Nunca en su vida había sentido tanto miedo como en ese momento. Su peor pesadilla, aquella que había luchado por ahuyentar todas las noches. Solía acurrucarse al lado de Lyon cuando lo recordaba, diciéndose que ya estaba muy lejos de ella y que no la podría encontrar.
Pero estaba allí, frente a ella. Se estaba acercando paso a paso, como si disfrutara el efecto que le estaba causando. Como si disfrutara ver su reacción temerosa.
-Pensé que ya no volvería a verte, Clarisse.
Esa voz le revolvió las entrañas. Le provocó náuseas. Aún recordaba la última vez que había escuchado aquella fría voz. Se acercó un par de pasos más hasta que la distancia era mucho más corta, por inercia retrocedió sintiendo que mientras más avanzaba él, más pequeña se hacía.
Puso un mechón detrás de su oreja mientras veía su rostro. No era igual a cuando lo hacía Lyon, nada de lo que Julien hiciera era igual.
Sintió un enorme asco, quería detenerlo. No iba a soportar que volviese a acercarse a ella, no tenía ningún derecho a hacerlo. Nunca lo había tenido.
-¿Ya no hablas?
No podía hacerlo, sentía como si su garganta estuviese seca y le impidiera incluso respirar.
Le asustaba que pudiese llegar Lyon, estaba casi segura de que Julien no le tendría ninguna clase de piedad. Le asustaba estar sola con él también, no sabía que era lo que iba a pasar sin nadie a su lado.
-¿Qué haces aquí?- musitó con voz temblorosa.
-Vine por ti.
No iba a permitirlo, prefería morir incluso a pasar una vida al lado de él. Aún pensar en volver al castillo le parecía una tortura si eso significaba alejarse de Lyon para siempre.
Quería gritarle que no tenía ningún derecho, que ella podía hacer lo que deseara porque ya no era una niña. Julien ya no era más su prometido, Lyon era su prometido. Pero no quería decírselo porque sabía que eso sólo iba a empeorar todas las cosas.
-No me voy a ir.
Julien sonrió como si todo le resultara gracioso. Como si le hubiese acabado de contar un chiste.
-Tienes que hacerlo.
¿Por qué la quería? Porque nunca la había amado ni nada parecido, cuando estaba con él la hacía sentir infeliz con sus comentarios hirientes. Si la hubiera amado, nunca hubiera intentado aprovecharse de ella.
Lo más seguro era que solo quería el poder, quería tener todas las propiedades de sus padres. Julien sería un duque poderoso pero sí se casase con ella, tendría aún más provincias. No había otra razón tan lógica como aquella.
La rabia le recorría todo el cuerpo, aún tenía miedo pero no iba a permitir que la llevase sin más, sin haber luchado. Prefería cualquier cosa antes de volver a la vida de antes. Negó.
ESTÁS LEYENDO
Vestigios | Timothée Chalamet
Любовные романыTodo estaba cambiando. Francia planeaba su Revolución. Una noble, un chico del tercer estado y los vestigios de un antiguo régimen que se estaba transformando.