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Chuya. 

Debía admitir que me había llevado una gran sorpresa al verlo bastante cómodo en la taberna que solía frecuentar. Y es que apenas me había percatado de su aroma hasta cuando entré en ese lugar. Con el pasar de los días se volvía cada vez mas sutil.

El idiota se encontraba sentado a un lado de mi puesto usual, una sonrisa extraña en su rostro, como si todo fuese de acuerdo a su plan, como si hubiese previsto incluso el numero de respiraciones y suspiros que tomaría.

Había decidido cooperar por el momento y terminar con eso rápidamente, después de todo, él ni siquiera era de esta ciudad, una mera presentación y algún encuentro casual estaría bien, luego simplemente él se marcharía y volvería a mi normalidad.

Y es que yo estaba curioso sobre lo que sucedía, y suponía que él también. Después de todo, debía significar algo si él era el responsable de despertar mi celo.

Le dije mi nombre, mi voz había sonado bastante cortante y deseaba mantener ese tono por el resto de la conversación.

Dazai repitió mi nombre, como si buscase probar el sabor de este. Lo mire por un momento, volvía a sentirme un poco extraño, no podía negar la atracción que hacían nuestros cuerpos el uno por el otro, como dos polos opuestos que necesitaban estar unidos, era electrizante e incomodo, en especial si no deseabas sentirte de esa forma con un extraño y muchas personas compartiendo la sala.

Esperaba no volverá a terminar arrodillado en el suelo, jadeante y necesitado de él, el colmo de la vergüenza sería comenzar a realmente nombrarlo y rogarle, ese sería el clímax de mi fin.

La sola idea de me hacia sentir de mal humor, deseaba con frecuencia volver a los tiempos en que no pasaba por nada de eso.

- ¿de que quieres hablar? – le pregunte

- Que cruel eres, Chuya – esa forma de decir mi nombre, él estaba jugando con fuego, buscaba provocarme, o algo así

- No me trates como si nos conociésemos

- Lo haremos, nos conoceremos – aseguró, jugaba de forma confiable

- No, claro que no – negué a sus palabras

- Pero lo sientes ¿cierto? – me dijo, una parte, que había decido callar y enterrar, sabía a que se referida con esas palabras, bebí de mi bebida - como si nos conociésemos desde siempre, mas que eso, casi como si fuésemos parte de lo mismo, lo sientes – aseguró, negué con cabeza, en vano, no lo convencía a él ni a mi

- No te ves como el tipo de Escriba que disfruta de la literatura y el romance

- Tu no te ves como el típico ladrón a sangre fría que intentar aparentar, ese sonrojo te queda muy bien, Chuya

- Deja mi nombre – le dijo, tono amenazante, en ese momento realmente deseaba comenzar una pelea

Y era un poco frustrante el ver como mi reacción agresiva no hacia mas que complacerlo. Bajé mi mirada hacia mi bebida, él no había tocado la suya, miré a mi alrededor, hacia el anciano, esperando que este hubiese terminado por envenenar a mi compañero, aunque sabía que no seria de esa forma, el anciano evitaba los problemas, un muerto era un problema, en especial con personas allí.

Además de que no lo habíamos acordado con antelación. Demasiados factores en contra y, demonios, ni siquiera contaba con la presencia de Dazai para esa noche.

El anciano me devolvió la mirada desde el otro lado del salón, atendía una de las mesas con una ceja alzada en mi dirección, se estaba haciendo una idea bastante equivocada. Y de seguro nuestros aromas no daban una buena impresión, había pasado por el celo hace unos días, pero continuaba sintiéndome un tanto extraño, como secuelas.

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora