Chapter 20

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Ella esperaba dar explicaciones, hablar con Jisung y explicar las cosas, tener, aunque sea, una de sus estúpidas peleas sin siquiera ser algo más que amigos, poder gritar todo en su cara y recriminar cosas frente a sus ojos. Esperaba, pues ese día nunca llegó.

Ya son dos semanas y media en las que Jisung no ha vuelto a casa, hace tres semanas que ella volvió de su presentación en Japón y todo sigue igual.

Pensó que solo serían dos días, que podría con ello, pero al tercero no pudo más. Lo necesitaba como si fuera lo más indispensable que tuviera, aquella persona que le animaba sus días no aparecía y eso estaba abrumándola.

Buscó por toda la casa algún indicio de Jisung, si acaso había dejado alguna pista de dónde podría haber estado, más no encontró nada.

La lluvia torrencial que estaba en estos momentos afectando Corea, no ayudaban.

Curiosamente, en gran parte del país estaban con una gran lluvia que llegó a inundar algunas ciudades, tal como lo fue el caso de Daegu y Gwangcheon donde mayormente se inundaron calles y viviendas.

Ella estaba en la capital, donde solo hubo incidentes poco variados, casi nada, a decir verdad.

Pero eso le tenía abrumada.

Por culpa de la lluvia muchos de sus proyectos fueron cancelados, la misma junta con sus fans había sido cancelada al ver que no muchos irían por la lluvia, además que ella no buscaba resfriar a sus fans.

Hoy tenía libre, ayer estuvo trabando el dance practice de su nueva canción Alone y estuvo hasta muy tarde trabajando.

En estos momentos estaba frente a la chimenea, con su cuaderno de canciones en su mano y con solo una polera de tirantes celeste y un short color negro.

Su mirada estaba perdida, se sentía mal, su cuerpo se sentía realmente agotado y su espalda dolía como el infierno. Su marca cada día que pasaba se hacía más notoria, el rojo se hacía morado y los bordes quemaban mucho.

Hace dos días vinieron sus amigos para verla, puesto que no había aparecido en la empresa el día en que celebraron el que su ultimo MV hayan llegado a los cien millones de vistas y ser tendencia mundial.

Amaba eso, ser reconocida finalmente, tener de vuelta su fama, pero Jisung no estaba y se sentía sola, vacía. Era como si parte de su alegría se hubiera esfumado.

Se puso de pie para ir a la cocina y poder prepararse un tazón de leche y cereales, no tenía hambre, pero quería ocupar su mente en algo. O bueno, tal vez si sentía algo de hambre. Llevaba días sin comer.

Miraba el fuego con su mirada perdida y con algo de frio, aun cuando su casa era la más cálida.

Ideas locas pasaron por su cabeza, como flashes que le dieron algo de dolor, sentía ganas de escribir, pero su cuerpo no ayudaba para ponerse de pie e ir a escribir.

(...)

Todos estaban alineados, los tres que debían montar tales monstruos estaban frente a lo que sería la batalla más grande entre la luz y la oscuridad; el bien y el mal. El cielo y el infierno.

Hace unos meses se enteró todo el inframundo de la traición más grande de uno de los ángeles de luz hacia su dueño y señor. Éste ángel había decidido revelarse, llevándose consigo tres de los ángeles más valiosos del cielo para el inframundo, atrayendo con ello la guerra más desastrosa del siglo.

Todo por las ganas y ambiciones de poder. Obviamente Satanás se sintió más que orgulloso de lo pasado, igual como todos sus habitantes. Los cuatro ángeles fueron bienvenidos y tratados como lo es Kwan, con honor.

Muchos de los que hicieron traición o pacto están ahí, como Jisung.

Jisung hizo pacto; Kwan fue una asesina e hizo pacto con él para tener cero problemas con la ley; Hwang traicionó a la iglesia, siendo uno de los más grandes violadores de la época, igual de grande en el asesinato. Los tres seres más amados por Satanás y solicitados por muchos desesperados. YoonHa tuvo suerte de que le tocase Jisung, uno de los más poderosos y sádicos, aunque con ella todo es distinto.

–¿Y bien? Dinos quién diablos lidera ahí –exigió Kwan apuntando con una espada en la espalda al ángel traidor.

–¡Ya le dije que no recuerdo su nombre! –gritó aburrido de tener que soportar a la chica.

–Más te vale ir acordándote de su maldito nombre si no quieres bajar de rango –puso el filo de la espada en el pecho desnudo del hombre.

–¡Que no lo recuerdo!

–¡Satanás! –llamó Kwan como una niña pequeña.

Mas todo se detuvo cuando Jisung le tomó la muñeca, haciendo que bajara el arma y dejara de molestarlo. Los ángeles estaban ahí.

Había comenzado.

–¡Déjame ver a quien lidera tu ejército! –gritó el ser de luz más grande de todos los que estaban ahí, quien llevaba la cuerda del caballo blanco que montaba la joven que cubría su cara con un velo blanco.

–Jisung.

El nombrado dio un paso al frente, sonriendo cuando sintió su cuerpo quemar, volviendo a su forma más brutal.

–¿Él? –preguntó con una sonrisa– Pensé que sería más imponente.

Y es que Jisung solo mostraba su parte inicial de su gran cambio, una forma simplemente mediocre ante los ojos de cualquiera.

Jisung bajó su cabeza, sonriendo con malicia cuando su fase final se hizo presente.

Partes de su cuerpo se fueron desgarrando, sacando hacia el exterior sus deformidades de hueso, sus ojos cambiaron siendo negros y rojos. Colmillos y garras, ni aparentaba ser algo humano o siquiera normal.

Kwan y Hwang hicieron lo mismo, quedando similar a Jisung. Los tres caballeros del infierno.

–Impresionante... –Y sonrió, asombrado por sus adversarios.

–Muéstrala.

Y el señor de luz posó su mirada en la mujer que montaba el caballo blanco, quien entendió al instante lo que debía hacer.

Con miedo y dolor sacó el velo de su cara.

El señor sonrió con victoria al ver que su plan estaba resultando, tenía claro que ella era la debilidad de él.

El rostro de quien lideraba el gran ejército del lado oscuro se desfiguró por completo. No la esperaba, no ahora.

–Ho... Min... –susurró.

–Hola, Jisung.

(...)

La chica acababa de salir de la ducha, secaba su cabello con una toalla con una mueca. Su amiga había venido a verla hace diez minutos diciéndole que vendría un estilista a hacerle un cambio de look, quería animarle un poco y sabía que a su amiga le gustaría esa idea. Y no se equivocó.

Al principio, Tharey se rehusó, pero acabó cediendo al tener miles de ideas en su cabeza; al terminar de despedir a su amiga se fue a dar una ducha, ahora caminaba con mini shorts y una polera grande blanca por la casa mientras secaba, aunque sea un poco, su cabello.

Miró por la ventana, viendo la lluvia seguir con mayor intensidad y rayos cayendo a cántaros, un ruido proveniente de la cocina le heló la sangre. Una olla había caído de la alacena y se había arrastrado por medio pasillo, eso no era normal.

Estuvo a punto depreguntar por Jisung, pero la puerta fue tocada dos veces. Su amiga y el estilistahabían llegado.

A dos cartas |Park JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora