Chapter 11

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Luego de aquella divertida noche en el mundo que tanto les gusta, de escuchar los alaridos de dolor de parte de los recién ingresados, de jugar con fuego, literalmente, y poder estar en lo que ellos llamaban hogar fue lo mejor.

Hogar; Solo con ella se sentía en hogar.

También fue agradable volver a encontrarse con el prometido de su mejor amiga, alto, fuerte y apuesto, tal y como le recordaba.

Cuando llego a su casa con la chica en su espalda balbuceando cosas sin sentido, a penas y podía entender algunas palabras como "comida, sexo, salchicha" con suerte.

Cuando estuvo en su cuarto la dejo sobre la cama, le saco los tacones y la cubrió con la manta. Kwan se cubrió con las sábanas en el estado seminconsciente.

–Huelo fatal... –dijo cuando sintió una brisa en su espalda y que el olor de su cuerpo le llenara su nariz.

Tomo sus toallas y se metió a bañar, con el tiempo descubrió que eso sacaba el aroma del azufre de su cuerpo. Al no oír en ningún momento la voz de su menor diciendo que haga menos ruido, o gritarle los reproches de su ausencia simplemente dejó que las cosas fluyan, seguro estaba durmiendo.

Una vez listo, se vistió con su pijama y fue a la habitación en la que estaba su mayor, acostada y con su cuerpo arrullado. Se acostó a su costado y la abrazó, recibiendo al mismo momento el calor que aquella mujer le daba, el calor de una familia.

(...)

La mayor se despertó antes pues tenía hambre, cocino lo único que sabía hacer, huevos. Se hizo uno ella y uno para Jisung, espero a que el menor se despertara.

No pasó mucho tiempo para verle caminar, sonriente y con su pijama mal puesta.

–Iré a despertar a YoonHa –avisó– Hazle huevos también.

–Okey –sonrió e hizo lo pedido.

La puerta de la habitación de la menor estaba abierta. Jisung alzó su ceja y empujó más la puerta para que se abriera del todo. Estaba la libreta sobre el escritorio como si nada hubiera pasado, aun cuando la chica no estaba.

–Raro.

Entró con algo de desconfianza, más cuando una pluma negra y verde estuvo frente a sus ojos sintió el miedo de hace unos años en su espalda. La furia lo consumió y se detuvo a tomar la pluma, saliendo de inmediato de la habitación.

–¡¡Kwan!!–gritó enfadado.

Los pasos rápidos de la chica fueron acercándose cada vez más, cuando ella entró y vio la pluma todo estuvo en silencio.

–Prepárate, visitaremos a alguien especial. –ordena el muchacho.

No había expresión en su rostro para cuando Kwan fijó su vista en su cara, examinando a ver si había un ápice de lo que sentía en esos momentos. Pero no, no había nada. Quizá no veía el interior, pero Jisung estaba asustado y ardiendo en furia en ese instante.

La mayor asintió seria, sabía que con la que tratarían sería difícil de convencer.

Tomó su forma original, su cabellera seguía igual, lo que cambiaba en ella era la forma de sus ojos, ahora eran sólo unas cuencas vacías, su cara rajada casi por completo y su ropa a medias. Solo una muestra de su horrible muerte.

Jisung hizo lo mismo, como si fuera algo de todos los días. Con su piel pálida y su cuerpo intacto, tal y como dejó su vida atrás.

Llamaron a el prometido de la mayor, sería de gran ayuda.

Éste no tardó en llegar al departamento, con su forma original e infernal que solo a Kwan lograba enloquecer.

Su cabello rojo con negro, sus ojos eran de un brillante color rojo, sangre por su ropa y unos cuernos que salían de su cabeza, un demonio tan hermoso que todas estaban detrás de él. Aunque, claro, solo una estaba con el anillo en su dedo.

–¿Qué pasó? –se sentó en el sofá, con su mirada sería al frente.

–Volvió GaEun –su novia se sentó junto a él, con la mirada seria, sin saber dónde estaba mirando pues no tenía ojos.

El silencio permaneció.

Una sombra, tan negra como la noche sin luna, se hizo presente en el salón, escurriendo por los pies de todos, finalmente enterrando una navaja de oro en la pierna de Jisung, este soltó un gemido de dolor.

–¡Jisung!

Su mayor se alarmó cuando el color de piel de Jisung bajó, era como una telaraña que comenzaba a crecer por su piel, subiendo por su pierna, negra. Kwan le saco la navaja y este volvió a estar estable.

–¿¡Que quieres?! –se puso de pie, aún con el molesto dolor en su pierna.

–Oh, pequeño... –su risa se escuchó por toda la habitación– Solo tomé lo que es mío.... Esta chica me pertenece... –la mencionada apareció en mitad del salón, transparente.

Jisung no lo dudó dos veces y se lanzó a atraparla, dándose de cara contra el piso. Kwan lo tomó del brazo para ayudarle a ponerse de pie, aun cuando Jisung estaba temblando. Y no precisamente de frío.

–Ambos sabemos que las cosas no las decido yo... Tú... O quien sea, sino quien nos invoca ¿Y sabes? La persona que me invoco esta vez quiere venganza pura y dura con esta alma... –el cuerpo inconsciente de la mejor fue acercado a la esquina de la casa, ahí estaba GaEun, acarició el mentón de la chica mientras que está se dejaba, no podía moverse– Si tan solo no la hubieras dejado... ¿Crees que estarías ahora así? Fue tu culpa después de todo, eso lo sabías bien ¡Ella es tu responsabilidad! Le pasa algo a su alma y se te baja tu rango ¿Se te olvidan las normas? –Jisung apretó más fuerte sus puños, tanto así que sus nudillos se volvieron blancos– Bueno, disfruta volviendo a ser el mejor de los perdedores –rió, tomo el cuerpo de la menor en sus brazos y poco a poco las cenizas fueron apareciendo y cayendo de sus brazos, la chica una desapareciendo.

–¡No! –gritó Jisung, la chica se detuvo de golpe– ¡No lo hagas! –pidió.

–¿Somos amigos?

–No, per...

–Nada, tú no tuviste piedad antes, yo tampoco la tendré –a punto de desaparecer, se volvió la nube de antes y volvió a aparecer detrás de Jisung, susurrándole algo a su oído– Solo tres días... Tres –dicho eso, desapareció.

Otra navaja en su pecho, pero esta fue mucho más grande, haciéndolo caer en el piso. Jisung quedó en un estado inconsciente, donde el muchacho solo podía tener sus ojos abiertos en blanco, con el líquido negro putrefacto emanando de su pecho.

–¡Maldita seas, GaEun! –gritó Kwan cuando corrió a socorrer a su amigo.

SiWoo ayudó a su novia a sacar el cuerpo del arma, con cuidado de no lastimarlo más.

–Satán –maldijo por lo bajo la muchacha– ¿Por qué debes ser tan débil? ¡Por que tenía que ser oro y no otro material!

La mirada perdida deJisung no respondía, su pupila se había hecho más pequeña y su cuerpo aún norespondía. En su mente solo pasaban ideas de cómo ayudar a YoonHa, no volverá aser peor que ella, no de nuevo.






A dos cartas |Park JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora