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Chuya. 

Corrí sin parar, jadeando y soltando risas descaradas, las personas en el mercado me abrían el paso, algunos me saludaban de paso, apenas alcanzaba a devolverles del saludo de forma rápida, continuaba corriendo, el calor del desierto era cansador, húmedo, sin embargo, nada que no supiese manejar para ese entonces, después de todo, me había criado en ese lugar, en ese gran desierto.

Guiza era una ciudad agradable donde vivir, bastante caótica, lo cual facilitaba bastante mi trabajo.

Continué corriendo, escalé rápidamente una escalera de piedra, seguí con mi camino hasta el punto de esconderme entre algunos techos, la piedra de las construcciones, la arena y los techos planos me facilitaban escalarlos y continuar con mi carrera, hasta el punto de no escuchar mas el alboroto.

Sonreí victorioso y continúe caminando lentamente, entrando al mercado.

Personas se encontraban hablando en voz alta, el olor de diferentes especies y comidas se mezclaba, pero además de eso, el olor inconfundible de dos tipos de personas, alfas y omegas, a veces aromas mas fuertes, a veces leves, pero siempre presentes allí.

No era como si algo de eso me molestase en especial, estaba acostumbrado, había nacido entre esos aromas.

Observe con atención, un puesto de joyas era atendido por un chico joven, me acerque rápidamente, con una sonrisa en mi rostro, mientras una mujer le preguntaba constantemente sobre sus joyas, aproveché de hacer mi propia magia, de un movimiento de manos rápido, me apropie de una de sus joyas, un collar bastante elegante que llamaba la atención, me lo puse rápidamente y entre en su tienda.

El chico no se percató de mi presciencia en ningún momento, no hasta que termino con la mujer y se giró en mi dirección soltando un suspiro, sonreí y me crucé de brazos. De inmediato se sobresalto al verme de pie detrás de él.

- Chuya-san – soltó en un grito – no me asuste de esa forma

- Siempre tan distraído – comenté de vuelta

- Lindo collar – observó Atsushi – me encuentro vendiendo uno igual

- No me digas – el de pelo plateado se volteo en dirección a sus joyas, sin embargo, no encontró lo que buscaba

- Reamente debes estar mas atento – dije comenzando a quitármelo, devolviéndoselo, él sonrió

- Estoy atento, es solo que usted es muy hábil

- ¿para robar? Eso si que es un nuevo cumplido

- Sabe a lo que me refiero, además, sobrevivir por nosotros mismos y en estas condiciones es bastante difícil

- No sé si te refieres a la situación del imperio o ser omegas

- Ambas

- Pensé que tenias bastantes esperanzas en el nuevo faraón

- Las tengo, pero tendría que bajar directamente Ra para ayudarnos con estos problemas – me comentó de vuelta

- Como sea – solté - ¿Qué tal tu negocio?

- No me quejo – soltó de forma tímida

- ¿ladrones?

- Ninguno, bueno, ninguno además de ti

- Muy gracioso, debes decirme si tienes algún problema – le dije mientras me paseaba por su tienda

- Claro

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora