Un apuesto hombre de traje esperaba a su chica en el salón, mientras que, en el sillón contrario a él, un chico más joven bebía jugo de naranja calmadamente. Viéndole tan directamente y tan detenidamente que parecía rebuscar en sus pensamientos hasta su más mínimo secreto, claro que no podía hacerlo ya que era un mocoso más como él, ¿Verdad? Jisung sonríe de medio lado con el absurdo pensamiento del hombre.
–Estoy lista –anunció, saliendo de la habitación.
El joven de traje se puso de pie, admirando la belleza que estaba frente a él. Exceptuando por el bulto en la zona de su estómago, ugh, ya se viene una charla tratando de subirle la autoestima. Jisung frunce de inmediato su ceño con el pensamiento del hombre.
¿Qué trozo de mierda es esta?
–¿Nos vamos? –preguntó extendiendo la mano.
–Vamos –tomó la mano del chico– Volveré más tarde, Jisung –anunció– Quedó comida y... –el chico le interrumpió.
–No soy un bebé, se dónde está todo –rodó los ojos y cruzó sus brazos. Aquel pensamiento de verdad le molestó.
La chica sonrió enternecida por su comportamiento. Acercándose solo para acariciar sus mejillas. Jisung aparta su cabeza de sus manos, avergonzado.
–Bueno, lo siento –rio bajo– Nos vemos –sonrió y sacudió los cabellos del mayor antes de salir con el chico.
Jisung, tras escuchar el sonar de la puerta, camino a paso lento a su habitación. Debería comenzar ya con el trato.
Apagó cada una de las luces del departamento dejando todo a oscuras, abrió la puerta de su habitación y se sentó en el piso, la única luz que ilumina el lugar es una vela, el brillo blanco cegaría a cualquier que entrara a su lugar.
Suspiró y dejo que su cuerpo se volviera a su forma normal, al demonio que era. Más, no bastó para lo que debía. Ni sus oscuros ojos negros ni sus afilados colmillos era lo suficiente para el encantamiento. Suspira, preparándose mentalmente.
Necesitaba su última forma, necesitaba su forma más oscura para esto. Y aquello le traía inmediato dolor de cabeza.
Dios, llevaba años sin hacer esto que se sentía raro volver a hacerlo.
Con sus piernas dobladas y con sus manos a sus costados, cerro sus ojos. Lentamente, el cuerpo fue elevándose con una leve brisa dentro de la habitación.
Aquella brisa fue haciéndose más fuerte, al punto de apagar la vela.
La oscuridad volvió a reinar.
El chico abrió lentamente sus ojos sintiendo nuevamente el poder recorrer su piel, su cuerpo. Sus ojos, completamente amarillos y brillantes, iluminan la habitación con fuerza.
Se sienta nuevamente y toma la libreta en sus manos.
–...Septem obumbratio... Dixit daemonium... Habes
per annos mille. Testor te, me ordinem vestrum,
In reditu, tuus est anima mea...Un tornado negro fue envolviendo lentamente la libreta sobre el suelo, entre la vela y el demonio. Él sigue, sin importarle como el fuego del infierno comienza a quemar de nuevo su interior, lenta y tortuosamente.
–¡In reditu, tuua est anima mea!! –el mayor dejo escapar un jadeo de satisfacción cuando sintió la electrizante sensación de que todo estaba yendo bien recorrer su piel. Repitió nuevamente– ¡In reditu, tuua est anima mea! –un golpe de brisa le llegó a su cuerpo, el ritual había sido todo un éxito. Un rayo de su pecho se inserta con rudeza en el papel, acabando y cerrando el libro con la brisa que el rayo deja detrás.
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A dos cartas |Park Jisung
FanfictionCuando pronto se ve arrinconada, con manos tratando de quitar la corona que tanto le costó conseguir, sus medidas deben ser igual o más desesperadas que la situación. Porque nada está yendo como a ella le gustaría, y probar un poco del otro lado no...