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Hasta que lo inconsciente no se haga consciente, el subconsciente seguirá dirigiendo tu vida y tú le llamarás destino.
Carl Gustav Jung.

A

l fin había llegado el tan temido momento. El señor Bentham nos dio unas ropas cómodas y más acordes a nuestra misión. Subimos hacia el pasillo de los bucles y me atacaron los nervios.

- Todo estará bien - me dijo Enoch en voz baja mientras tomaba mi mano para caminar juntos.

- Enoch, tengo miedo - confesé .

- No tengas miedo, - me dijo - pase lo que pase estaré a tu lado.

- Te quiero .

Las palabras se deslizaron entre mis labios a tanta velocidad que no pude detenerlas.

- Yo también te quiero - respondió .

El corazón se me quería salir del pecho . Enoch me dio un corto beso en los labios, me regaló una sonrisa y nos volvimos a poner en marcha, aún con nuestras manos enlazadas.
Bentham enviaría a su ayudante, Kim , para que nos sirviera de guía .

- Adiós y buena suerte - nos dijo Bentham - Traed a mi hermana de vuelta .

- Eso haremos - aseguró Jacob .

Seguimos a Kim por la habitación hasta un frondoso bosque. El aire era fresco y estaba bañado por el olor a madera. Dejándo los árboles atrás, tomamos una ruta que rodeaba la ladera de una montaña . Tras unos minutos doblamos un recodo y nos topamos con una cascada. Allí había una señal que decía " por aquí " con grandes y visibles letras negras.

- ¿ Dónde estamos ? - pregunté .

- En Argentina - contestó Kim.

Seguimos la señal a través de un camino. Este acababa en un arroyuelo. Seguimos la corriente durante casi un centenar de metros hasta que desapareció por una hendidura al pie de una ladera. El ayudante de Bentham se arrodilló en la orilla del arroyo, retiró una cortina de hierbas y entonces extrajo una pistola de su cinturón y lanzó tres disparos. Se oyó un grito extraño, y una criatura cayó muerta.

- ¿ Qué era eso ? - preguntó Jacob.

- Ni idea - dijo Kim - Pero os esperaba a vosotros .

La criatura no se parecía a nada que hubiese visto en toda mi vida. Era grande y peluda, con grandes y puntiagudos dientes asesinos.

- Entrad ahí - dijo Kim - Retroceded sobre vuestros pasos hasta el lugar de donde hemos venido. Así llegaréis a los wights.

- ¿ Dónde estarás tú ? - pregunté .

- Aquí - respondió sentándose en la nieve.

Descendimos hasta el arroyo y Jacob y Enoch nos ayudaron a bajar a Emma y a mi. Al sumergirnos en aquella agua helada, pude sentir un dolor tan agónico como mil puñales . Llegamos al final de un túnel y salimos del arroyo de un brinco . Aquella parte de la cueva era idéntica a la anterior , con la excepción de que Kim no nos esperaba.

Comenzamos a caminar siguiendo la ruta por la que habíamos venido. Al final del recorrido , encontramos una habitación escondida entre unos arbustos. Nos metimos dentro y buscamos una puerta en la oscuridad.Fuera de la habitación se encontraba un pasillo de piedra, con paredes llenas de altas puertas. Finalmente estábamos en la torre de los wights. Nos adentramos al pasillo y giramos hacia la derecha . Corrimos un rato para luego bajar por la torre en espiral. Ante nosotros, pudimos ver las espaldas de cinco wights, todos con pistolas a la cintura. No parecieron vernos. Una masa ardiente de algo desconocido entró volando a la fortaleza por encima de la muralla y cayó en el patio prendiendo fuego . Empezó a sonar una alarma y en poco tiempo los wights fueron saliendo de los edificios. Sharon acababa de lanzar su distracción.

1940 [ Enoch O'Connor ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora