonrisa y eso despierta alertas en mi sistema, así que me volteó hacia el hijo de los Potter—. Si quieres puedes esperarme afuera...

—¡No! —me interrumpe Fred y sé lo que va a decir antes de que lo diga—. Entrena con ella.

Harry trae de inmediato sus ojos a los míos, porque en ningún momento le he dicho que estaría invitándolo a practicar una de mis coreografías, porque eso es algo que no hemos vuelto hacer desde hace mucho tiempo.

—¿Estás segura?

—No es...

—¡Oh, sí! —vuelve a contarme, Fred—. No es nada del otro mundo, sólo vas a sentarse en la silla y dejarás que ella te baile.

Mierda, no.

—¿No debo moverme? —en este punto mi mirada es totalmente mortífera hacia el novio de Will, y eso hunde las cejas pobladas de Harry—. ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?

—Ella cree que no serás capaz de quedarte quieto —responde el castaño antes de que yo abra la boca.

—¿Eso es un reto? —indaga Harry, pero nuevamente Fred no me deja responderle al decir:

—Bizcochito, por supuesto que sí.

—No creo que sea una buena idea... —hablo tratando de parecer normal.

—¿Por qué? —escucho preguntar a mi novio.

—Sí, ¿por qué? —finge demencia el otro castaño.

Le doy una mala mirada que no logra hacer que se retracte y por primera vez, lamento no haberle pedido a Julietta se quedará a ver mis coreografías, porque no hay manera en la que pueda practicar con Harry está pieza.

No después de lo que casi hicimos en el auto.

Eso que de no ser por el golpe en la ventana polarizada por parte de mí mejor amiga habría continuado. La cara me arde ante el recuerdo de ese día, en donde estoy moviéndome de forma casi inconsciente sobre una zona claramente muy despierta de Harry.

No, no, no.

Definitivamente no estoy practicando con él después de hacerlo hecho gruñir de dolor cuando del susto, mi rodilla termino colisionando con esa parte inferior que estaba encendida debido a los besos y a mis movimientos.

—Por... Porque aún no está completa —logro articular—. Hay que hacerle unos cuantos cambios.

—¡Precisamente! —exclama, Fred y en este momento no es mi persona favorita—. El bizcochito te va ayudar, ¿verdad?

—Sí, hagámoslo —acepta Harry, y el aplauso de novio de Will me hace saltar.

Mierda, no.

Por un instante creo que mi única opción es salir corriendo, pero al otro  el celular de mi novio suena con una llamada, éste lo saca y lee el remitente antes de contestar. No presto atención a lo que dice, porque me acerco a mi compañero de baile que empieza a alejarse de mí con disimulo, en tres paso avanzó los pocos metros que nos separaban.

—¿Te volviste loco?

Fred tiene la suficiente firmeza de reírse en mi rostro.

—Estaba bromeando, Aliss —miente, no obstante no tengo tiempo para molestarme porque Harry pronuncia mi nombre.

—¿Qué pasa?

—Debemos irnos —el que su tono sea serio y neutro, hace que camine rápido hacia mis cosas y en menos de tres minutos estemos sobre la moto que compró con lo que ganó en la apuesta sobre el sexo del nuevo integrante de la familia Helman.

Porque oficialmente seré una hermana mayor.

Tendré un hermano al cual hablarle de los tipos de amores.

Y también de lo que he aprendido.

—¿Vamos hacia la Sociedad? —musito para mí misma cuando toma el camino la ruta de ese lugar.

—Sí, todos están allá —responde mi novio y casi me asusto al escucharlo tan bien, pero recuerdo que el casco que ambos llevamos permite mantener una excelente comunicación debido a un sistema que él mismo diseño—. El sistema logro encontrar lo que esconde Luke Carrier, Rean recibió una notificación hace unos minutos, quieren que lo desbloquee para que puedan verlo.

—¿Cuándo lo lograste?

—Antes de venir por ti—musita, deteniéndose al ver un semáforo en rojo—. Eso quería mostrarte.

—¿Tú ya...?

—Sí.

—¿Es malo? Es decir, ¿está en algo peligroso...?

—Depende —contesta, al darse cuenta que no puedo terminar mi pregunta—. Él realmente está limpio, pero la arena que podría recibir no será fácil de evadir.

Es un infiltrado.

—Sí, mi Aliss —afirma—. Carrier definitivamente batió el récord.

Y es ese cometario, el que me hace saber que en lo que está metido Luke, no es nada comparado con lo que hemos enfrentado.



Confieso que debí discutir conmigo misma, puesto que no quería dejar de escribir, fue tipo: ¡Oe, ya basta!

Ly, cuídense, 🖤.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora