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Chuya.

Dazai me mataría cuando volviese a la posada, lo sabía, yo también reaccionaria de esa forma en su posición. Incluso desde la lejanía podía sentir su enojo silencioso, y es que terminar por utilizar mi propio aroma como un medio para incentivar el sueño y terminar por noquearlo no era para nada una forma de tratar a tu alfa y futuro destinado.

Tenia unas cuantas cosas en mente y debía llevarlo a cabo esa noche, tenia prisa y el tiempo era limitado.

De por si no tenia una idea demasiado clara del tiempo que tardaba mi celo en llegar, sin embargo, sentía como este se acercaba rápidamente, después de todas las emociones recibidas recientemente, podía percatarme de que este incluso podría haberse adelantado considerablemente, casi como si de una prueba de fuerza se tratase, como si mi omega buscase la forma de complicar aun mas las cosas, y debido a eso me encontraba rápidamente probando mi plan.

Lo que sucedía es que, si este no funcionaba, no tenia idea de que podría hacer, no había un plan b, no había otro camino, ni yo ni Dazai llegábamos a otra conclusión que no fuese huir, por eso, mi plan debía funcionar, debía hacerlo.

Caminé rápidamente, mis manos eran dos puños moviéndose de forma tensa a cada lado de mi cuerpo, mis pasos eran sigilosos por las calles, evitaban cualquier lugar que presentase alguna aglomeración, evitaba observar directamente a nadie y me encontraba concentrado en mi olfato, evitaría a mi destinado antes de que su aroma se acercase lo suficiente como para intentar ejercer algún control en mi y correría en dirección opuesta de ser necesario.

Pero esperaba que no fuese de esa forma, las cosas ya se habían complicado lo suficiente como para agregar aquello, no deseaba dramas innecesarios, debía apresurarme y volver con Dazai, se preferencia antes de que despertase.

Hace unos días había comprado una fragancia en el mercado, ayudaba a potenciar un poco ciertos aromas de los omegas e inducir el sueño, solamente había comprado lo suficiente para darle un empujón y que durmiese, nada mas que eso ya que desconocía realmente los efectos que tendría en un alfa primerizo como era Dazai.

De cualquier forma, cuando llegase de vuelta a la posada sabía que el idiota no se frenaría contra mi.

Otra razón para comenzar a apresurarme realmente. Aceleré hasta comenzar a correr de una forma disimulada, sin realmente llamar la atención y no me detuve hasta que llegué al silencio y soledad del desierto, no es como si realmente necesitase hacerlo allí, solo deseaba un lugar lo suficientemente apartado como para concentrarme e intentarlo seriamente.

Observé una vez mas a mi alrededor, cerciorándome de que me encontraba completamente solo en ese lugar. La luna volvía el desierto demasiado frio, pero no podía saber con certeza si mi cuerpo temblaba debido al frio o los nervios que se encontraban invadiéndome.

Observé por un momento el paisaje ante mi, las estrellas eran hermosas, el cielo encantador, esperaba que esta fuese una señal del resultado de esa noche. Lo esperaba con sinceridad.

Tome entre mis manos el objeto que seria la clave esa noche, el objeto del cual dependía todo. Una joya hermosa y roja que resplandecía casi por si misma. Era liviana, sin embargo, casi podía sentir una presencia que la rodeaba, en parte me sentía imbécil por dejar depender mi futuro en una joya que podía llegar a ser simplemente una baratija inservible, podía ser solo un cuento estúpido.

Pero ahí me encontraba yo, contando con ella.

La observé y la levante ante el cielo, la luna se reflejaba a través de ella, devolviéndome la vista.

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora