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Dazai.

A la edad de veintidós años podía afirmar que pocas cosas habían terminado por realmente hacerme sorprender, pocas cosas me dejaban sin palabras. Y lo que había sucedido hace un momento, terminar por acostarme con Chuya, se ganaba el primer puesto.

Había sido el mejor sexo que había tenido, y es que Chuya era erótico por si solo, me encendía de una forma increíble.

Chuya había hecho que perdiese la cabeza y, lo peor de todo, es que sentía que me había acercado aún más a mi nuevo segundo genero, no sé con certeza de que forma, pero él lo había hecho.

Y no me explicaba como podía ser que el sexo se volviese de esa forma, algo tan descontrolado, bueno, ya podía comenzar a entender un poco mejor la forma en que los otros alfas y omegas hablaban sobre sus celos.

Había comenzado a comprender realmente muchas cosas.

Y una de esas cosas era que Chuya realmente era el culpable de mi cambio, la verdad es que no sabia si realmente deseaba cambiar mi segundo genero, por la experiencia reciente, se sentiría como tocar el paraíso, en caso de que terminase por ser un alfa realmente.

Si no lo fuese, entonces simplemente podría utilizar la joya de nuestro próximo robo. Cambiaria a un alfa, si había terminado por cambiar de segundo sexo, entonces, podía creer en esa joya también, últimamente habían sucedido bastantes cosas extrañas, no perdía nada con creer un poco.

Por otra parte, luego de tener sexo con Chuya, algo había terminado por ser confirmado en mi mente, y es que pensaba ser su alfa, después de todo eso, después de probar su cuerpo, no pensaba compartirlo, podían decirme egoísta, pero ya lo había decidido.

Chuya sería mi omega.

Y si debía robarles y traicionar a los dioses, lo haría.

"tal vez si terminé por desarrollar sentimientos antes que él" pensé

"no, idiota" me respondí mientras veía como Chuya reía y me lanzaba de su agua, se veía simplemente hermoso, tenia un brillo encantador en él, algo que solamente se podía apreciar luego de una sesión como la que habíamos tenido de sexo.

Y es que estar sobre Chuya, rodeado de los colores del atardecer, bajo un hermoso cielo, con su aroma encantador rodeándome, simplemente había terminado por hacerme caer, irremediablemente.

Y entonces escuché que me llamaban desde las afueras de mi casa. Me tensé de inmediato, en primera instancia no podía hacerme una idea de quien se trataba, sin embargo, de forma rápida eliminé probabilidades, llegando a una conclusión rápida.

Sabia que era la policía, y sabia lo que se encontraban buscando en mi casa. Mire ese "eso" semidesnudo, aun sobre mi cama, sus ojos se encontraban abiertos, sorprendidos, sus labios entreabiertos, aun simulando el fantasma de una sonrisa.

Sonreí hacia Chuya, seria fácil burlar a los policías, sin embargo, podía jugar un poco con Chuya.

- Escóndete – le dije mientras me ponía en pie, disfrutando de su expresión de pánico ante mis palabras

- ¿Qué? – soltó en voz baja

No dijo más, yo me asome por la cornisa de la azotea, mirando hacia abajo. Los policías estaban afuera de mi casa, aunque ya habían recorrido el gran jardín, al menos aun no allanaban mi morada.

- ¿sucede algo oficiales? – pregunté, voz amable, al igual que mi sonrisa

- Estamos buscando a alguien – me contestó el hombre mientras elevaba su voz – lo vieron merodear por aquí, es un joven pelirrojo

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora