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Chuya. 

No tenia idea de que había hecho Dazai, pero se había sentido demasiado bien, extraño e incluso un poco incomodo en un inicio, pero antes de darme cuenta, ya me encontraba siendo una masa extraña de placer y sonidos que me avergüenzo de haber dejado escapar.

Nunca había hecho algo como eso, nunca me había interesado realmente, pero sentía que ese idiota, luego de las recientes actividades, una conversación sobre un robo y sexo oral, había terminado por encender un interruptor en mi interior, mi omega interno ronroneaba en respuesta a sus atenciones y luchaba tomar el control de mi cuerpo para pedir mas, para mostrarse ante él de forma obediente y erótica.

Por un momento, un breve momento, perdí la cabeza y si Dazai lo hubiese deseado, si él hubiese continuado en vez de ponerse en pie y tomar distancia, hubiésemos llegado hasta el final, yo mismo me hubiese encargado de ello, en un estado de ensueño y fuera de mi mismo, hubiese sucedido sin duda alguna.

Por ende, agradecía esa pausa intencionada que había dado, me había dejado tomar un respiro, pensar por un momento y controlarme, aunque podía sentir como nacía un aroma sutil en él, cada momento tomaba un poco de mas fuerza y si seguía a ese paso terminaría por ser mi sentencia final.

Un aroma atrayente, me hacia sentir seguro, como si él pudiese protegerme, absurdo, yo no necesitaba protección de nadie, era simplemente ridículo, pero a mi omega le gustaba bastante.

Que incomodo podía llegar a ser. Empujé todo eso en el fondo de mi mente y repasé sus palabras, las importantes, sobre el robo, en realidad no era demasiada información, pero podía trabajar con eso, había cometido robos con aun menos información, aunque ninguna a tal escala.

Y es que debíamos ser un par de locos si realmente nos encontrábamos planeando robarle al faraón, si éramos atrapados o descubiertos, la sentencia seria de muerte.

Pero esa podía ser la llave que me encontraba esperando para marcharme de ese lugar, cruzar el mar rojo y visitar otros lugares, adiós a ese desierto.

Pero algo extraño sucedía, podía visualizarme saliendo de ese lugar, feliz, Atsushi iría a vivir con su alfa, y todo estaría bien, yo estaría bien, extrañaría a mi amigo, pero por mas que visualizase ese futuro con detalles, había una sombra a mi lado, yo no estaba solo, alguien me acompañaba, me rehusaba a pensar que realmente mi mente estuviese bromeando conmigo y fantaseando con un futuro donde la persona que me acompañaba en estos robos y viajes al extranjero fuese Dazai. Pero siendo sincero conmigo mismo, sabia que mi mente y mis instintos ya se encontraban reconociéndolo como un compañero, y eso estaba mal, muy mal.

Empezar a visualizarte en el futuro con alguien era algo que solo podían hacer las parejas o personas con las cuales realmente compartes un lazo de confianza, con Dazai no compartíamos nada como eso.

Lo observe, se encontraba de pie a un lado de la cornisa de la azotea, parecía encontrarse pensando profundamente sobre algo, una parte de mi presentía que era sobre el robo, él se encontraba trazando planes y yo me encontraba frenando las fantasías de mi omega estúpido que pensaba constantemente que Dazai seria un buen alfa para mi.

Que gran idiota era.

Me puse en pie, una vez recuperado del todo, Daza se encontraba distraído, hasta yo podía darme cuenta de eso, y también podía darme cuenta de que eso era algo inusual, él siempre se encontraba alerta, siempre que nos encontrábamos era como si se encontrase pensando y analizando todo, ocultándose tras una mascara perfecta de burlas y diversión pero, en realidad, era la persona mas desconfiada y cuidadosa de todo Egipto, eso lo sabía.

Y sabía que eso seria bastante ventajoso si pensábamos hacer un robo de tal magnitud.

Caminé hasta él y extendí mi mano hacia su espalda, dudé por un momento, sentía que la mas mínima chispa podría terminar por hacernos arder, el contacto podía ser esa chispa.

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora