Chapter 3

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Salió ya vestida de su habitación, hoy tendría un día con su novio y no dejaría pasar la oportunidad. Era único, poder pasar tiempo con su pareja después de que él llegara de su trabajo era como un sueño en esos momentos.

Últimamente ya no pasaban tiempo juntos, ambos por temas de trabajo. Ella ocupada con su comeback y él con sus giras por el mundo. Ella era cantante, por lo que tiempo para el amor era como si estuviera fuera de sus planes, y él era actor, por lo que los papeles no estaban demasiado desiguales en cuanto tiempo libre.

Suspiró y se miró en el espejo, había engordado un poco ¿Será bueno ir al gimnasio?

Muchas veces había recibido críticas por sus fans con respecto a su aspecto, cada "exceso" que se le viera al hacer un movimiento era juzgado. Su novio le apoyaba y le decía que no tenía que preocuparse, pero era una opinión contra cientos de opiniones más. La inseguridad era mayor que unas palabras de apoyo.

–Mañana empiezo a ir al gimnasio, tengo que ir –se dijo a sí misma para después salir de la habitación.

El pasillo a la cocina era largo, tenía que pasar por el baño, el estudio, la oficina y su zona de baile ¿Grande? Si. No por nada aún le daba miedo irse a dormir sola a la habitación, ¿Y si aparecía algo como lo han hecho antes? De solo pensarlo su piel se erizaba.

Cuando llego a dónde quería, se puso un delantal.

–Obvio algo ligero –rodó los ojos cuando lo dijo.

Sacó unas pocas verduras y las puso a cocer, hizo un jugo natural y un poco de arroz. No sabía dónde la llevaría su novio, pero sabía que, si salían, sería después de la comida, por lo mismo, comería antes de ir con él.

Una voz la sacó de sus pensamientos.

–Pensé que jamás vendrías –un chico sin camisa, de piel blanca y bellos cabellos castaños estaba en su espalda secando su cabello.

La chica no dudó en comenzar a gritar y a lanzar todo lo que tuviera a su paso, platos y frutas volaban atravesando el cuerpo ajeno.

–¡Detente! ¡Acabo de limpiar! –gritaba, tratando de detenerla –¡Ya basta! ¡Ese chiquero no fue fácil de limpiar!! –se desvaneció haciendo que la chica se pusiera pálida.

–¿Que...

–¡¿Ya fue suficiente?! –una voz sin propietario estaba en toda la zona, un eco.

–¿¡Qué quieres?! ¡¿Quién eres?!

–Primero, baja la naranja –la chica miró su mano, lentamente bajo la fruta y se alejó de donde estaban las demás– ¿Prometes no atacar? –ella negó– Bien, pues no voy a contestar nada

La chica rodó los ojos y suspiró.

–Bueno, lo prometo –dijo con su mano en su corazón.

El chico que antes estaba sin nada arriba, ahora estaba vestido de manera algo antigua. Una camisa con vuelos, blanca y con un pantalón de tela negro, descalzo.

–¿Ya te calmaste? –estaba sentado en la cabecera del sofá.

–Habla pronto –se cruzó de brazos.

–Bueno, resumiendo soy el "fantasma" –hizo comillas– de tu conjuro –la chica iba a hablar, pero él la interrumpió– Pero no soy un fantasma, aquella son patéticas almas que vagan sin destino alguno –se encogió de hombros.

–Me acabas de confundir más de lo que ya estaba –frunció el ceño.

–En pocas palabras –saltó para quedar frente a ella, no tan cerca– Soy tu demonio, el que tú invocaste –hizo énfasis en "tu".

–¿Yo te llamé? –preguntó señalándose, sin entender nada.

El chico tomó su mano con brusquedad haciendo que ella soltara un jadeo de dolor. La herida parecía reconocer quien era el dueño, debido a que se tornó más roja por los bordes a medida que el hombre acercaba su dedo.

–Esto –apuntó la herida– es mi marca –alzó su mano, tenía una uña más grande que todas las demás.

–¿Y eso qué significa? –preguntó, sacando su mano con brusquedad.

–Significa que tú alma es mía –sonrió.

–¡¿Que?! –se echó para atrás con una mano en su corazón.

–Oh vamos, te lo dije antes de que lo hicieras –rodó los ojos.

–¡Mientes! –gritó. Las frutas volvieron a volar.

–¡Prometiste no volver a atacarme! –y éstas cruzaban con facilidad el cuerpo ajeno, rompiendo algunas cosas.

–¡No fue con la derecha!

–¡¿Que mierda tiene que ver eso con esto?! –frunció el ceño.

–¡Que la derecha hace la promesa justa! –gritó, aun tirando frutas.

El chico dio una media vuelta desapareciendo ante la vista de la chica, ella dejó de lanzar cosas cuando sus manos fueron tomadas por unas más frías, acorralándola contra la pared de la cocina.

–Vas a detenerte, bastante me costó limpiar tu maldita casa –reprochó cerca de su oído.

–¡No te lo pedí –escupió

–No pienso vivir en un chiquero –la soltó, sin notar que las mejillas de la chica se habían sonrojado suave, ella lo debió a su enojo.

–¿Que?

–¿Así das la bienvenida a tu nuevo roommate? –hizo un gesto con su cabeza.

–¡¿Qué?!

–Aparte de ser tu demonio, y cumplir parte del trato, –sonrió– también viviré contigo ¡No es asombroso?! –sus manos se mueven con entusiasmo– Jamás vi una casa que estaba sobre otra casa y sobre muchas más –murmura.

–¡Obvio que no! –se quejó– ¡Y que si me intentas matar? ¿Violar? ¡O si me haces cosas malas! ¡De ningún modo! –hizo una cruz con sus manos negándose a todo, el chico rodó los ojos, esta chica de verdad era molesta.

–Bueno, pues que te vaya bien con tu miserable vida –comenzó a caminar en dirección a la puerta

La chica pensó nuevamente en todo lo que había pasado, en por qué había llamado a ese "demonio". Su vida se estaba yendo por la borda, tan rápidamente que daba miedo. Estaba perdiendo su toque, permitiendo que mocosos nuevos en la música la sobrepasen sin siquiera enfrentarse contra ella, ¿Y ella pensaba quedarse de brazos cruzados? Claro que no.

–¡Espera! –le tomó del brazo. Y el chico sonrió.

–¿Si? –aunque ella no lo viera, una macabra sonrisa estaba saliendo de los labios del chico.

Acepto todo lo que me pidas –habló firme. Una profunda calada al miedo de la chica fue todo para que la satisfacción le consumiera.

–Así me gusta –sonrió.

Volvió a hacer lo que había hecho hace unos momentos, desapareció y volvió a aparecer, esta vez para hacer oficial el trato. Que bien jugaría esa noche.

A dos cartas |Park JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora