CAPÍTULO 19. Fräulein Anne

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Quien salva una vida, salva al mundo entero.

Oskar Schindler

1944

POV Gèrard

No pensaba que mi madre fuera a cumplir la promesa de venir a visitarme. Y mucho menos que viniera acompañada de Greta.

Anne hacía una hora que se había marchado a ver a Friedrich. Esta vez fue sola, no teníamos tiempo que perder si, como ella creía, la partida del polaco estaba tan próxima. Ambos estábamos felices por lo ocurrido ayer en Francia. Eso quizá allanaría, por fin, el camino a las tropas aliadas para seguirle ganando terreno al tercer Reich, pero aún quedaba mucho territorio por recuperar antes de incluso entrar en el país y doblegar al régimen desde el corazón de su propio bastión nacional.

Mediante la táctica de blitzkrieg, Alemania derrotó a Polonia (atacada en septiembre de 1939), Dinamarca (abril de 1940), Noruega (abril de 1940), Bélgica (mayo de 1940), los Países Bajos (mayo de 1940), Luxemburgo (mayo de 1940), Francia (mayo de 1940), Yugoslavia (abril de 1941) y Grecia (abril de 1941). Así que aún quedaba contienda por delante y eso si no se tenía en cuenta a las fuerzas de otros países como la Italia de Mussolini o el imperio japonés.

Estaba ansioso por que llegase y me contase cómo habían quedado las cosas. Quedarnos sin las prodigiosas manos de Friedrich iba a ser un obstáculo para sacar a los últimos presos antes de abandonar el país. No podíamos dilatarlo más. Tenía que hablar con Alfred y preparar las últimas cosas que nos quedaban por terminar. Habíamos hecho todo lo que habíamos podido y no podía ser en balde. Estaba tan enfrascado en mis pensamientos que no escuché ni el timbre de la puerta y, de repente, tenía a Hanna enfrente junto a otras dos mujeres.

- Mamá, Greta, ¿qué hacéis aquí? - no me hacía gracia que se hubieran presentado sin avisar. Esperaba que fuese una visita corta y no se cruzasen con Anne.

- ¿Qué clase de recibimiento es ese para con tu madre? Te recuerdo que acordamos que vendría a verte.

- Bueno, más bien yo quedé en visitarte.

- De eso hace meses. Parece que no te importe mi bienestar. Una llamada cada quince días no es de ser un buen hijo.

- Apenas charlas dos minutos conmigo si es que te pillo en casa, siempre con prisas - la facilidad de mi madre para victimizarse era prodigiosa.

- Bueno ya basta. Greta va a pensar que no nos llevamos bien, querido - miré de reojo y Greta parecía más aburrida que otra cosa con nuestra conversación.

- Si me hubierais avisado la visita no tendría que ser tan corta - mentí - Tengo que estar en la oficina en menos de dos horas y debo preparar unos papeles.

- Tonterías - se sentó en el sofá y miró a Greta para que hiciese lo mismo - No te robaremos mucho tiempo.

- Es cierto Gèrard. He llegado hace poco a Berlín y quería darte el pésame por lo de tu padre.

- Gracias Greta, de verdad, pero conforme están las cosas ahí fuera, es arriesgado moverse de un lado a otro. Con una llamada de teléfono hubiese bastado - quizá sonó un poco seco y ella bajó la vista.

- La verdad es que me apetecía decírtelo en persona. Sabes que siempre has sido especial para mí.

- ¿Por qué no nos invitas esta semana a cenar, hijo? - la miré estupefacto - Así, como la visita de hoy va a ser corta, pues charlamos los tres más tranquilamente.

De repente, la puerta de la casa se abrió y Anne entró como un huracán alzando la voz.

- Gèrard, tengo que hablar contigo.

Fräulein AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora