Capítulo Trentaiocho

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—Agh... Me duelen las manos. —Se quejó un peliverde mientras sus manos eran sanadas en la enfermería.

—Cariño, quizás te queden cicatrices, pero logré curarte bien. —Habló la enfermera anciana de la UA.

Las prácticas estos últimos días habían sido duras tanto para Izuku como para Bakugou, ya iban en el cuarto día de ensayo y realmente estaba siendo muy pesado para ellos, pero el dolor no lo sentían, preferían seguir ensayando hasta que se sientan realmente augustos con el resultado. El peliverde se había hecho algunas heridas profundas con la cuerda tanto utilizarla, después de todo su piel era muy sensible, pero el cenizo no se había hecho ningún rasguño, quizás un poco de ardor y enrojecimiento, pero nada grave de lo normal. Ahora Izuku se encontraba en la enfermería siendo curado y vendado, mientras Katsuki a quién ya habían curado minutos antes, había ido a comprar algo para comer.

—Bien... Gracias señora. —Le sonrió completamente agradecido y se levantó para ir hacía la puerta.

—¿No esperarás a tu amigo? —Preguntó confundida.

—Aah... No no. —Le sonrió con amabilidad. —Me estará esperando en la residencia, bueno... ¡gracias! —Le dio una reverencia y finalmente se marchó hacía su residencia.

Mientras iba caminando, notó lo solitario que estaban los pasillos, y era entendible, pues eran más o menos las ocho de la noche. Al salir de la UA, caminó hacía el camino de la residencia, viendo el perfecto jardín y bien cuidado que había ahí. El invierno se estaba acercando, el aire frío pasaba por sus brazos descubiertos en ese momento, su temperatura bajó inmediatamente y se cubrió los brazos para darse autocalor. A medida que veía las solitarias bancas, se había dado cuenta que en una no estaba vacía, y más bien, había una cabellera que reconocía completamente.

Su pequeña duda comenzó en ese momento, en si acercarse aquella persona o no. Recordó que el cenizo quizás se demoraría en llegar, pues lo que iba a comprar más o menos era una cena para los dos, así que si tendría tiempo y quizás resuelva una duda que tenía hace mucho tiempo. Caminó hacía aquél chico de cabello ahora negro, quién fumaba un cigarro para quizás relajarse, y al ya estar cerca, se sentó en silencio en la banca donde estaba.

—¿Te teñiste el cabello? Te queda bien. —Decía Izuku hacía el otro chico quién al oír su voz, lo miró inmediatamente sorprendido.

—¿Izuku? ¡W-wow! Que sorpresa tenerte a esta hora, es muy tarde. —Decía sorprendido y le dio la última calada a su cigarro para finalmente botarlo.

—Te digo lo mismo Dabi, está haciendo frío, ¿Qué haces afuera? —Le decía con un tono preocupado, pero éste lo seguía mirando un poco sorprendido.

—Yo... Yo creí que nunca más me hablarías. —Decía bajo y miraba hacía el suelo decaído.

—Yo pensaba lo mismo. —Sonrió divertido. —Pero ¿Sabes? Aún hay cosas que tenemos que hablar ahora que todo está más calmado.

En ese momento el ahora pelinegro miró al contrario, quién sonreía con sinceridad y trasmitiendo que nada pasaba, que todo ya había sido pasado.

—Tienes razón... —Suspiró desanimado Dabi en ese momento, pero con su típica para sin expresión.

—¿Qué pasó en todo éstos años después de que te conocí? Sabes que puedes confiar en mí. —Le sonrió para darle tranquilidad.

—Cuando te besé en esa fiesta, mi padre me...

Inmediatamente el recuerdo de un flashback se le vino a la mente al pelinegro en ese momento.

—¡No te vayas Dabi! Quedate un ratito más~ —Hablaba cariñosamente el pequeño Izuku de 16 años en esa época, mirándolo con tristeza y abrazándolo por el torso.

UNITED BY DANCE || Katsudeku Donde viven las historias. Descúbrelo ahora