Chapter 30

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Despertó temprano aquella mañana, lista y dispuesta para grabar el nuevo MV de su nueva canción, canción esperada por muchos de sus fanáticos puesto que había anunciado que posiblemente salgan escenas vividas en la plaza, donde estuvo dando atención a sus fans. Mas nadie sospecha un poco sobre con quien será, porque claro, esta sería una colaboración.

Pese a que el frio de la mañana calaba por sus huesos luego de su baño, no dudó ni un solo segundo en salir del departamento con Jisung detrás, aun con la necesidad de estar sola. Aquel extraño sueño le había alertado, tenía miedo de lo que pronto podría pasar. Él no era humano.

Entró a la empresa, sonriéndole al personal que pasaba junto a ella, corriendo donde estaría todo el equipo de grabación y su compañera para grabar el nuevo MV. Obvio era Chaewoo.

Saludó con una sonrisa a todos quienes estaban abrigados, bebiendo café mientras esperaban su llegada. Chaewoo estaba en los camerinos, mismo lugar al que fue cuando terminó de hablar con el director sobre lo que harán hoy. Jugando con su anillo, entro a camerinos, donde se sentó en la silla frente al bello tocador negro. Su nombre grabado en letras blancas.

El hermoso anillo era lo que le tenía nerviosa, bastaba con sacarlo y Jisung desaparecería, eso era bueno ¿No? Llámenla paranoica, pero sentía que algo iba mal y que ella sería la afectada. Jisung notó aquello, acercándose a quien mordía con desespero su labio.

–Como sigas así, no necesitarás labial –bromeó, más la menor no sonrió en ningún momento– ¿Sucede algo? –preguntó cuándo su menor dejó el anillo a un centímetro de salir de su dedo.

Con prisa cerró la puerta de su camerino, dejándolos solos, puesto que aun no llegaba la maquilladora que se encargaría personalmente de ella. Suspiró, acercándose con miedo a Jisung, podía pedir amablemente que se fuera o amenazar. Intentaría las buenas maneras.

–Jisung –llamó– Te voy a pedir algo, a cambio, me quedo el anillo –comenzó, Jisung alzó una ceja– Mas te vale cumplir.

–Habla ya. –Jisung había sentido que su orgullo, poder y su lugar como demonio había sido llevado. No le gustó.

La menor tembló en su lugar. Ahí estaba, el tono de voz del que a veces temía, un rostro frío y compacto, sin ningún rastro de ternura como lo era diariamente, y aquello le daba cierto miedo. Temía por conocer lo que no quería.

–Vete –ordenó, cerrando sus ojos ¿Dónde estaba su yo temeraria? La necesitaba mucho más que antes en estos instantes– No te quiero acá, vete a casa –ordenó.

– ¿Irme? ¿Por qué debería? Estoy anclado a ti, donde estés yo estaré.

–No si me saco el anillo, volverías a casa.

– ¿Serías capaz de desafiarme?

–No quiero, pero debo.

–No, no debes –dijo, acercándose lentamente a ella.

–Apártate, lo saco si no lo haces –amenazó, retirando lentamente el anillo de su dedo.

–Hazlo, –retó– venga, hazlo.

Mordió su labio, pensando nuevamente si era una buena idea. Lo sacó, cerrando sus ojos esperando lo peor. Lo único que vio al abrirlos fue a Jisung frente a él. Temió en cuanto la imagen bonita de Jisung desapareció, mostrando lentamente un Jisung bastante diferente.

La puerta fue abierta, al mismo tiempo que el valor volvía a su cuerpo.

–Amor, tenemos solo minutos para ponerte bella y salgas a lucirte –HaSung apareció, con su paleta de maquillaje y su bolso en mano, dejando todo listo para comenzar el maquillaje. Jisung desapareció– Querida, vamos date prisa –habló el chico frente a ella, alejándola de la vista donde buscaba a Jisung.

Suspiró. Una larga charla le esperaba en casa.

(...)

Había pasado gran parte de la tarde posando frente a cámaras, siguiendo órdenes al aire libre, donde la habían expuesto en mini faldas, pantalones cortos e incluso vestidos, aun cuando peleó por usar un pantalón. Por otro lado, mientras ella había peleado un poco por su pantalón, había derramado sangre con tal de que su mejor amiga usara más ropa, evitando que esta saliera con un resfriado del lugar. En pleno invierno y obligando a las chicas a usar ropas de verano.

Hoy solo habían logrado grabar los primeros diez segundos del vendito video, entre más tiempo repetían aquello, menos ganas le quedaban a la chica para continuar la grabación. Se estaba aburriendo. La disposición y buenos años de esta mañana se habían ido al carajo, ya no quería seguir.

Por otro lado, Jisung estaba en casa, esperando a su menor con una hermosa sorpresa. Él mismo se había ocupado de buscar la vendita sangre de cordero recién sacada, además de dos arañas que aun caminaban, veneno de víbora y un ojo de ciervo que aún podía ver la sangre entre los bellos hilos resaltantes de lo banco de su ojo. Hermoso.

Dejando todo sobre su mesa, comenzó con la poción, esta vez sí estaba dispuesto a dársela. La rabia que sentía en esos momentos era un fuerte impulso.

Mezcló el veneno junto a la sangre, agregando seguido de esto un poco de araña parte por parte, revolviendo con cuidado y finalmente, agregando el ojo de ciervo. Sin duda se veía de maravilla. Como último detalle, se dignó a cortar con la misma daga con la que había sacado el ojo al ciervo, a cortar su propia muñeca, profundo con tal de sacar un poco de sangre. Dejó una cantidad bastante generosa, lamiendo la herida, sanando de inmediato.

Las palabras de su jefe y amo estaban grabadas en su cabeza, no quería ser desterrado, no solo al menos. Tenía miedo de lo que pudieran hacerle a la menor a sabiendas de lo grande estaban comenzado a ser los sentimientos en su pecho, y mucho más cuando se enteren de lo que había ocurrido hace algún tiempo. Dios, estaba condenado.

"Enamorarte, o siquiera intentarlo, de una mortal es sinónimo a destierro, condena y muerte ¿Crees poder no fallarme, pequeño Jisung?"

Aquella vez pudo sentir las manos de su amo en su cuello, las uñas enterrarse en su cuerpo y algún que otro pedazo de su tierna piel ser sacada con dolor de su cuerpo, como si de la cascara de una naranja se tratara. Tenía miedo, y no solo de perderse él, sino de llevarse consigo a su menor.

Ella no lo merecía. Ella tenía el cariño y un gran lugar en el corazón de muchos adolescentes, llevársela sería como arrancar ese trozo de todos ellos, y él no quería ser el monstruo de la historia.

–Debo llevarla, pero como un demonio. Muerta al menos.

A dos cartas |Park JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora