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Dazai.

Miré el mar de una forma un tanto añorante, me encontraba en una zona cercana mas bien a las afueras del palacio, recientemente había salido de una reunión un tanto tensa, tenia malas noticias para mi, y sabia que dentro de poco yo también tendría malas noticias para el resto de los que se habían encontrado en esa sala de reuniones.

Observe el faro a la lejanía, una parte de mi deseaba atravesar el puente, subir al faro y lanzarme desde las alturas de este.

Extrañaría Alejandría, había terminado por ser una ciudad sumamente agradable, el puerto, alejados del desierto seco, temperaturas mas agradables, omegas por doquiera, dispuestos y agradables, podía cumplir mis labores con el faraón sin problemas.

Solté un suspiro. Caminé por las calles llenas de personas, podía sentir el aroma del mar por sobre todas las cosas, apenas podía percibir los aromas de los alfas y omegas a mi alrededor, sospechaba que esa era una de las principales razones por las que me gustaba tanto esa ciudad.

Iría a beber algo, no, primero iría a la biblioteca de la ciudad, tenia pensado informarme un poco y estudiar antes de que me viese en la obligación de marcharme, aunque aun tenia un par de días por delante antes de hacer eso.

Terminé por pasar a beber un poco y luego dirigirme hacia la biblioteca, apenas saludé a las personas que se encontraban allí, aunque los conociese a todos, no me encontraba especialmente de humor, eso era evidente en mi mera expresión.

No había visto a Cleopatra durante la reunión y no esperaba hacerlo, pero si me había sorprendido que se me otorgase una tarea bastante especifica y fuera de la capital, lo cual era el principal motivo de mi molestia, no deseaba aquello.

Odiaba el desierto, sin embargo, vivía en él, ni siquiera yo podía llegar a realmente explicarme que era lo que aun me ataba a ese lugar, sin problema alguno podría marcharme, incluso antes de ascender a un puesto importante. Pero no lo había hecho, me había quedado como un idiota, como si esperase a que algo cambiase por si solo, como si esperase algo en especifico, yo no confiaba en nada como eso, los presentimientos ni los instintos, era solo una estupidez, un poco de química en el cerebro y las hormonas, nada mas que eso.

Antes de darme cuenta, ya me encontraba sentado en la biblioteca, leyendo, sin prestar realmente atención a los símbolos frente a mis ojos, el egipcio demótico no era complicado, no llevaba demasiado trabajo el complementar mis lecturas con el hierático, que era en realidad el que utilizaba al trabajar, mucho mas sencillo y rápido de escribir.

Ni siquiera me preocupaba el tipo de escritura, podía incluso escribir e interpretar el jeroglífico sin problemas, era de las pocas personas que lo hacían en la actualidad en realidad, y debido a eso era bastante valioso.

Sin desear perder mas tiempo con aquellos documentos, me puse en pie, pasé por el lado de un montón de literatos y científicos buscando información, una cualidad bastante importante de esa ciudad eran las personas que buscaban constantemente saciar sus curiosidades.

Salí de la biblioteca, la arquitectura de esta era exquisita, otra de las cosas que destacaba bastante de ese lugar y es que, en realidad, Egipto era un lugar lleno de cerebritos, hasta el punto de ponerme a prueba en mas de una ocasión, tal vez esa era la verdadera razón por la cual había terminado por quedarme, incluso si no era del todo deseado allí.

Miré hacia el cielo, despejado, el sol radiante, eso era malo, una muy mala señal, si las cosas se veían de esa forma en la ciudad portuaria, no deseaba ver el resto de la región, mucho menos la zona de las pirámides y el río.

Decidí quedarme en una zona cercana al puerto, observando el mar y parte del mercado cercano, siempre sucedían cosas bastante peculiares y graciosas en esa zona, claramente yo sería presa de muchos robos y artimañas si me encontrase allí vestido como se me exigía para entrar en el palacio o las reuniones, como un noble, sin embargo, solía utilizar diariamente un atuendo normal, sin destacar, pasar por una persona que trabajaba en el mercado o alguna de esas cosas. Me brindaba un mejor espectáculo de esa forma.

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora