CAPÍTULO 17. Requiem

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El duelo no te hace imperfecto, te hace humano.

Sarah Dessen

1944

POV Gèrard

La vuelta a la rutina tras nuestro pequeño tiempo de desconexión nos sirvió para varias cosas. Lo más importante: descansar de meses y meses de trabajo intenso para poder sacar gente. Pudimos dejar la mente en blanco de todas las atrocidades de la guerra, para unirnos más como pareja y, al menos para mí, para cerciorarme de que Anne era el motor de mi vida.

Durante esos días habíamos vuelto a nuestros años de adolescencia, a vivir sin pensar en nada, sin tener que medir cada paso que dábamos y sin tener que dar cuenta a nadie de nuestras acciones. Simplemente a disfrutar de las pequeñas cosas con la persona con la que queríamos compartir nuestra existencia. Sin embargo, tuvimos que abandonar la burbuja utópica que habíamos creado y volver a la realidad de la vida que nos había tocado vivir.

Pronto, me vi de nuevo inmerso entre reuniones, albaranes y plazos de entrega de armamento. Y, también, entre nuevos listados de presos que teníamos que llevar a las fábricas de Alfred para, en cuanto tuviéramos ocasión, sacarles de territorio hostil.

No había pasado ni una semana de mi vuelta al trabajo cuando la Alemania nazi sufrió un golpe tremendo por parte de los aliados. Fue el martes 6 de junio. La batalla de Normandía, llamada en clave Operación Overlord, fue una operación militar efectuada por los Aliados (EEUU, Inglaterra y Canadá, sobre todo) más conocido como el Día D; el conjunto de las operaciones navales recibió el nombre clave de Operación Neptuno. Un asalto aerotransportado llevado a cabo por mil doscientas aeronaves precedió al desembarco anfibio, que involucró a cinco mil barcos. Ese 6 de junio, ciento sesenta mil soldados cruzaron el canal de la Mancha de Inglaterra a Francia dispuestos a liberar a los franceses de su verdugo alemán.

Los teléfonos echaban humo. Nadie dentro del círculo de altos mandos de toma de decisiones se esperaba un ataque tan numeroso. Las tropas en aquel territorio francés no estaban preparadas para combatir algo así. Entre todo el caos generado, llamé a Alfred y le cité en un café para intentar aprovechar ese caos y desconcierto, y sacar a otro buen puñado de personas. Había que usar a nuestro favor que todos los ojos estaban puestos en lo que estaba pasando en Francia. Quedamos en sacar unos trescientos más. Necesitábamos de nuevo la ayuda de Friedrich. Anne se encargaría. Intentaría llegar pronto a casa y dejarlo todo arreglado con ella, Alfred me daría las fotografías por la tarde o al día siguiente a más tardar.

Al final, esa noche no pude volver a casa, ni la siguiente, ni otras tantas. Me estallaba la cabeza, tenía falta de sueño y me sentía irritado e irascible. No se oían más que gritos y órdenes de un lado a otro. Los aliados habían logrado hacer retroceder a las tropas en Normandía dejando vía libre para que siguieran llegando más. Mala pinta para el eje.

Cuando por fin pude ir a descansar a casa, lo primero que hice fue cogerla casi en volandas y abrazarla.

- Gèrard, por fin.

- Lo sé, esto está siendo una puta locura - junté nuestras frentes cuando deshice el abrazo minutos después - ¿Pudiste llevarle a Friedrich los documentos?

- Sí y mañana iré con Amaia a recogerlos. Esta vez son muchos y ha necesitado casi una semana para hacerlos.

- ¿Una semana? - pregunté confundido

- Gè, llevas casi diez días sin pasar por casa. ¿Tan mal está todo?

- Para Hitler, las cosas se están poniendo algo feas. Los aliados ganan terreno francés cada día. A este paso en dos o tres meses habrán liberado Francia. Me parece una muy buena noticia, pero se nos acaba el tiempo. No sé hasta cuándo podremos sacar más gente.

Fräulein AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora