C13 | Consejos y miradas ilegibles

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—¡Déjame escuchar, maldición! —ordeno Julietta hacia su primo.

El castaño oscuro volteó a verme con una clara mirada de: "¿Sabes qué jodido le pasa?", a la que respondí encogiéndome de hombros y en lugar de preguntar qué pasaba me limité a escuchar lo que decía el Director Robert, quien minutos antes irrumpió a la clase de Valeri Doop.

—Buenos días, estudiantes —habla. Luego de saludar y disculparse con la profesora—. Necesito que todos pasen al auditorio mayor, hay personas deseando conocer a la generación que próximamente será graduada.

—¿Para qué o qué? —dice uno de los alumnos de adelante.

—Eso lo sabrá una vez este en el lugar —le responde Brown—. Por favor, cuiden su comportamiento y vocabulario. Es una visita no es sólo de importancia para el instituto, sino para ustedes también, ¿está claro?

—¡Clarísimo, señor! —exclaman desde la últimos asientos y sus palabras se ven apoyadas por varios asentamientos.

—Perfecto.

Recogemos nuestros útiles para luego empezar a seguirlo. Los estudiantes hacen una fila de manera ordenada, para después abandonar el aula.  Giro mis ojos con fastidio. Típico, cuando hay invitados o somos visitantes a algún lugar hacemos la adopción de un desempeño envidiable e impecable. Pero no los puedo culpar, a todo nos encanta sobresalir. Y que seamos competitivos hasta la mierda, nos convierte en muy buenos adversarios.

—¿Las universidades se habrán vuelto desequilibradas? —escuche la queja de mi amiga—. Estamos comenzando el año escolar, ni siquiera sé si voy a graduarme.

—Cállate, ¿sí? —pidió Ryan, ladeando solamente el rostro para enfocarla desde casi un metro de distancia.

—¿Acaso es con tu boca qué hablo? —cuestiono la rubia—. Si no quieres oírme, tapate los oídos.

Doblamos sobre una esquina del pasillo y nos encontramos con las aulas restantes de sexto año en la misma condición que la nuestra.

¡Ay, no!

Nos encerraran como pollos.

—Créeme si con eso dejase de escucharte, lo haría.

—Eres un... badulaque.

—¡Gracias, cariño! —le dijo el pelirrojo—. Es lo más lindo que me has dicho, aunque me decepcionas esperaba algo más cruel de tú parte...

Espere la respuesta de Julietta, pero nunca llego. Observe con confusión sobre mi hombro ante su silencio, encontrándome que su atención estaba en otra cosa que claramente no eran las retinas color miel de mi vecino, ni en seguir con su disputa, sino en algo totalmente distinto. Tan concentrada estaba qué detuvo en automático sus pasos haciendo chocar a Dante con su espalda.

—¿Qué mierda hacen ellos con ella? —pregunte sin poder evitarlo. Una risa histérica abandonó la garganta de mi mejor amiga, y entre la misma dijo:

—No lo sé, pero vamos averiguarlo.

Salió de la fila perfectamente formada dispuesta a ir hacia Meghan Lerman, esa que estaba acompañada de Rean y Harry, y yo no tuve más remedio que seguir sus pasos.

O eso creí hasta que a ambas fuimos detenidas del codo, devolviéndonos a nuestra posición.

—¿Qué te pasa? —tanteo Carrier con la mirada puesta en la de su primo.

Dante le sonrió con sarcasmo y pronuncio:

—Eso debería de preguntar yo, ¿qué jodido se traen con esos dos?

—Nada —confieso, juntando mis cejas ante la insinuación—. ¿Qué nos traeríamos?

—No sé, pero actúan como estúpidas por ellos... —suelta serio,  examinando nuestra reacción al comentario.

—¡Avancen, maldita sea! —grito alguien, logrando sacarnos de la situación incómoda que se formó en segundos. Hicimos lo que ordenaron en silencio, dejando que el tiempo se llevase lo recién pronunciado.

• 3 •

—¡La cena! —levantó la voz innecesariamente para que las personas en la sala, me escuchen. Mi acción hace que mamá salte del susto.

