Al cabo de un mes volvió a su cómodo departamento, con su gato gordo que había adoptado antes de ir a Madrid y que había alimentado como loca el primer mes.
–Buenas noches, Cucho –dijo en un susurro cuando entró al departamento, lugar donde esperaba estar sola.
Nada más pisar el marco de la puerta de su habitación, un estruendo se hizo escuchar en la cocina, pensando que era el gato ingresó por completo a la habitación. Dejó su maleta en un costado de esta, tomando toallas para darse un baño y sacar el cansancio de su cuerpo, el agotamiento y ese incómodo calor corporal excesivo.
Al cabo de media hora ya andaba con una camiseta grande sobre un short de pijama blanco, preparándose un tazón de cereales con leche. Había comido antes, pero tenía hambre de nuevo, además que sus rutinas en el gimnasio volverán a ser fuertes.
Se sentó en el sofá con el gato en su regazo, sintió una presencia detrás de su espalda, provocándole escalofríos. Volteó su vista solo viendo como su oso de peluche caminaba por el pasillo que daba a su habitación, baño y estudio.
Se puso de pie repentinamente, dejando su tazón sobre la mesa y tomando en su mano un bate de béisbol que había ganado en una apuesta con Young.
–¡No juegues! ¡Sal ahora o saco el agua vendita! –amenazó, sin saber muy bien con qué amenazar.
Una estruendosa risa le hizo alzar una ceja. Conocía esa risa, pero no quería creer que realmente había vuelto.
–¿Es enserio? ¿Agua vendita? –se hizo presente el cuerpo de Jisung saliendo por la puerta del estudio. Su sonrisa tan grande como nunca antes vista, sus ropas que debían ser negras estaban levemente manchadas de sangre. Salió con sus manos en sus bolsillos.
–¡Jisung! –no pudiendo contener las lágrimas, corrió a abrazarlo, sintiendo de inmediato el cuerpo del contrario. Se aferró más a él. Aquello aún sorprendía a Jisung, quien mantenía su forma espectral y no humana, y, aun así, ella podía abrazarlo.
–Hey, calma –rió, enternecido.
–¡Idiota! –sollozó– ¡Te fuiste por casi un año sin decirme nada ¿Y me pides que me calme!? –Golpeó levemente el pecho de Jisung, quien reía y acariciaba tiernamente la espalda de la menor.
–Lo siento, tenía que cumplir –dijo separándose un poco. Pasando delicadamente sus dedos por los rastros de lágrimas.
–Me da igual, me dejaste sola por casi un año ¡Por poco y me vuelvo loca!
–El efecto Jisung, querida –bromeó, pero la chica solo lloró más– Hey... No llores...
–Me hiciste tanta falta... –suspiró, con dolor. Jisung dejó de acariciarla.
Jisung no supo qué decir, mentiría si dijera que a él ella no le hizo falta, fue prácticamente quien hizo que ganasen la batalla, por no decir que hizo todo por él.
–Y tú a mí, niña... Tú a mí... –apoyó su barbilla en la cabeza de ella, acariciando sus cabellos y aspirando su aroma, la extrañó tanto.
"...Una vez tuvo clara la imagen de quien tenía ahora en el caballo frente a piel, viéndola de nuevo, sintió su mundo caer de nuevo. Su cabello, su cara y su piel seguían igual a como él los recordaba.
–Creo que dimos en el blanco –susurró el ser de luz más grande, sonriendo satisfecho cuando vio cómo la cara del ser que lideraba el lado oscuro palideció.
–Se fuerte, Jisung –susurró su amiga– Piensa en ella –sabiendo que ello era un motor para él, susurró, sonriendo cuando su amigo volvió a recobrar sentidos y alzó su vista a la muchacha.
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A dos cartas |Park Jisung
FanfictionCuando pronto se ve arrinconada, con manos tratando de quitar la corona que tanto le costó conseguir, sus medidas deben ser igual o más desesperadas que la situación. Porque nada está yendo como a ella le gustaría, y probar un poco del otro lado no...