C3 | ¿Seis contra uno?

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Miré como el aula de Química se llenaba poco a poco de alumnos. Julietta está en el aula contaría recibiendo Física, por lo que seguramente esté llenado de maldiciones al profesor Orlando.

—Helman —me saludo cordialmente un chico moreno.

—Cooper —le respondí de igual manera.

— ¿Cómo pasaste ayer? Dicen que te vieron por la central de pizzas en el Centro Comercial —empujó mi hombro juguetón, luego se sentó en el pupitre de adelante.

—Lo que se dice de mí, me tiene sin cuidado —confieso—. Estuve paseando con la familia, ¿y tú?

—Salí con una chica y creo que me enamoré... —formo un corazón con las manos, yo por mi parte rodé la vista.

—Hasta no ver, no creer.

Joe Cooper jugador de básquet y bastante amigable, pero seguido por muchas chicas —y él no las desaprovechar—. Dieciocho cumplidos y cursa junto conmigo y Juli, el último año de secundaria. Piel canela, ojos color miel y cabello morocho, mide un metro y ochenta aproximadamente, creo.

—Siempre tan tú, Aliss —dijo negando, pero con una sonrisa pintada en su rostro—. Hoy empezamos los exámenes ¿verdad?

—Sí, matemática —manifesté con cansancio.

¡Mierda!

Eso fue mi primer examen, una mierda.

—Ya la cagamos, ¡ya valí madres! —soltó con irritación y fatiga—. No entiendo ni carajo en matemáticas.

Logré reprimir una carcajada, no porqué me importará burlarme de su frustración, sino porque yo estoy igual o incluso peor que él.

—Bienvenido al club, Cooper —dije irónicamente.

—Pero que honor, gracias —habló con sarcasmo—. ¿Julietta habrá estudiado?

Está vez, no me logré reprimir mi risa.

¿Julietta Carrier estudiando para un examen de matemáticas? JA, JA, JA. Eso jamás se verá, nunca. Ella repudia con toda su alma las matemáticas, prefiere cualquier otra asignatura que esa. Hasta Educación en la Fe —clase que, según nuestros padres, era peor que cualquier castigo—, sería mejor opción.

La maestra Valeri entra al aula musitando un "Buenos días" y nosotros nos acomodamos en nuestros asientos contestando igual. Valeri Doop es una de las pocas profesoras que me cae bien, su personalidad es bastante empática y el talento que tiene para que todos estemos entretenidos con su clase, es mágica.

Unos golpes en la puerta hacen que ella paré con la explicación sobre las Reacciones de Alcanos, y que después a paso lento se encaminé a abrirla.

¿Por qué lo hace?

—No lo sé, Aliss —contesta, Joe. ¡Demonios! Volví hacerlo, volví a pensar en voz alta—. También me lo preguntó, ya todos sabemos quién es él qué toca...

—Llega tardé, Señor Lerman —escuchamos decir a la profesora. Su tono tiene tildes de molestia e irritación—. Por quinta vez en la semana...

— ¿Qué es tarde, maestra Doop? —discute con tono filosófico desde afuera.

Cínico de mierda.

—Pase y deje sus cuestionarios filosóficos para luego o para a alguien que deseé escúchalo —dijo con diplomacia e ironía, para después apartarse de la puerta, dándole espacio para entrar.

Valeri, creo que te amo.

Algunos soltaron pequeñas risas burlescas, mientras otros sólo callaron con asombro y admiración hacia ella.

—Yo le hago un hijo, maldita sea... —susurró otro chico que ocupa el lugar de adelante.

Los chicos que estaban cerca y que lo escucharon asintieron, pero todo quedó en completo silencio, cuando por el orificio de la puerta atravesó nada más y nada menos que Marcus Lerman. Con la mandíbula apretada por lo recién acontecimiento. Su mirada profunda y malhumorada, se paseó por todos los presentes como con advertencia. Nadie dijo nada, estuve tentada a girar mis ojos, pero no lo hice. Sus interesantes ojos grises repasaron ágilmente su entorno y empezó a caminar con arrogancia hacia el único asiento vacío del lugar.

Gracias al cielo, que no fue cerca de mí.

Después de que su majestad se acomodará en el asiento, nuestra clase trascurrido de lo más normal. El timbre sonó justo cuando a la profesora, se le ocurrió hacer un trabajo en pareja y qué ella las escogería. Gruñidos y gemidos lastimeros no tardaron mucho en hacer presencia, pero nadie la hizo cambiar de opinión, el trabajo se entregará dentro de un mes. Terminé siendo la pareja de Ryan Wells, vecino de la cuadra, le agradecí muchísimo eso, pero en silencio.

—Lo hablamos luego, Wells —le propuse al chico de cabello rojizo que aún estaba guardando sus apuntes—. ¿O ahora?

—Aliss, aún tenemos un chingo de tiempo —se colocó la mochila en el hombro despreocupado, sonreí—. Ya luego nos arreglamos, por ahora enfoquemos en los exámenes, ¿vale? —sonrió con amabilidad.

—Vale, nos vemos luego —me despedí y empecé a caminar, él solo asintió complacido.

Cuando atravesé la puerta, me topé unas muy conocidas órbitas verdes qué regalan miradas mortíferas.

— ¿Algún imbécil?

—Está institución educativa cada día tiene más y más de esa maldita especie —reconoció con odio, Julietta—. Dicen que vendrán tiempos mejores, pero yo ya estoy perdiendo demasiado tiempo.

Tomé su mano izquierda y la arrastré velozmente entre el mar de alumnos en un camino que nos llevaría a nuestra próxima clase, y tratando así de que dejé de pensar demás en el tiempo.

—El tiempo es oro y no hay que desperdiciarlo lamentándose, Juli.

—Joder, lo sé —coincidió—. Pero estoy jodidamente desesperada, ¿qué chico le presentaré a mis padres si aquí todos son unos completos imbéciles?

— ¡Oye! —gritaron en protesta a nuestras espaldas. Logrando que ambas nos detengamos y giremos para ver de quién se trata—. ¿Por qué colocas por el puto suelo al sexo masculino, rubia?

Un chico alto de piel pálida —creo que de nuestra edad— con cabello negro y ojos del mismo color que hace juego con su vestimenta oscura. Cruza los brazos frente a ambas, pero no despeja sus lunas oscuras de las verdosa de Julietta.

Bingo.

Señores, creo que encontramos al chico.

—Porque puedo, porque quiero y porque se me apetece, imbécil —escupió con irritación mi mejor amiga y confidente total.

El rostro del chico se desencaja por las palabras de ella, pero eso no duró mucho tiempo, porque luego suelto una carcajada sarcástica.

— ¿Y tú quién jodido te crees?

Mi Juli se miró las uñas y luego a él diciéndole de manera venenosa:

—Tu puta madre.

No bingo.

Aquí, no encontramos nada señores.

La rubia no espero por una respuesta, tomó mi brazo y me arrastro lejos de allí, dejando al chico pálido de ojos negros con la boca cerrada.

Je, pero ¿qué mierda acaba de pasar?

Nos perdimos rápidamente entre los estudiantes y al dar la vuelta en una esquina, miramos el aula de nuestra siguiente clase y está la pasamos juntas. Al pasar por el umbral Julietta finalmente me soltó para con ansiedad y miedo decir en un susurro bajo, casi inaudible.

—Creo… Creo que me-e gusta.

Mierda.

• 3 •

Me dejó caer de sopetón en asiento de copiloto y cierro la puerta con más fuerza de la necesaria del glamuroso vehículo de Dante. Aún con la respiración agitada, le pregunto.

— ¿Por qué mierdas tienes que ser tan tú?

— ¡Solo guarda silencio! —ordenó esté y llevo sus manos a los lados de su cabeza. Solté un resopló irritada, ¿quién se creé para callarme?

Imbécil, acabo de recibir un maldito puño en mi cachete por ti.

La puerta trasera se abrió y cerró con más fuerza de la necesaria, gracias a Julietta.

— ¡¿Por qué cojones eres tan estúpido, Dante?! —le pregunto ella, su rostro estaba enrojecido y la ceja la tenía partida—. ¡¿Acaso te has vuelto loco?!

— ¡Cállate! —gritó demandante, pero a diferencia de mí, su prima no se quedó en silencio.

— ¡¿Qué me calle?! —dijo incrédula. Dante la observó de reojo con enfado, pero también con vergüenza—. Te jodiste conmigo, primo. No lo haré, así que me vas a escuchar quieras o no, maldita sea.

» ¿Cómo se te ocurre irte a golpes con el imbécil de Marcus? Mejor aún: ¿Cuál fue el bendito motivo? La aglomeración de chismosos alrededor me alteró y algo me hizo acercarme para mirar. ¿Sabéis que sentí cuando te miré arriba de él moliendo todo su rostro? Orgullosa, pero ese no es el punto. Me preocupé demasiado, más aún, al ver como se acercaban sus amigos. ¡Te grité como desquiciada para que pararás, pero no, me ignoraste olímpicamente, joder! ¡Ambas te gritamos, Dante! Seis entre uno, es seis. ¿Hacerles frente tú sólo? Muy de valiente y también estúpido de tú parte ¿Por qué empezó todo ese jodido espectáculo, Dante?

Marrón y verde están batallando en mis narices, ninguno da señales de rendimiento.

Sí, así como lo narró Julietta pasó, aunque le faltó agregar que al verlo en tan malas condiciones y en una obvia desventaja. Ella saltó a la defensa contra los chicos, por lo que yo también tuve que pintar ahí, porque de ninguna manera iba a dejarla sola. Ganado así, una patada en las costillas y golpes en diferentes partes del su cuerpo, siendo el más notable el de su ceja izquierda. Yo por mi parte no me quedé tan atrás, en mi paquete viene también los golpes de Julietta, con la distinción es que a mí no me sangra la ceja, sino el cachete.

Dante, por su parte recibido el premio mayor con el labio inferior partido, un fuerte puñetazo en el ojo y otros golpes más. Los seis contra nosotros tres, tampoco salieron bien librados. Ya que los rasguños y las patadas en sus partes nobles, estuvieron a la orden del día. La aglomeración empezó a desaparecer al oír la palabra mágica y maldita: Director.

Nosotros también desaparecimos rápidamente con ella y el reflujo más cercano fue, el auto de Dante.

—Lo siento —pronunció él en lo bajó. El castaño jamás fue bueno con las disculpas y al parecer lo sigue siendo.

— ¿Qué sientes? —ironizo molesta—. Yo siento una mierda mi ceja, estúpido.

—Lo siento muchísimo, joder.

—-Idiota... —susurré. Sus ojos me observaron por un momento y después a Juli. A través de sus ojos dijo más qué en sus palabras.

Unos nudillos en la venta, hicieron que el pequeño silencio entre los tres se rompiera. Y al mirar de quién —mejor dicho, de quiénes— se trataba nos paralizamos.

—Joder —soltó en un murmullo, Dante.

—Puta —le siguió, Julietta. Sin dejar de mirar a las personas que esperaba a que bajáramos —no la ventana polarizada—, sino del vehículo.

—Mierda —finalice, sin mover mis ojos azules oscuros de los rostros masculinos de nuestros papás.

Los tres con trajes perfectamente hechos a sus medidas, representado y dejando muy en claro sus profesiones. Dos Empresarios y un abogado. El señor Helman, dueño del bufete más reconocido de la cuidad, esposo de la Doctora y Licenciada en pediatría del Hospital Central. ¡Ay, mierda! Lo que quiero decir es que, mi papá está aquí y estoy segura que no es para felicitarme por mis calificaciones.

Mierda.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora