Mejor morir luchando por la libertad que ser preso todos los días de tu vida.
Bob Marley
20 de noviembre de 1944
POV Gèrard
No me lo podía creer. Estábamos tan cerca que casi tocábamos la frontera. Sentí que mi libertad se escapaba entre los dedos como la arena de la playa cuando coges un puñado y los diminutos granos se van con el viento.
Cuando vi a los soldados alemanes acercarse, supe que tenía que poner a Anne a salvo costase lo que costase. Y más cuando vi en su mirada esa lucha interna por huir o quedarse y permanecer a mi lado. No estaba dispuesto a que su vida y la de nuestro hijo acabase así. Lo que no me esperaba, bajo ningún concepto, fue ver aparecer a Amaia y a dos hombres detrás suyo. Solo atiné a decir que se la llevasen mientras yo salía por el lado alemán a intentar ganar el tiempo suficiente para que pudieran escapar. Rezaba para que no disparase a lo loco mientras iba con las manos en alto a su encuentro.
- ¡No disparen, soy alemán! – grité
- Levanta bien las manos o te vuelo la puta cabeza - un soldado apuntó directamente a mi cabeza.
- Soy de los vuestros - eran un grupo de cinco soldados.
- Eso lo veremos. Y como nos mientas te rajaré la media cara que no tienes deforme. Vamos, camina. Y tú - se dirigió a otro compañero - Entra donde estaba éste y comprueba que estaba solo. Si algo se mueve, reviéntalo.
Esperaba que Amaia se hubiese llevado a Anne lo suficientemente lejos para que no las vieran. La última imagen que tenía suya era su boca tapada, los ojos muy abiertos y sujetada por cuatro pares de manos alejándose de allí. Ojalá, al menos ella, lograse salir de allí. Bajé un poco las manos y sentí un fuerte golpe en el costado que me hizo pararme. Me giré y vi otro de los soldados a mi lado.
- Nadie te ha dado permiso para bajar los brazos, escoria - escupió sobre mis zapatos. Me había golpeado con la culata de la escopeta que llevaba. Volví a subir los brazos y a ponerme las manos en la cabeza.
- Vamos Adolf, le llevaremos con los otros a la granja. Quizá Vettel quiera sacarle algo de información - el tal Adolf se rio ante sus palabras.
- Pues espero que éste le dure más, con lo bruto que es no le aguantan nada. Desde luego si es aliado tiene un alemán excelente.
Anduvimos unos 20 minutos siguiendo el curso del Rin hasta que vimos una edificación que también había sufrido los estragos de años de guerra. Ya se veía perfectamente. El sol reinaba sobre una mañana fría, pero despejada. Si iba a ser el último amanecer que veía lo haría con gusto si Anne se encontraba lejos y a salvo.
POV Anne
Veía con impotencia cómo nos alejábamos rápidamente de mi refugio dejando a Gè allí. Los primeros minutos intenté gritar, pero tuve otra contracción y apenas conseguí dejar escapar un quejido. No podía ponerme de parto ahora. Debía explicarle a esos extraños y a Amaia que teníamos que volver rápido a buscarle. Estaba convencida de que, incluso si descartaban la posibilidad de que fuera el enemigo, Gèrard no iba a salir con vida de las garras de esa gente. Ya habíamos padecido la psicosis de gente que simplemente disfrutaba haciendo el mal. Aunque no tuvieran motivos, lo hacían y disfrutaban, o se excitaban, como Shüller, con el sufrimiento ajeno.
Tras estar seguros que estábamos lejos y no nos había seguido nadie, me dejaron en el suelo. Ya había amanecido y busqué a Amaia desesperada.
- Amaia, no sé qué coño haces aquí, pero tenemos que volver.
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Fräulein Anne
Roman d'amourEn 1938, Anne se ve obligada a huir de su país por la tensa situación política, dejando atrás a su familia y a la persona que ocupa su corazón. La guerra cambia a las personas pero, ¿podrá el amor sobrevivir a la mayor guerra jamás conocida?