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Chuya.

Ya estaba harto del olor de la sangre y el sabor metálico en mi boca.

Mi cuerpo se encontraba algo adolorido, me habían golpeado, mas de una vez, en cuanto se percataron de mi naturaleza omega no se frenaron en cuanto a darme una lección por ellos mismos. Claro que yo había intentado escapar, pero había fallado en el intento.

Solté un suspiro mientras miraba el techo de piedra, el aire escaseaba allí y era molesto, incluso un poco desesperante.

Un sentimiento nacía en mi pecho, como si esperase algo, ni siquiera intentaría para esas alturas engañarme y actuar como si no supiese que pasaba conmigo, nada de eso, sabía a la perfección que una parte de mi se encontraba esperando a Dazai, él no llegaría, debido a nuestro acuerdo antes de separarnos, si algo sucediese, Dazai me pidió que tan solo me marchase, que lo abandonase.

Yo no lo hubiese hecho, por nada del mundo, había aceptado de palabra lo que él me pedía, pero sabía que, si me encontrase realmente en aquella situación, no terminaría por hacerlo.

Esperaba que él si lo hiciese, que si se marchase. Dazai era inteligente, menos emocional que yo, él se marcharía, por ende, era ridículo continuar esperando algo, esperando por que apareciese en el lugar y simplemente me dijese "nos vamos" era imposible, solamente otra jugarreta de mi mente y mi imaginación.

Solté un suspiro y luego una risa, mis pensamientos comenzaban a ser incoherentes, la idea de que Dazai realmente se presentase del otro lado de la mazmorra oscura y llena de arena en la cual me tenían enterrado, y es que realmente la arena se filtraba con mucha facilidad entre los barrotes y la pequeña ventana.

Tal vez terminaría por morir encarcelado y enterrado con mis pulmones llenos de arena.

De entre todas las formas que había pensado para morir, esa ni siquiera se me había pasado realmente por la mente.

Nuevamente una clara imagen de Dazai pasó por mi mente. el idiota se reiría de mi al verme en ese estado, y siendo sincero esperaba que se encontrase en ese momento despidiéndose de Atsushi en el puerto. Deseaba que en realidad los dos ya se encontrasen marchándose de Egipto, en el rio, rumbo al mar rojo.

Y si esperaba todo eso, no sabía porque también esperaba que Dazai apareciese, ridículo. Baje la mirada hasta mis manos, había sangre, en mis manos y en el piso, me dolía el estomago al mínimo movimiento, al igual que mis pulmones, pero sabía que eso era poco en comparación con lo que realmente me esperaba.

Podía hacerme una idea bastante clara de lo que sucedería, después de todo no era para nada un secreto lo que le sucedía a los omegas que cometían un crimen serio. Morir seria un regalo, terminar por ser abusado y torturado para luego ser vendido para el acompañamiento y el uso sexual por parte de un noble adinerado sería el verdadero final realista que sufren muchos omegas alrededor del mundo al cometer un crimen.

Una parte de mi debía comenzar a pensar en una forma de escapar, no podía esperar como un idiota a alguien que no aparecería. Ya había escapado una vez, hace muchos años, de una situación muy similar, ahora solamente debía repetirlo. Si cuando tenia apenas diez años pude, ahora no debería ser un problema, claro, si la suerte me acompañaba.

No era alentador depender de la suerte.

Volví a escupir sangre, la herida que se encontraba en el interior de mi boca era la mas molesta de todas mis heridas, era incomodo, eso y el leve dolor al respirar.

Oh no, olvidaba el dolor angustiante que sentía en mi garganta, nadie me golpeo ahí, pero era un dolor que provenía simplemente del miedo que intentaba reprimir en mi interior y la preocupación.

Como el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora