Chapter 15

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Del Comeback de la chica, dos meses. Llevaba contados los días que tenía libre. En su calendario, marcados con un destacador rosa pastel, sus días libres; y en destacador verde lima, los días de trabajo. Su gira estaría prontamente en camino y ella tenía que practicar sus bailes hasta saberlos sin necesidad de música.

Caminó por el recibidor de los departamentos con sus tacones en mano, su vestido negro estaba aún en buenas condiciones y su chaqueta colgaba de su ante brazo. Pidió a la chica que llevaran sales a su habitación en unos minutos, pues quería tener un buen tiempo para ella en la tina.

Subió por las escaleras, lento y calmada con sus tacones en su mano libre, mientras que con la otra sostenía su cartera, su carpeta y de su brazo colgaba la chaqueta. El camino se le hizo corto.

Al estar por fin frente a su puerta, la abrió con lentitud. Había algo mal oliente dentro.

Abrió lentamente, asomando su cabeza primero. Lo que vio la dejo helada.

Dejó sus tacones tirados por algún lugar, corriendo directamente en dirección al cuerpo que estaba ahora en el piso, completamente ensangrentado y con graves cortes en su cuerpo.

Sus brazos, cortados en línea recta por todo el largo; sus piernas, llenas de sangre y disparos en ciertas partes; su cabeza, con graves cortes en todas partes; su torso, siquiera podía ver la sangre y suponía que había algo malo debajo de todo ello; y, por último, lo que más repulsión le dio, su ojo; Completamente explotado en sangre, dejando ver el gran charco de sangre que había ahí, con la cuenca a medio ver, negra. No quería seguir ahí, pero su cuerpo no respondía, quería irse corriendo de ahí, pero sus piernas decidían por ella.

Tenía muchas emociones encontradas, sentía rabia, quería llorar y al mismo tiempo gritar. Volver a matar a quien ahora estaba muerto. O eso creía.

Se dejó caer de rodillas ante el cuerpo, tocando con miedo las heridas que había en cada parte del cuerpo, llorando por impulso y golpeando con rabia el piso.

Tan estúpido.

Una tos ronca le hizo voltear, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Seguía ahí.

–Eres un imbécil –soltó– ¡Eres un idiota! ¡Pensé que estabas mal! –gritó, golpeando el piso con impotencia.

–Tranquila, preciosa –rió– Solo es mi cuerpo físico –apuntó, lo que para él era, el cuerpo físico– Sigo vivo, no puedo morir, tontita –sonrió– Lo malo es que mi cuerpo para andar contigo físicamente, murió –hizo puchero– No podré usar más eso –bufó y lo pateó.

–¿No hay manera de arreglarlo?

–¿Le vez arreglo? –soltó una risa.

–Solo decía... –miró a otro lugar, este chico sabía cómo hacerla sentir estúpida con solo palabras– ¿Me dirás qué pasó? ¿Por qué tenías que dejarlo acá? Existen basureros.

–Ah, solo alcance a llegar a acá antes de que esa cosa se muriera –encogió sus hombros– Quería verte para que me ayudaras, pero no estabas –la chica alza una ceja– Y... ¿Cómo pasó? Pues...

–¿Pues?

–Verás, tu sabes que yo soy muy extrovertido ¿Verdad? –asintió dudosa, no estaba segura– También muy directo –volvió a asentir– Pues había unos chicos en una esquina y yo les dije que parecían violadores, o no recuerdo bien, con esas ropas –ella le miró, con cada palabra iba frunciendo más su ceño– Y pues... ¿Quién diría que eran matones? Vaya coincidencia ¿No? –trató de alivianar la situación. No funcionó– El hecho es que se enojaron mucho, me atacaron tantas veces que yo quería sentir el dolor –miró a otro lado, mientras bajaba la mirada hizo puchero– Pero no sentí nada.

A dos cartas |Park JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora