C6 | Imbecilidad agravada

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— ¡Luke vendrá la próxima semana! —dice con emoción, la rubia que tengo a mi lado—. ¿Sabes lo que significa? ¡Tendré a mi hermano mayor devuelta!

Y también a su inconfundible idiotez.

— ¡Me alegro por ti! —hablé fingiendo alegría. Los ojos verdes de Julietta, me observaron contraída. Sabe perfectamente que yo y el idiota de Luke Carrier, no somos —ni seremos— mejores amigos o siquiera amigos—. Ojalá que allá dejado lo idiota en la Universidad...

— ¡Oh, vamos! Tú y yo, sabemos que eso es malditamente imposible —se cruzó de piernas y jaló jugó de naranja con la pajilla.

—Desgraciadamente... —murmure, dejando de mirarla.

No sé, cuál sería el concepto que mis progenitores tienen sobre algo pequeño, porqué esto de acá, no es nada pequeño.

Hay cuatro mesas juntas para ellos, llegaron más amigos de papá y de mamá, sumado a nuestros vecinos por lo que ahora hay unas veinte o treinta personas en el patio trasero de mi casa. Estamos sentadas frente a la piscina, en ella no hay nadie, aunque estoy segura que más tarde, alguien caerá allí. A nuestro lado derecho están los reprimidos de la celebración, ¿quiénes son? Está lista es encabezada por mi compañero de trabajo en química, Ryan, luego Issac, Dante y, por último, pero no menos importante, el imbécil de Harry.

¿No qué los jóvenes somos el alma de las fiestas?

Aquí todo el crédito es de los mayores, quiénes no dejan de reír y conversar. Vuelvo a mirar hacia donde están mis padres, sólo para ganarme que papá me mande por hielo.

—Mierda... —me levanto a regañadientes—. ¿Vienes?

—Contigo voy a donde sea —indica, poniéndose de pie.

Lo sé.

Empiezo a caminar hacia la cocina con ella detrás de mí. En cuanto nuestros pies tocan la cerámica de color crema, que hace de piso en el corredor, el timbre sonó, diablos.

—Seguramente es Joe. Iré a abrirle —asentí a la información y la miré alejarse rápidamente.

Cooper sí que llegó de forma veloz. Le llamamos para invitarlo a venir y dijo que aparecería enseguida. Saque los cubitos echándolos en los dos recipientes que me entregó papá. Tome seis pastelitos de carne y una botella de gaseosa. Estoy degustar el primer pastelillo, cuando el fantasma de Julietta apetece por el umbral.

—Pero, ¿qué mierdas te pasó? —averiguo divertida, masticando mi alimentó.

Su rostro está completamente blanco, sus pupilas están agrandadas y me contengo las ganas de comentar algo muy típico en estas situaciones, pero que no deja de ser idóneo: Parece que viste un fantasma.

—E-el c-chico...

— ¿Qué?

—Buenas tardes —pronuncio desde el pasillo una voz masculina, al segundo un chico se colocó detrás de ella. Y al ver de quien se trataba, no me fue difícil deducir el porqué de su estado. El joven pálido de ojos es el responsable—. ¿Dónde está Harry?

Desvié mis ojos de ella a él. ¿Qué hace este tipo aquí? ¿Por qué pregunta por el hijo de los Potter? Esas preguntas pasaron a otro plano, al ver a Julietta recomponerse de su estado hoja de papel y adoptar la misma postura que utilizo la primera vez que se lo encontró... Ay, no.

La va a cagar.

— ¿Lo ves por...? —la corte.

—Está en el patio —indique rápido—. La puerta de al fondo a la derecha.

El chico asiente, musitando “Gracias” y antes de perderse por el pasillo, capto la mirada ambigua que da hacia la rubia. Cuando no está en mi campo de visión, la ubico a ella.

— ¿Qué te pasa Julietta? —me fue inevitable no curiosear—. Si te gusta el chico, no debes que tratarlo como la mierda.

—Cállate, maldita sea.

Ante el tono molesto y la orden, solamente puedo bufar. No estoy para lidiar con sus extrañas manías, suficiente tengo con un cachete inflamado y una próxima reprobada en matemáticas. Agarro el hielo y luego, salgo de la estancia.

Cuando finalmente entregue mi tarea le hice saber a mi madre que estaría en mi habitación. Planeaba encerarme, comer pastelitos de carné y bebería gaseosa. Pero al observar como el primogénito de Potter y su pálido amigo posicionarse en la entrada trasera, mis ideas presentaron sin querer un quiebre.

— ¿A dónde crees vas, Helman?

—Que te importa, Potter —rebatí, acelerado mi caminar hacia adentro de la casa.

— ¿Qué pasa estas aburrida? —musito con voz neutra, pero la manera en que sus ojos verdes con marrón brillaron me hizo saber que estaba buscando como irritarme. Recuerdos fugaces de mi niñez pasaron por mi consciencia y en todos, estaba un mini Harry siendo un zoquete—.  ¿Estoy interrumpiendo tu hora de siesta?

—No seas imbécil y déjame en paz —le sugerí, reanudado mis pasos.

— ¿Con esa boquita besas a tú madre? —habla nuevamente Harry, cuando estoy justamente pasando por su costado. Ignore su estúpido comentario, pero su mano derecha rodeó mi brazo, deteniéndome. Lo mire de reojo con disgusto, captando la sonrisa cínica que se formó en sus labios. ¿Y a esté qué mierda le ocurre? Media hora atrás no me hablaba y no escuchaba cuando le llámame—. ¿Con esa boquita me besarías a mí? Creo que antes te lavaré los dientes con cloro, desinfectando toda esa suciedad bucal.

¿Ah?

—¿Besarte a ti? —masculle y reí escandalosamente. Reconociendo que prefería la actitud indiferente del chico antes que la de imbécil, mis ojos se desviaron a la persona a su lado—. ¿Esté está fumado o qué mierda?

El crush de Julietta no emitió palabra alguna, ya que su total atención no estaba en Potter, ni en mí. Sino en las dos personas que están conversando en el pasillo, mi mejor amiga y Joe.

• 3 •

—Su nombre es Rean Doop —repetí, sentándome en el sofá unipersonal de mi habitación.

—Y es el mejor amigo de Potter —agrega Dante, dejando un plato con bocadillos en la mesa triangular para después sentarse junto a su prima.

—Está guapísimo y al parecer es familiar de la maestra Valeri —dice Cooper, acomodándose en mi cama. Sus ojos están en la rubia—. Diría que es un amor como ella, pero se le nota que tiene un carácter de mierda. Que mal Carrier…

— ¡Chist! —lo hace callar—. Eso se puede quitar con algo, ¿verdad?

—Claro, con una mamada —escuchamos la respuesta desde la inconfundible voz de Issac Saucedo y luego, lo vemos aparecer bajo el umbral. Detrás de él, viene Ryan Wells—. ¿Por qué no están abajo?

—Abajo está aburrido, Saucedo —resume secamente Dante. Y debo morder mi labio inferior al detallar que el comentario sobre felación no le agradó—. ¿Qué jodido haces aquí?

—Tranquilízate Carrier, no es como que Julietta esté por hacer su primer oral —expresa Ryan adentrándose a la habitación. Ganado un sonrojó en mi amiga y una mirada mortífera de parte de su primo—. Vale, mejor guardo silencio.

— ¿Qué hacemos aquí? —retoma la pregunta anterior, el hijo menor de Logan Saucedo—. ¡Simple! Lo estamos buscando a unos pendejos, ¿saben lo horrible que se siente ver botellas de licor y no poder degustarlas?

—Joder, es exasperante —concuerdan al unísono los otros. 

Julietta y yo soltamos bufidos. Los chicos inician una conversación a la que no le prestó atención, puesto que mi mirada recae en la pata derecha de mi cama desde donde sobresale la copa negra de un sostén.

Mierda.

Con disimulo me levanto y me siento en la superficie acolchada cerca de Joe, para luego con el pie meter por completo la prenda. Centro la vista a mi alrededor, buscado así, corroborar que nadie de los presentes me estaba observando.

Tengo que ser más ordenada.

Le doy un repaso al dormitorio y con las cinco personas en la habitación. Todo se ve más desordenado y pequeño de lo que es. ¿Cómo permití que está gente entrara en mi cueva en mis propias narices? ¿Por qué tengo este lugar patas arriba? ¿La ropa de la canastilla estará sucia? ¿Desde cuándo el estúpido de Issac usa sujetador por encima de sus camisetas...?

— ¡Eso es mío! —digo alterada, haciendo brincar a las personas que se encuentra dentro de las cuatro paredes—. ¡Dámelo! ¡Dámelo!

Saucedo voltea su mirada oscura y pasa una mano por su melena rubia, antes de extenderme la prenda de color crema. Claro, no sin antes hacerme una sugerencia.

—Deberías de ser más cuidadosa con tus prendas íntimas, Helman —expresa y humedece sus labios, sus ojos brilla de gozo. Confirmado, los chicos son unos imbéciles, cuando sus dedos chocan con los míos, agrega—. Pero tengo que agradecer a tu descuido, porque ahora sé que tus pechos caben a la perfección entre mis manos.

El rubor que se apodero de mis mejillas, y se sintió como lava hirviendo.

Perfecta Mentirosa © [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora