H. I

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El chófer que lo recogía y llevaba a todas partes era lo más cercano que tenía a un amigo, siempre lo vio de esa forma. Él fue quien se dio cuenta que después de la muerte de su madre el pequeño ya no le contaba nada de lo que hacía en la guardería cuando iban de camino a casa, que comía casi nada y por las mañanas tenía los ojos hinchados de llorar en las noches.

Su madre siempre lo recibía con algún postre que ella hacía mientras las encargadas terminaban de preparar la comida y es que a su pequeño le gustaba empezar por el postre y a ella no le molestaba darle un poco para incentivarlo a terminarse toda la comida y así después degustar lo que sobraba del complemento. Jugaban toda la tarde hasta que era hora del baño, después lo arropaba y la mayoría de veces se quedaba junto a él porque le llevaba un poco de tiempo conciliar el sueño pese a que no hacía más que jugar, así que platicaban o ella le leía un cuento.

Siempre se mostraba tan feliz con su hijo, intentando que jamás notara las ojeras o los hematomas en su piel ni el cansancio físico, menos el de su alma que se había deteriorado más que su cuerpo al estar casada con aquel hombre. La mayor parte del día se sentía tan tonta por haber creído en él, por no darse cuenta cómo era en realidad y que solo la quiso desde un principio por su fortuna familiar. Lo único bueno de ese matrimonio era su hijo.

Y lo había logrado, nadie ajeno a la casa notó su dolor, ni su bebé, que era tan feliz con la única preocupación de qué jugarían al día siguiente o qué postre comería, y así era justo como ella consideraba que debía vivir su hijo a esa edad. Pero todo su pequeño mundo se vino abajo cuando su madre no llegó aquella noche después de visitar a su hermana. Nadie en la casa sabía dónde se encontraba porque se había ido por su cuenta, sin el chófer. Su padre ni siquiera fue quien le dio la noticia, tampoco estuvo con él en el funeral más que al dar un discurso frente a las cámaras que habían estado presentes y que el pequeño Hyun Woo no entendía qué tenían que ver ahí, pero vamos, no entendía ni siquiera por qué de un día para otro su madre ya no estaba, ni qué era lo que hacían en aquel lugar, con todos los presentes vestidos de negro ni lo que les decía su padre.

—Hyun Woo— le dijo sonriendo amablemente el joven chófer —¿escuchaste lo que te dije?— el pequeño negó, viendo por la ventana en el asiento trasero —entrarás a una nueva guardería este año ¿no es grandioso? podrás conocer a nuevos amigos— el pequeño solo le dedicó una mirada triste, como ya era costumbre y dio una pequeña mordida con desgana a la dona de chocolate que Seungsik le compró después de su visita al parque.

A sus próximos cinco años ya no le importaba casi nada ¿Qué más daba si lo cambiaban? sus viejos y escasos amigos de antes ya no le hablaban y las maestras de la guardería se quejaban con Seungsik (que aparte de chófer tomó el cargo de tutor ya que el padre de Hyun Woo no se molestó en buscar uno) sobre la falta de energía del niño, que siempre quería estar sentado o durmiendo y no participaba en nada. Así que su tutor le sugirió al señor Son que posiblemente un cambio de guardería haría que el niño encontrara amigos y tal vez ahí las maestras tuvieran un poco de empatía en su ser haciendo que se animara y aprendiera. Al señor Son no le importó, de su boca solo salió un "Haz lo que quieras, tú eres el tutor... ya puedes retirarte." Mientras acomodaba papeles en su escritorio y buscaba cosas en su computadora.

El primer día sentía nervios, creía que no le importaba pero la verdad era que quería tener un amigo al menos porque hacía mucho tiempo desde que no jugaba con alguien que no fuera su madre y últimamente con Seungsik o la cocinera.
El chófer lo dejó en la entrada de su aula, el niño lo abrazó mientras su tutor le susurraba que todo saldría bien, que fuera él mismo y respetuoso con sus compañeros y maestros, además de prometerle que lo llevaría por un helado después de la guardería.

Con esa promesa entró al aula, conducido por una joven maestra hasta un perchero para colgar su chamarra y después a una pequeña mesita donde esperaría a que llegaran los demás pues él había sido el primero. Sabía que todos los niños se conocían de los años anteriores ahí y que tal vez no le hablaría nadie, ya habían llegado dos niños más y ninguno se acercó a él, tal vez él debería hacerlo, tal vez si les ofrecía una de sus galletas o...

𝐉𝐔𝐒𝐓 𝐒𝐄𝐂𝐑𝐄𝐓  // SHOWKI Donde viven las historias. Descúbrelo ahora