Después de una semana, ya ambos estaban acostumbrados a verse por las mañanas en pijamas. Ella molesta por la manía que tenía el mayor de estar todo limpio, y ella era una completa desordenada; él feliz de poder estar en el calor del hogar y no en el agobiante del infierno.
El infierno tiene variadas etapas: La de los mayores pecadores es más caliente, y la zona de los que menos pecados tienen es más fría. Jisung viene de la más caliente, de la zona de mayores pecados, donde además de hacer calor en demasía, había trabajo igual o peor que el calor.
Jisung estaba sobre la alfombra, dibujando con sus crayolas alguna imagen de su imaginación. Había logrado descubrir su hobby, el dibujo.
–Iré a buscar algo de comer –dijo la chica saliendo de su habitación más abrigada. Una gran chaqueta que cubría completamente su cuerpo, un gorro blanco y un cubrebocas en su barbilla.
–Ajá –no le importaba.
–¿Quieres algo de la tienda? –esperó respuesta.
–No, pero si después necesito, te aviso –continuó dibujando.
–Bien.
La chica salió del departamento dejando a Jisung solo, este no dudó en ir a la habitación de la menor y ver lo que tanto quería. Ni bien escuchó los tacones resonar por los escalones de la escalera, el suspiro lejano, corrió a la habitación de la mayor.
Había tenido mucha curiosidad por saber que había en la habitación de la chica, pero ella no le daba paso ¡Incluso había puesto sal en la entrada para que él no pasara! ¿Podía ser más desgraciada?
Solo estaba esperando el momento ideal para volver a su forma espectral y cruzar por las habitaciones. Al parecer la chica había olvidado ese detalle.
Una vez estuvo dentro, volvió a su forma humana. Abrió de primeras el clóset, su última vez vivo había sido hace cien años, no conocía nada de ahora.
Vio una especie de cinta con dos almohadas redondas ¿Acaso era eso algún coso para cabeza? Lo había visto en su época años atrás, no recuerda cuantos debido a su encierro en el infierno. Pero eran muy diferentes.
–¿Así? –se puso la cosa sobre la cabeza abrochándola bajo su barbilla.
Ahora que lo pensaba, eso era muy parecido a lo que las mujeres de su época llamaban corsé, solo que los de su época no eran tan cortos ¿Así los usaban? Que rara forma ¿Por qué él nunca los vio sobre la cabeza?
Después de ponerse eso, vio una cosa dorada y roja sobre la mesa ¿Es un lápiz?
–¡Una nueva crayola! –exclamó cuando esta, al moverla un poco de la zona baja, comenzó a subir.
Dibujo muchas cosas en sus brazos, y en su cara, y en su pierna y en otras partes de su cuerpo. Debía admitirlo, se veía muy sexy.
Después vio algo más, era una tela de color negro transparente ¿Para qué tiene eso así? Lo tomó, era bastante corto. Era como un vestido de esos que las chicas de su época, adineradas, compraban. Él solo las veía probárselos cuando acompañó a su novia a la cuidad y ella quiso entrar a ver qué eran y salieron sin nada debido a los altos precios.
–¿Acaso es una camisa rara?
Se la puso sobre la cabeza intentando bajarlo, pero era casi imposible. Se dio cuenta de que había una especie de broche detrás, era similar a los broches del corsé, por no decir iguales.
–Esto va... –movió los broches, al fin lo desabrochó– Así –sonrió cuando la tela cubrió su cuerpo.
Sinceramente, estaba quedando muy sexy. Eran cosas que jamás vio y que estaba descubriendo, por lo que el brillo en sus ojos era similar a los de un niño pequeño descubriendo las cosas de su madre.
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A dos cartas |Park Jisung
FanfictionCuando pronto se ve arrinconada, con manos tratando de quitar la corona que tanto le costó conseguir, sus medidas deben ser igual o más desesperadas que la situación. Porque nada está yendo como a ella le gustaría, y probar un poco del otro lado no...