—¡Aliss! —dice, regalándome una mirada mortal de sus ojos azules—. Te pedí que fueras a  avisarles, no que les gritaras, porque para esa gracia lo hubiera hecho eso yo.

—Mami, lo lamento… —masculle, desarrollando mis brazos para regalarle un abrazo—. ¿Te doy un abracito a cambio de que me perdones?

—Mmm, esto me parece sospechoso —pronuncia, tirando de mis manos para envolverme en sus brazos. Suelto un suspiro disfrutando del afecto materno—. Sino te conociera como te conozco diría que está es una actitud muy normal de ti, pero como te conozco ¿qué mierda traes en la mente, hija?

Ja.

Atrapada.

Sonreí contra su pecho, y me separé lo suficiente para captar su rostro.

—¿Nada?

—Jódete, Aliss... —susurra, rodando la mirada.

—¡¿Qué pasa aquí?! —el grito femenina desde la puerta de la cocina, me tensa—. ¡Las mujeres de Helman, excluyendo al mismo dueño del apellido de un precioso momento familiar!

—Joder, eres insoportable, Mar —indica mi madre sonriendo y separándose totalmente de mí.

La rubia que interrumpió nuestro momento, me observa de arriba abajo con sus ojos verdes y una sonrisa labial en su cara. En lo personal, es muy intimidante viniendo de una mujer con un balón de básquet por estómago.

» ¡Deja de mirar de esa forma a mi hija, y mejor ayuda con la mesa!

—¡¿Qué?!  —se exalto. Giré sobre mis talones, tome un vaso y lo llené de agua, sabía que lo que estaba por comenzar era una de esas discusiones cómicas entre amigas—. ¡Estoy embarazada, no puedo hacer ese tipo de cosas, Alisson!

—Claro, pero si puedes separar las piernas para que James se posicioné en ellas... —refutó mamá y el rostro de la rubia enrojeció. Ante ese acto la Doctora celebró con baile que jamás le había visto y yo casi me ahogo con el agua—. ¡Justo en el punto!

—¡Puta! Un día de estos vas a matar a tu hija —camina hacia mí, la madre de Harry, una vez a mi lado, me da pequeños golpes en la espalda—. ¿Siempre eres así de explícita delante de ella?

La señora Helman desliza su vista de su amiga hacia mí, y una sonrisa tierna le asalta las facciones. Sé que su respuesta será afirmativa. Porque desde que tengo uso de razón en todo momento ha sido así y eso es algo que adoró de ella.

—Si —confirma, volviendo sus ojos a la Tía Mar—. Si no soy yo quién la instruye en la sexualidad o en otros temas de importancia dentro de la juventud, será otra persona seguramente de su misma edad... —se encoge de hombros y la esposa de Potter asiente notablemente de acuerdo.

Martina mueve las manos en el aire y luego las coloca en los azulejos de la isla y dice:

—Me hubiera encantado que todas las madres de la última escuela en la que estuve pensarán de la misma manera que tú. Créeme esa ideología vale oro, Alisson.

Mamá le sonríe.

—¿Alguna vez te imaginaste qué pasaría si dejáramos de lado todos los temas Tabú? ¿Qué nuestra sociedad dejará de ser tan superficial, juzgadora y egoísta?

—¿Qué la democracia de la que tanto hablan los Presidentes fuera real? —habla la rubia con el mismo entusiasmo que mi madre—. ¿Qué algún día encontraríamos el punto medio entre el Socialismo y el Capitalismo?

Ambas mueven la cabeza en afirmación, compartieron una de esas miradas que no logró descifrar nada, y soltado risas desquiciadas voltearon a verme.

—¿Qué?

—Nada, pequeña Alisson —dice, Martina. Y jalándome de un brazo como si fuese una muñeca de trapo, ella agregó—. ¡Ven! ¡Tendamos la mesa!

—Genial, sacare una botella de vino —informó, mi madre. Traté de leer su rostro, pero fracasé en el intento.

Algo anda mal.

Y sí, algo andaba muy, muy mal.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora