CAPÍTULO 20. La Gestapo

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Confía en tu instinto hasta el final, aunque no puedas darle la razón.

Ralph Waldo Emerson 


Cinco días antes

POV Gèrard

Llegué a la oficina y lo primero que hice, tras dar las buenas tardes, fue solicitar a mi secretaria toda la información actualizada disponible sobre Greta Von Hayek. Hacía años que habíamos perdido el contacto y tenía que comprobar qué había sido de ella en todo este tiempo y, con suerte, cuáles eran sus intenciones ahora a su vuelta a la capital.

- Señor tardaré al menos un día en tener toda la información lista.

- No importa. Mañana está bien Juls. Dame esos informes de la contienda en la frontera con Francia. Necesito tenerlo todo revisado antes de esta noche. El general de campo lo necesita urgentemente, los aliados ganan terreno en la frontera cada día y está de un humor de perros.

- ¿Necesita algo más?

- De momento no, gracias. Búscame lo que te he pedido - se retiró dejándome solo.

Debía llamar a mi madre y citarla para la cena. Acerqué el teléfono y marqué su número. Mejor dejar eso solucionado cuanto antes. Dio varios tonos antes de que el personal de servicio cogiera la llamada. Ni siquiera estaba en casa, seguro que tras su visita a mi casa aún no habría llegado. Le dije a su doncella que la esperaba en mi casa para cenar en cuatro días.

Me pasé el resto de la tarde enfrascado en papeles y, al acabar, me quité las gafas y llevé mis dedos al puente de la nariz. Aún quedaba mucha contienda en varios frentes y parecía que la guerra no iba a acabarse nunca. Estaba hastiado de todo y de tener que vivir así. Los años de lucha y doble vida estaban pasándome factura. Lo único que quería era poder escapar de Alemania con Anne y vivir en un lugar donde pudiéramos estar a salvo. Vivir una vida juntos sin preocuparnos por saber si seguiríamos respirando al día siguiente.

Cuando llegué a casa Hanna ya se había marchado. Anne me esperaba con la mesa puesta y un pastel de carne con verduras para cenar. Hablamos de temas triviales en cuanto le comenté que hasta el día siguiente no tendría noticias sobre Greta. Nos acostamos pronto. El sueño nos acogió a ambos rápidamente.

Cuatro días antes

Llegué pronto a la oficina. A media mañana, Juls tocó a la puerta y puso sobre la mesa una carpeta de cartón.

- Aquí tiene lo que me pidió ayer. Espero que sea suficiente. Le dejo para que lo revise tranquilo.

- Gracias Juls - se marchó y volvió tras varios minutos con un café, que dejó con cuidado al lado de la carpeta.

- He pensado que querría tomarse uno. Si necesita algo más, avíseme.

Según cerró la puerta, agarré los papeles y me puse a leer con atención. Ya en la lectura de la segunda hoja sabía que teníamos un problema, y al acabar la quinta, que era un problema serio. Greta ya no trabajaba en el banco. Greta era ahora agente de la Gestapo. Mierda.

Ya en tiempos del Tercer Reich, la Policía Secreta del Estado (Geheime Staats Polizei) respondía directo al Führer y Canciller del Reich Adolf Hitler y su primer director fue Rudolf Diels, último director de la Policía Secreta Prusiana, quien reclutó miembros desde los departamentos de policía profesional y convirtió la Gestapo en una agencia policial con jurisdicción nacional, comparable con muchos ejemplos modernos, como el FBI. El rol de la Gestapo como fuerza policial política no resultó evidente hasta que Hermann Göring fue nombrado sucesor de Diels como comandante de la Gestapo en Prusia. Göring recomendó al gobierno nazi extender el poder de la Gestapo más allá de Prusia hasta abarcar toda Alemania. Esto lo consiguió Göring excepto en Baviera, donde el Reichsführer-SS Heinrich Himmler desempeñó el papel de presidente de la Policía de Baviera y usó las unidades locales de la SS como fuerza policial política.

Fräulein AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora