Chapter 9

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La noche acabó para Jisung cuando el sueño y el agotamiento por el ritual le ganó, acabó viendo al techo, recostado en su cama con la chica en sus brazos.

Con ella había compartido una hermosa aventura, y realmente le había extrañado. Ambos habían ingresado al infierno el mismo año, ella antes que él, pero solo por meses.

Se había enterado bastante tarde de que ella estaba allí, pues cuando se lo dijeron ella estaba en la otra época capturando pesadillas, acudiendo a llamados y robando almas.

Ella era la encargada de las peticiones más retorcidas, tanto, así como lo son asesinatos sin sospechas, robos sin sospechosos y sacar información sin que se den cuenta, eso hablando de lo bueno que puede hacer. Pero si de mal se habla, ella era la encargada de las pestes, las enfermedades letales y virus que invaden el mundo cada cien años, cobrar almas de ese modo era su labor. En eso le iba excelente.

La menor de la casa llegó a esta con los tacones en mano, su bolso en su ante brazo y su chaqueta sobre el bolso. El rímel estaba por toda su cara y el olor a alcohol se podía oler desde la distancia.

Suspiró y cerró la puerta yendo a su habitación, tiró los tacones y se sacó el vestido quedando solo en ropa interior sobre su cama. Estaba demasiado deprimida, ebria y cansada como para darse una ducha y sacarse el alcohol de encima, o siquiera cambiar a un pijama, abrigarse o algo de eso.

(...)

El primero en despertar fue Jisung, seguido de este fue la mayor, Kwan, quien estaba recién adaptándose a los rayos del sol. Por eso salía solo de noche, el sol era horrible.

–Malos días, enana –sonrió.

–Eres un odioso –puchereó y le dio un leve golpe en su pecho.

–¿Te vas a bañar? –preguntó después de un corto silencio. La chica ladeó su cabeza, sin entender– Es lo mejor de la vida, se siente muy bien, ¿Quieres intentarlo?

–Sí, pero no tengo ropa –hizo un mohín.

–¿Qué te parece si tú te bañas y yo voy por allí a robar, digo –corrigió–, a buscarte ropa? –la mayor río y asintió.

–Sí me gustaría.

–Bueno, las toallas están en mi clóset y el baño está en la puerta de enfrente –explicó Jisung.

–Okay, gracias –besó la mejilla de Jisung antes de tomar rumbo a el clóset.

Tenebris umbra –cerró sus ojos y su cuerpo se volvió una gran nube negra.

Vagó por toda la ciudad en busca de una tienda de ropa. Volvió a su figura original cuando estuvo cerca de las mejores tiendas. Una muchacha de la misma contextura de su amiga venía saliendo de una tienda, y para su suerte, tenía el mismo condenado estilo de vestir de su amiga.

La siguió por todo el centro comercial, volviendo a su forma humana cuando la chica entró. Los guardias fueron sus esclavos ni bien chasqueó sus dedos frente a sus narices, estos tomando un cesto con ropa para meter ropa que él iba seleccionando según los gustos de la chica que estaba a uno metros delante de ellos.

Consiguió unos cuantos conjuntos para su amiga, seguro a Kwan le encantarán. Y, quizá, debería llevarle algo a YoonHa.

Vio un bonito conjunto negro, blanco y gris.

Seguro le queda fenomenal.

Volvió a decir lo anterior y volvió a ser la nube negra.

Arrasó con el conjunto y con otras cosas que de seguro le encantaran a la chica. Y claro, no desaprovechó el joder un poco a los clientes, quienes ya habían comenzado a grabar cuando vieron la cesta con ropa levitando en el aire, moviéndose alrededor de todos. Empujó cajas, movió top e hizo a un niño levitar. Que bien se la pasaría viendo las noticias de la tarde.

(...)

La menor despertó con un increíble dolor de cabeza. Escuchó el sonido del agua cayendo y supuso que Jisung estaba dándose un baño.

Se puso sus pantuflas y la camisa de su novio que había dejado hace unos meses en la casa. El aroma seguía ahí. La tomó solo por la protección que necesitaba en esos momentos, poniéndosela.

Fue a la cocina y preparó la comida que desayunarían, unos huevos y unos panes, era todo. No estaba de ánimos para cocinarle comida gourmet a Jisung, o hacer algo menos glamoroso, pero más elaborado.

La puerta del baño fue abierta, la chica fue al encuentro de Jisung para preguntar qué quería, si jugo de naranja o jugo de piña.

Más cuando vio la silueta no le quedó duda de lo que haría.

–¡Hey! ¡Maldita zorra! ¿Que se supone que haces en mi casa? ¿Quién te dio permiso de entrar? ¡Jisung! ¡Jisung! –llamó, más el mayor no aparecía.

–¿A quién vienes a tratar de zorra? –la chica sujeto la toalla que estaba sobre su cuerpo cubriéndola– ¿Quién te crees? ¡Me llamas zorra cuando estas pasada a alcohol! –la chica parecía realmente molesta, cruzándose de brazos sobe su pecho e imponiendo con esa pose– Vaya ¿De verdad estás en todos tus sentidos? –la chica no respondió– Mejor piensa bien lo que dirás para la próxima.

Se dio media vuelta para cambiarse, más bien, esperar a Jisung.

La menor no dudó en darle la vuelta a la chica para darle una cachetada, más todo se fue a la mierda cuando su mano atravesó su cara.

–Bueno, veo que no entiendes a la buena manera –la chica estiró su mano sacando sus garras. Esto no se ve bien

La nube de Jisung entro por la ventana y se desvaneció entre las dos chicas separándolas.

–Hey, ya volví.... –cuando vio la escena recordó que no aviso a la menor sobre la llegada de Kwan.

–¿Quién es ésta zorra? –la menor estaba de brazos cruzados esperando respuesta.

–Cuida tus palabras, pendeja.

–¡No me vengas a tratar de que te trate bien cuando te paseas sin mi permiso por mi casa en toalla! ¡En toalla! –gritó, remarcando la última frase.

–¡Hey! –Jisung separó a ambas gatas con ambos brazos.

–¿Me dirás? ¿O también quieres irte? –la muchacha ya estaba de brazos cruzados y esperando respuesta.

–Si me voy, te quedas sin trabajo –habló– y si, ella es Kwan, una amiga –la presentó– Kwan, ella es YoonHa, mi amiga también –rodó los ojos.

–Conocidos. –corrigió

–Como digas –rodó los ojos nuevamente y le entrego las ropas a la mayor, dándole la espalda a la menor– Ten, espero te gusten –sonrió amablemente.

–Gracias, pollito –besó la mejilla del chico y se fue a cambiar a la habitación de su amigo.

YoonHa y Jisung quedaron solos en el pasillo, y la menor no desaprovechó el momento para poder enfrentarse a Jisung.

–¿Por qué no me dijiste que traerías a tu amiga a casa? –seguía con el ceño fruncido y con los brazos cruzados.

–Anoche llegó de imprevisto, no la invite –aclaró.

–¿¡Tanto te costaba tomar el puto celular y llamarme?!

–Te apesta la boca a alcohol –hizo una mueca.

–¡Nome cambies el puto tema! –Jisung chasqueo los dedos haciendo que la menorapareciera en el baño, desnuda, bajo la ducha. El agua fría era una buena ideapara sacar la borrachera ¿No?– ¡¡JISUNG!! –el grito de la menor confirmaba quehabía despertado con los ánimos suficientes para intentar matarlo unascincuenta veces.


A dos cartas |Park JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora