Entró a su departamento, dejando de lado su bolso y bostezando. El mareo repentino, junto al apestoso aroma a podrido de la habitación le hizo sujetarse del sofá, demonios, ¿Qué había pasado?
Lo primero que pasó por su cabeza fue Jisung, la vez que lo había encontrado medio muerto, o más bien muerto, en la sala, pero era solo su cuerpo. Caminó con una mano cubriendo su nariz, buscó por cada habitación algún cuerpo muerto o en estado de podrido, no encontrando nada.
–Jisung –llamó, esperando al menos que el chico respondiera. No lo hizo– ¡Jisung! –de nuevo.
Continúo llamándolo por varios minutos, buscándolo con dedicación en cada una de las habitaciones; debajo de la cama, entre sus ropas, en la ducha, donde sea que Jisung cupiera, lo buscó. No estaba.
¿Se habrá ido de verdad?
Una mueca se plantó en sus labios, puede ser una teoría acertada si se recuerda lo que había pasado en el set, en el camerino, la pelea que habían tenido y como el chico había desaparecido. La imagen que Jisung mostró, como su rostro siempre sonriente, bromista y dulce había desaparecido, la imagen de Jisung que siempre tuvo presente ahora había sido completamente cambiada. El color de sus ojos, de su cabello y como su rostro había cambiado a una expresión fría, calculadora, una cara póker.
Tragó grueso, pasando por el pasillo donde había dejado la "habitación" de Jisung, aguantando a duras penas las grandes ganas de vomitar que llegaron de repente, el olor repulsivo y podrido venía de ahí, estaba segura de eso.
– ¿Jisung? –tocó la puerta un par de veces, esperando una respuesta. Nadie abrió– Entraré, Jisung –dijo, abriendo lentamente la puerta.
No recordaba haber entrado antes, o siquiera haber podido abrir anteriormente la puerta. Sus ojos vagaron en la amplia habitación, sus paredes parecían desgastadas, un estante lo suficientemente amplio donde había muchos libros, algunos desgastados de colores oscuros y otros con una tapa de cuero con polvo, le recordaba tanto a las películas antiguas.
Y, como si fuera un chiché barato de las películas, una gran caldera humeante estaba en medio, donde un espeso liquido burbujeante descansa, era morado oscuro pero brillante, y su olfato acertó cuando todo dio con ello. Eso era lo podrido.
Se acercó inconscientemente a la caldera, metiendo un dedo al líquido por unos momentos, no estaba caliente, aparentaba estar peligrosamente caliente, contrario a como estaba ahora. Sin saber la razón, dirigió el dedo a sus labios, lamiendo la punta de este.
Las ganas de vomitar se vieron opacadas cuando su visión se tornó borrosa, como su cuerpo y la tierra parecían moverse como un terremoto, su equilibro desvaneciéndose y viéndose obligada a afirmarse en la pared antes de caer al suelo.
|. . .|
Su cuerpo se sentía pesado cuando despertó, sintiendo un mareo realmente pesado y fuerte cuando intentó sentarse. Reconoció de inmediato su colchón, su cama y su habitación. El cuerpo que miraba a través de la ventana giró a ella, sintió miedo cuando la mirada fría de Jisung se mantenía en ella, pero eso no importó cuando vio la fisura de su cara en su lado derecho, como una gran fisura empezaba en su lado superior derecho, bajando hasta su ojo. Y un jadeo murió en sus labios cuando vio su ojo, blanco.
– ¿Qué hacías en mi habitación? –preguntó el chico, tratando de apartar la mirada de su menor, sabía qué le estaba viendo.
–Tu ojo.
–Te hice una pregunta, responde –su enojo volvió, no le gustaba como lucía, no hacía falta que le mencionara cómo se veía.
–Tu ojo, es blanco... –y le molestó aún más cuando la vio ponerse de pie, como intentaba tocar su nuevo ojo.
La apartó con un golpe seco en su mano, apartando el tacto y el cuerpo, este cayendo de inmediato al suelo. Su respiración se hizo pesada, mas no apartó la vista. Si tanto quería ver el jodido ojo, ahí estaba.
–Mi habitación, no tienes ningún jodido derecho a entrar –la menor se sintió pequeña en su lugar cuando la voz de Jisung se hizo fuerte, gruesa.
–Jisung, tu ojo está goteando negro –el tono de su voz se hizo tembloroso cuando vio el líquido negro bajar por sus mejillas, ensuciándole la cara.
Y el miedo se apoderó del chico, quien estaba asustado desde que había despertado en el escritorio del hombre que había jurado cortarle la cabeza si no cumplía con su trato. Una fisura, grande, que cubría su ojo derecho y parte de su mejilla, emanaba desde el quiebre en su cabeza. Jadeó, cubriendo con una mano su herida, sacándola de inmediato cuando el ardor de su sangre le llegó a sus huesos, como el toxico líquido quemaba su cuerpo humano y como la herida en su cara se expandía.
Cálmate, lo empeoras.
Suspiró, tratando de hacerse caso él mismo, cerrando sus ojos aun cuando el ardor en su piel por lo ácido del negro líquido le debilitaba. Trató de calmarse, centrarse en su herida, en bajar la furia y el miedo, miedo de que su plan se haya estropeado, miedo a que su menor haya salido lastimada al probar de su poción.
Abrió sus ojos con lentitud, viendo como su menor esperaba una respuesta, una acción que le dijera que estaba bien, que todo estaba bien y, al menos, una disculpa. La mano de Jisung fue limpiada como si de magia se hablara, el ojo blanco brillando y limpiando el ácido de su "sangre" y regenerando su herida de la mano. Suspiró y extendió su mano a la menor, quien la tomó y de inmediato lo abrazó.
–Lo siento –susurró ni bien el calor de su menor llegó a él.
–No, yo lo siento –dijo rápido, negando y apartándose del cuerpo frio de su amigo– No debí entrar, mucho menos tocar. Pero el olor, lo podrido me hizo ir ahí, y te juro que no quise, una fuerza...
–Lo sé, no hace falta que expliques –interrumpió el chico, la menor frunciendo sus labios en un puchero involuntario– ¿Te sientes mejor?
–Sí, pero si me dejas ver tu herida me sentiré aún mejor.
Jisung negó, bajando las manos que habían subido por sus mejillas, la menor frunció el ceño e intentó de nuevo, recibiendo la misma respuesta– No es bueno que toques, no es bueno para ti –susurró, besando sus manos en un toque dulce y delicado– Prefiero apartarte de todo esto, cuidarte.
–Sé cuidarme.
–No del todo, aun eres demasiado ingenua.
–No lo soy.
–Lo eres, no sabes en quien realmente estás... –su voz pareció quebrarse lentamente– Depositando tu confianza –sintiendo de nuevo el miedo subir por su espalda, la abrazó. Podía confesar, tenía miedo.
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A dos cartas |Park Jisung
FanfictionCuando pronto se ve arrinconada, con manos tratando de quitar la corona que tanto le costó conseguir, sus medidas deben ser igual o más desesperadas que la situación. Porque nada está yendo como a ella le gustaría, y probar un poco del otro lado no...