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Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada.
Mario Benedetti .

Luego de un rato, volvimos a la cocina. Comencé a sentir una extraña sensación de asfixia y ansiedad ante el hecho de estar tan cerca de ir a salvar a mis amigos. Tenía un destino escrito : la muerte . Quedaba más que claro que ni podía hacer nada al respecto. Me dolía incluso mirar a Enoch. Él no era más que un recordatorio eterno de todo aquello que iba a perder . Reynaldo y la Madre Arena se habían tomado un descanso y se quedaron a nuestro lado.

- ¿ No os parece extraño que nací justo en esta época, donde existen los huecos? - dijo Jacob - Los huecos solo llevan en el mundo desde el siglo pasado, y resulta que tanto mi abuelo como yo nacimos en este momento, cuando nos necesitan.

- Puede que siempre haya habido gente que podía hacer lo mismo que tú - dijo Emma.

- Puede que mucha gente haya vivido sin ni siquiera saber que eran peculiares - comentó Enoch.

La Madre Arena se inclinó y le susurró algo a Reynaldo.

- Dice que ni una cosa ni la otra - dijo el chico - Puede que tu peculiaridad no sea manipular a los espíritus huecos, sino que esa es su aplicación más evidente.

- ¿ A qué te refieres ? - preguntó Jacob - ¿ Qué otra cosa podría ser ?

- Igual que un chelista no nació con un don para ese instrumento en particular, sino para la música en general - respondió - tú no naciste solo para manipular huecos. Ni tú - le dijo a Emma - para hacer fuego.

- Tengo más de cien años - dijo Emma - No puedo manipular el agua, el aire ni la tierra, ya lo he intentado .

- Eso no significa que no puedas hacerlo - repuso el chico - No es que no sea posible, sino que no se ha cultivado. La cuestión es que tu habilidad para la manipulación de los espíritus huecos no es un acontecimiento improbable. El don se desarrolló en dirección a lo que era necesario. Se dice que el personal de la biblioteca de almas estaba compuesto por gente que podía leer las almas. Si esos bibliotecarios vivieran, serían como tú .

- ¿ Qué relación hay entre ver a los huecos y leer las almas ? - preguntó Jacob.

- Pareces un lector de almas - respondió - A pesar de todo, decidiste perdonar a Bentham .

- ¿ Perdonarlo por qué ?

- Por lo que le hizo q tu abuelo - dijo.

- ¿ Qué le hizo a mi abuelo?

- Yo se lo contaré - repuso Bentham entrando a la cocina - Debo ser yo quien lo confiese .

Bentham arrastró los pies, apartó una silla de la mesa y se sentó frente a nosotros.

- Durante la guerra, tu abuelo era muy conocido por su peculiaridad. Yo estaba trabajando en un proyecto secreto y pensábamos que podíamos reproducir su habilidad y compartirla con otros peculiares. Él accedió a participar . Tomamos una pequeña parte de su segunda alma.

- Le quitasteis el alma - dijo Emma con voz temblorosa .

- Solo un poco - dijo Bentham - La repartimos a varios sujetos de prueba, y aunque dio resultado, el efecto no duró mucho. Fue un fracaso .

1940 [ Enoch O'Connor ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora