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Dazai.

Chuya tenia el mejor trasero que nunca había visto y tocado en mi vida, me encontraba bastante feliz de tener una gran oportunidad de hacer uso de él esa noche, claramente luego de arreglar algunos detalles importantes sobre nuestro robo apresurado, sin embargo, en cuanto había tenido la noticia, y confirmación desde diferentes fuentes para asegurarme, había trazado un gran número de planes

Aunque tenia la certeza de que el primer plan bastaría, Chuya se veía preocupado, por ende, me ocupe de tener planes para él y se los diría de forma simple y entendible en la noche, todo esto mientras intentaba colar una de mis manos bajo sus pantalones.

Sonaba como una velada encantadora.

¿estaba yo preocupado? no, no lo estaba, me resultaba incluso divertida las nuevas circunstancias que teníamos. Tenía pensado seriamente darle algunos consejos de manejo de su negocio junto a Atsushi, sin embargo, luego de este recorte considerable de tiempo, no sería necesario.

Según mis cálculos, Atsushi nos acompañaría por un periodo extremadamente corto de tiempo, luego él terminaría por marcharse junto a su alfa, sería una despedida y sabía con certeza de que Chuya necesitaría de una faceta mas sentimental de mi parte. Y se lo daría.

Pero primero, tranquilizaría la ansiedad de Chuya esa noche, si realmente haríamos un trabajo juntos, debíamos confiar ciegamente en el otro. Ese era el primer paso, yo confiaba en Chuya, incluso mas de lo que confiaba en otras personas, sin embargo, lo hacia menos que en Oda, eso era algo claro e involuntario de mi parte.

Por mi parte lo haría, funcionaria a pesar de que no depositase el cien porciento de mi confianza en Chuya, pero la historia era diferente con respecto a él, debía confiar en mi, Chuya debía hacerlo ciegamente porque es una persona que se deja llevar fácilmente, es sentimental y bastante intuitivo, sin embargo, eso no nos ayudaría demasiado, debía ganarme su confianza ciega.

Y probablemente él me reclamaría esto si yo no le daba el mismo trato.

Pero simplemente no podía darle mi confianza ciega a una persona que conocía desde un tiempo breve, simplemente no lo hacía, me tomo años llegar a confiar del todo en Oda. Aunque ahora se tratase de Chuya, siempre todo era diferente con él, sin embargo, eso no había cambiado.

Una parte de mi tenía la certeza de que eso podría llegar a cambiar, mas bien, sabía que cambiaria, se trataba de Chuya después de todo.

Solté un suspiro y volví a mi trabajo, aunque ya había terminado con todo lo que podía realizar allí, había terminado por escribir papiros completos con la información necesaria y que sabía que seria útil para el faraón.

Si iba a cometer una traición, simplemente no hubiese hecho el estúpido informe, sin embargo, sabía que eso en partes no daría algo mas de tiempo, al menos con respecto a mi búsqueda, hasta que se percatasen de mi ausencia, sabía que eso les tomaría tiempo, al menos un par de días, una ventaja considerable que podía permitirnos dejar el país.

El trasero de Chuya desapareció de mi vista. Entonces caminé en dirección al puerto, dispuesto a ayudar o hacer cualquier cosa con tal de que el resto de ese día pasase rápido. Pensaba pedir algunos manjares para esa noche, a alguno de los sirvientes que siempre se encontraban dispuestos a entrar en mi casa y ayudar en lo que fuese, cortesía del faraón, sin embargo, yo siempre me había negado a ello, después de todo, no confiaba demasiado en nadie.

Pero esa noche pediría a alguno que me trajese comida deliciosa, para Chuya, una noche especial y tranquila antes de comenzar a ser buscado por todo el país, bueno, dentro de poco podía ser también en los países vecinos, solamente los que mantenían una buena y estable relación con Egipto.

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora