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La mayor cobardía de un hombre es despertar el amor de una mujer sin tener la intención de amarla.
Bob Marley.

Nos condujeron de forma brutal hacia la torre. Solo había una buena noticia : continuaba con vida. A mi lado, Enoch caminaba con la cabeza gacha, y cada vez que hacía un intento por hablarle, el simplemente negaba con la cabeza y desviaba la vista. Por otra parte , todos nos sentíamos humillados ante el hecho de no haber podido alcanzar la victoria.

- ¡ Recuerden las viejas historias de Abaton y el terrible final que tuvieron todos los peculiares que robaron las almas de la biblioteca ! - le suplicó Miss Peregrine a sus hermanos.

- No soy un niño, Alma - replicó Caul - No me asustan los viejos cuentos de ymbrynes.

Llegamos a la última puerta de la torre, ubicada en la parte superior . Caul la abrió y nos ordenó que entráramos . Habíamos entrado a uno de aquellos bucles escondidos detrás de sencillas puertas. Ante nosotros se alzaba un pasillo largo y oscuro que resultaba inquietante. Los guardias nos obligaron a recorrerlo a toda prisa . Las paredes se abrieron hasta formar una habitación primitiva hecha de piedra y arcilla. Salimos a un caluroso día, con un paisaje extraño donde se alzaban columnas de una roca de color rojizo.

- Así que este es el lugar - dijo Bentham bajándose de su oso.

- Te dije que este día llegaría - le dijo Caul - Este día pasará a la historia - el hombre se volteó hacia nosotros con un gesto exagerado - ¡ Bienvenidos a Abaton !

Ambos hermanos se pusieron en marcha y fuimos obligados a seguirlos por un sendero. Nos llevaron por unos caminos oscuros y cubiertos de zarzas. Tenía la sensación de que cada paso nos llevaba a un destino horrible. El camino serpenteaba a través de un antiguo laberinto de piedra rojiza.

Todo aquello parecía una pesadilla . Las ymbrynes guardaron bien el secreto de aquella ciudad perdida. La convirtieron en algo ficticio, en una leyenda, he incluso ellas mismas comenzaron a dudar si aquello era real. Pero lo era, estábamos allí, en Abaton, viendo la mayor leyenda del mundo peculiar con nuestros propios ojos.

- ¡ Sí ! - exclamó Caul - Hemos llegado - informó con una sonrisa - Solo vendrán conmigo los esenciales : mis hermanos , Mr. Portam, Miss Bloom y un par de guardias - giró sobre sus pies y se dirigió a los dos guardias restantes - Si los otros os dan problemas, ya sabéis lo que tenéis que hacer.

Vimos como los arrastraban a través de un agujero y se perdían en su interior. En aquel momento me preocupaban mucho más ellos que yo misma. No tenía esperanzas en mi, pero si en ellos, si en sus vidas.

Los guardias nos obligaron a sentarnos en el suelo y sin más remedio lo hicimos. Quedé sentada junto a Enoch y un terrible silencio nos envolvió.

- ¿ Va todo bien ? - le pregunté.

- Sí - respondió cortante.

Su indiferencia era tanta que dolía. El problema entre Enoch y yo era que nos parecíamos demasiado. Lo conocía mejor que nadie. Ese lenguaje sagrado que nadie más que nosotros podíamos descifrar, nos estaba llevando a la locura. La indiferencia era nuestra arma de destrucción. La utilizábamos cuando queríamos mantener a alguien alejado, pero no por los motivos correctos.

- Sé que pasa algo, - le susurré - solo que no sé qué es. Antes de venir aquí me dijiste que pasara lo que pasara estarías a mi lado, pero estas distante a pesar de estar cerca. No puedo sentir tu compañía .

1940 [ Enoch O'Connor ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora