Chapter 35 | End.

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El cielo pronto se vio cambiando de color, una fuerte brisa acompañada de miles de truenos y remolinos le hizo tambalearse, tratando vanamente de alejarse de aquel sujeto, su mano cubriendo su cuello para evitar así el contacto, llegando donde Jisung estaba agonizando, tomándole la mano.

–Mierda, mierda –el monstruo frente a ella gruñe, viendo al cielo.

Una luz resplandece en medio de este, muchos seres de luz bajando a donde estaba ella con Jisung, el pueblo entero se estaba destruyendo producto de los tornados, la lluvia que había comenzado a caer a torrentes y con el fuego que los relámpagos provocaron estaba comenzando a expandirse, todo parecía ser el final del mundo, como si los dos universos hubieran colisionado y ella estuviera pagando.

Se cubre a ella y a Jisung cuando un carro vuela sobre ambos, golpeando con rudeza el escenario. La gente grita y es la peor imagen de lo que jamás esperó ver, helicópteros noticieros buscando una escena donde pudieran capturar mejor lo que estaba pasando, sin medir que podían perder la vida solo en busca de una buena noticia.

–¡Largo! –grita, tratando de llamar la atención de todos los que sobrevuelan el escenario, aterrada de ver más gente morir.

Pero es inútil cuando ambos helicópteros chocan en el aire, explotando de inmediato. Todo esto era una jodida pesadilla. Y cómo si eso no fuera suficiente, de los tornados comenzaron a salir personas ardiendo en fuego, y dos sobre caballos. Uno bayo, un caballo negro y uno en rojo, el caballo bayo sin su dueño, solo con una chica sosteniéndole.

–¡¡ELLA LO SABE, MALDICION!! –el monstruo frente a ella entra en desespero y es cuando el miedo más grande que jamás sintió le recorre su cuerpo, ¿Ella? ¿Ella quién?

Pronto el mayor de los tornados se pasea por frente a ellos, y una mujer, alta y de curvas demasiado marcadas, aparece frente a ellos. Sus cabellos, rojos como la sangre más pura, se mueven con el viento, su piel tan pálida como la misma nueve y sus labios rojizos como la misma manzana del edén, su cuerpo cubierto solo en las zonas frágiles, en sus pechos solo se ocultaban sus senos, una tela que cruzaba de color morado, un cinturón negro que sujetaba la falda del mismo color que la tela que cubría sus pezones.

Se pasea con delicadeza donde ellos, moviendo sus caderas y jugando con la serpiente que está en su cuello, pasando su mano por sus escamas y dejando que la cola de esta le rodeara la cintura y jugara con su cuerpo. Siente el miedo más grande del mundo recorrer su cuerpo cuando la mujer se posa frente a ella, entre el monstruo y el cuerpo malherido de Jisung.

–¿Y se supone que ella desequilibró todo? –dice, alzando una de sus definidas cejas- Es solo una pequeña mocosa, ¿Tanto alboroto por ella? –su mandíbula tomada con brusquedad y sacudida de un lado a otro– No tiene más de veinte años, ¿Por qué tanto desastre por ella?

–Uhm, mi señora –el monstruo parece aterrado, alzando su mano para poder hablar, pero la mujer pronto chasquea sus dedos, cociéndole la boca. Tharey abre sus ojos con miedo, tragando grueso.

–Cállate, bastardo.

Su cara y cuerpo es alzado lentamente en el aire, gira sobre un mismo punto, viendo como la serpiente descendía del cuerpo de la mujer para subir al de ella. Ve como hace que sus colmillos aparezcan frente a ella, clavándose en su antebrazo.

Gime de dolor, apartando rápido al reptil blanco de su cuerpo. La blanca sonrisa en la pelirroja le hace tragar grueso, el miedo tomándole completamente cuando la mano de la mujer se acerca a su herida, tomando de su sangre y lamiendo su dedo después– Mh, pero ¿Qué es esto, Jisung? –la mujer voltea a ver al muchacho– Creo que tan mal encaminado no ibas, pequeño cervatillo –pasa su filosa lengua por la herida, tomando más sangre.

A dos cartas |Park JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora