7

3.1K 325 113
                                    

Chuya. 

Había decidido alejarme del bastardo inteligente, y es que no podía evitar sentirme extraño en su presencia, era una alfa que me hacia sentir extraño, como ningún otro había logrado.

Y comenzar con ese trato solo había hecho empeorar esto. La noche que habíamos compartido juntos había sido una prueba bastante real de lo que se aproximaría una vez que comenzásemos realmente con ello.

No me había asustado, eso jamás. Pero había sido suficiente para hacerme sentir nervioso. Demasiadas cosas nuevas.

No me había asustado.

Pero había decidido poner un poco de distancia para pensar con la mente fría, esa noche no había tenido ninguna parte de mi cuerpo en frio. Y había terminado por aceptar un trato, de forma bastante impulsiva, había sido el vivo estereotipo del estúpido omega que cae ante los encantos de un alfa.

Patético. Al pasar lo días me había sentido tan patético. Y a pesar de ello, ni siquiera consideraba la idea de anular el trato, para nada, no pensaba hacer ello. Mucho menos si sabia que eso me llevaría a escuchar las burlas de Dazai, casi podía ver su expresión burlesca, esa sonrisa irritante. No le daría el placer de sentirse superior.

Jugaríamos un juego con caducidad. Yo ganaría el juego y lo controlaría durante todo el tiempo, sin lugar a dudas.

Pero primero quería prepararme para ello.

Porque esa noche estuve a punto de desear llegar al final, me había desconocido a mi mismo. Tome distancia, aunque ansiase volver a lo que habíamos compartido, había optado por ser precavido, confiando en que Atsushi me ayudaría a descifrar algunas cosas, él era mucho mejor para ponerle nombre a las cosas que sentía en algunas ocasiones.

Y sabía que me ganaría un regaño de mi amigo por hacer un trato que era muy parecido a una trampa o una estafa.

Claramente escuche sus palabras y reproches, él intentaba que no pareciese un regaño, pero sus palabras tenían la misma vibra en realidad. las acepte en silencio, yo haría lo mismo que él en su lugar, lo admitía, habíamos pasado años cuidándonos entre los dos.

Entonces sugirió que usase nuevos supresores, era una buena forma de no dejar un rastro, eliminar las pistas que usaba Dazai para seguirme.

Tenia la confianza de que funcionaban, después de todo, habían pasado días sin que terminásemos por volver a encontrarnos, era claramente una señal de victoria. Y esa nueva forma de pasar desapercibido había terminado por ser un boleto libre para espiarlo, era mi turno de hacerlo. Deseaba observarlo desde la distancia, conocerlo de una mejor forma sin arriesgarme a perder la cabeza.

Me percate que, aun desde la distancia, un imán me jalaba en su dirección. Pero no me acercaría, no por el momento, y mucho menos si Dazai se encontraba trabajando y hablando con un anciano en el puerto. Observé desde la lejanía por un tiempo, hasta que él se giró en mi dirección, me oculté mejor entre los diferentes cargamentos, esperando no ser descubierto, eso seria bastante humillante.

Me removí en mi lugar, algo inquieto, esperando que su mirada viajase hacia otro lugar, para esas alturas ansiaba encontrar una excusa que explicase mi presencia allí, pero nada venia a mi cabeza. Por un momento pensé en volver a la ciudad, pero mi cuerpo se rehusaba a ello.

Me sentía congelado en ese lugar. Y en parte sabía que, si no me movía por mi propia voluntad, él terminaría por dar conmigo. Solté un suspiro, si he de escoger, prefería salir por mi propia voluntad que terminar por ser su presa, descubierto.

Salí de mi escondite, al menos Dazai ya no se encontraba mirando en mi dirección, el puerto era bastante grande, y siempre se encontraba lleno de diferentes mercancías y de personas corriendo de un lugar para el otro, entre todo ese caos, siempre estaba Dazai, un mero observador.

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora